El Papa admitió la “terrible realidad” de un informe que recopiló 200.000 abusos de menores en Francia
Más de 200.000 niños fueron agredidos por sacerdotes y religiosos desde 1950, según concluyó una investigación comenzada hace dos años y medio
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ROMA.- El papa Francisco reaccionó hoy con dolor ante la “terrible realidad” salida a la luz en Francia, que publicó este martes las conclusiones de un esperadísimo informe independiente sobre la plaga de los abusos sexuales, que reveló un nuevo espanto: unos 216.000 menores fueron agredidos en este país por unos sacerdotes y religiosos en el seno de la Iglesia católica desde 1950.
“El Santo Padre ha sido informado de la salida del informe por los obispos franceses, con los que se ha reunido en los días pasados en visitas ad límina y, con dolor, ha tomado conocimiento de su contenido”, dijo Matteo Bruni, director de la Sala de Prensa, al ser consultado sobre el tema.
“Su pensamiento va ante todo a las víctimas, con pesar, por sus heridas y con gratitud, por su coraje al denunciar; y a la Iglesia de Francia, porque, consciente de esta terrible realidad, unida al sufrimiento del Señor por sus hijos más vulnerables, pueda comenzar un camino de redención”, agregó el vocero. “Con la oración el Papa encomiendo al Señor el pueblo de Dios en Francia, especialmente a las víctimas, para que les done consuelo y con la justicia pueda alcanzarse el milagro de la curación”, concluyó Bruni.
En Francia, a petición de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF) y la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Francia (Corref), la Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia (Ciase) comenzó una investigación en 2019 después de salir a la luz diversos casos resonantes, tal como recordó la AFP. Entre ellos, el del sacerdote Bernard Preynat, condenado en 2020 a cinco años de prisión por abusos en los años 70 y 80 y cuyo caso, que dejó sobre el tapete la inacción del cardenal Philippe Barbarin, inspiró el premiado film “Gracias a Dios”, de Francois Ozon.
Después de dos años y medio de trabajo, marcado por casi 250 audiciones de víctimas, entre los casi 6.500 señalamientos, el informe de la Ciase, formada por 22 expertos, indicó que unos 3000 sacerdotes y religiosos abusaron de 216.000 menores en Francia entre 1950 y 2020. Aunque la cifra ascendería a 330.000 si se tienen en cuenta a los laicos que trabajaron en las instituciones religiosas, precisó el presidente de la Ciase, Jean-Marc Sauvé.
Este católico practicante de 72 años entregó el informe de más de 2.000 páginas, “una pesada carga tanto en el sentido literal como figurado”, indicó, al estimar que de los 115.000 sacerdotes o religiosos hombres censados en los últimos 70 años en Francia, hubo “entre 2.900 y 3.200 pederastas”.
Los abusos tuvieron un “carácter sistémico” y la Iglesia católica francesa mantuvo una “cruel indiferencia” con las víctimas, según la comisión investigadora. “Ustedes, miembros de la comisión, regresan del infierno”, dijo durante la presentación del informe Francois Devaux, fundador de la asociación de víctimas La Parole Libérée ya desaparecida, a los 22 expertos que se sumergieron en el drama.
“Cataclismo”, “sismo”, “tsunami”... La prensa no había ahorrado adjetivos en los últimos días de cara a la presentación del informe que, según el diario Le Parisien, “sacudirá a la Iglesia”, donde, para Libération, “sopla un viento de angustia y pánico”.
Expectativas sobre la reacción del Vaticano
¿Cuál va a ser la respuesta de la Iglesia católica a este informe? “Espero que estemos confrontados a esta carga, por muy negra que sea, para que podamos luego adoptar las medidas que se impongan”, afirmó antes de la presentación Véronique Margron, presidenta de la Corref. L
os hechos ya están prescritos en su mayoría y sus autores ya fallecieron, por lo que es improbable un recurso a la justicia. El episcopado francés prometió para 2022 indemnizaciones financieras, algo que, de todos modos, no basta para sanar las heridas de las víctimas. Por algo el papa Francisco auspició el “milagro de la curación”.
Francia no es el primer país que descubre el “infierno” de cientos de miles de niños abusados por sacerdotes o religiosos, horror que salió a la luz en las últimas dos décadas también en Estados Unidos, Irlanda, Reino Unido, Australia, Alemania, Chile y recientemente, Polonia.
Tanto es así que Benedicto XVI (2005-2013), Papa emérito, comenzó a implementar una política de “tolerancia cero”, que continuó el papa Francisco, que no sólo cambió y endureció la legislación, por la que ahora también los obispos encubridores pueden ser acusados de negligencia, sino también puso sobre la mesa un tema antes tabú, convocando a una inédita cumbre anti-abusos a todos los presidentes de episcopados del mundo, en febrero de 2019.
En esa ocasión, que marcó un verdadero giro, por primera vez las víctimas, antes maltratadas y ninguneadas, tuvieron la palabra y expresaron su testimonio. Meses más tarde, para que los obispos no tuvieran dudas de cómo había que enfrentar casos de este tipo –durante décadas, en nombre de la buena imagen de la Institución, ocultados y resueltos con traslados a otras diócesis de los agresores-, el Vaticano publicó el año pasado un manual con instrucciones precisas.
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