El país que saca ventaja por ser vecino de China y Rusia: le sobran vacunas
Pese a haber iniciado tarde su programa de vacunación, Mongolia ya logró inmunizar al 75% de su población; el gobierno ofrece un bono para aquellos que se apliquen las dosis chinas
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NUEVA YORK.- Mongolia, un país de verdes colinas, inmensos desiertos y cielos infinitos, tiene apenas más habitantes que Chicago y es una pequeña democracia acostumbrada a vivir a la sombra de sus dos superpotencias vecinas, Rusia y China. Pero durante una pandemia, ser el jamón del sándwich entre dos fabricantes de vacunas con ambiciones globales puede tener sus ventajas.
En momento en que la mayoría de los países se matan por conseguir vacunas, Mongolia ya tiene suficientes para vacunar a la totalidad de su población adulta, en gran parte gracias a sus acuerdos tanto con Rusia como con China. De hecho, el gobierno mongol tiene tanta confianza en las reservas de vacuna de su país que ya promete a sus ciudadanos “un verano sin Covid”.
Para un país en desarrollo de bajos ingresos como Mongolia, la exitosa adquisición de vacunas en el lapso de unos pocos meses es una gran victoria. Muchos países pobres siguen haciendo fila con los dedos cruzados con la esperanza de recibir algunas dosis. Pero aprovechando su condición de actor geopolítico de poco peso enclavado entre Rusia y China, Mongolia pudo manotear dosis a un ritmo similar al de países mucho más ricos.
“Eso habla de la capacidad de Mongolia para moverse entre dos grandes potencias y maximizar sus beneficios aunque tenga que hacer equilibrio entre esos dos países”, dice Theresa Fallon, directora del Centro de Estudios de Rusia, Europa y Asia, con sede en Bruselas.
También es una victoria para China y Rusia, que tienen grandes intereses depositados en los recursos de Mongolia y que aspiran a cumplir un rol importante para poner fin a la pandemia, por más que gran parte del mundo ha expresado un profundo escepticismo sobre las vacunas desarrolladas en esos países.
Mongolia funciona como un “amortiguador” entre el este de Rusia, rico en recursos y mayormente deshabitado, y China, hacinada y consumidora insaciable de recursos. Si bien Rusia y China suelen estar alineados en el escenario internacional, tienen un historial de conflictos y desconfían mutuamente de sus intereses en Mongolia. Y esas sospechas quedan al descubierto en su diplomacia de vacunas.
“Vladimir Putin está sumamente preocupado por lo que China está haciendo en su propio barrio”, dice Fallon.
Rusia le vendió a Mongolia un millón de dosis de su vacuna Sputnik V. China, por su parte, envió 4 millones de dosis: el último envío llegó esta semana. El acuerdo más reciente de Mongolia con el Grupo Sinopharm, empresa estatal china, se firmó días antes de que la compañía recibiera la autorización de emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Brote y promesas
Mongolia arrancó tarde en la carrera mundial para conseguir vacunas. Durante casi un año, el gobierno mongol se jactó de no tener casos locales de Covid-19. Pero en noviembre les llegó el brote. Dos meses después, la crisis política precipitada por el mal manejo del virus causó la repentina dimisión del primer ministro. La perspectiva de continuas restricciones por el coronavirus amenazaba con sumir al país en la agitación política.
El nuevo primer ministro, Oyun-Erdene Luvsannamsrain, prometió reactivar la economía, que había sufrido bloqueos y cierres de fronteras, particularmente en el sur, donde los camioneros mongoles cruzan la frontera transportando carbón para las acerías de China. Pero estos planes de reactivación se complicaron por el aumento de casos: el recuento diario de nuevos casos pasó de cientos a miles.
“La situación era bastante desesperante”, dice Bolormaa Enkhbat, asesor de políticas económicas y de desarrollo de Luvsannamsrain. El ministro de Relaciones Exteriores mongol dice que primero se acercó a China y a Rusia, con la esperanza de que sus históricos lazos económicos con esos países los colocaran a la cabeza de la línea de espera por las vacunas. Los funcionarios mongoles exploraron simultáneamente los canales diplomáticos y los privados, solicitando donaciones de vacunas tanto a los países ricos como a los grandes fabricantes de vacunas del mundo.
Se pusieron en contacto con intermediarios que cobraban sobreprecios, con organizaciones internacionales de salud y con alianzas de vacunas para los países más pobres. Un intermediario ofreció venderles la vacuna de Pfizer-BioNTech por 120 dólares cada dosis, casi una cuarta parte del salario mensual promedio de un ciudadano mongol, dice Enkhbat. La iniciativa mundial Covax, a la que Mongolia adhirió en julio de 2020, prometió dosis para la segunda mitad del año.
Mongolia también firmó acuerdos con AstraZeneca y Pfizer-BioNTech. Hasta ahora, debido a retrasos en la fabricación, solo ha recibido 60.000 dosis de la vacuna Sputnik V, pero la mayoría de la población de Mongolia recibirá la vacuna china.
“Estamos muy agradecidos con nuestros socios, especialmente China, que nos están proporcionando vacunas cuando ellos también las necesitan para su uso interno”, dice Battsetseg Batmunkh, ministra de Relaciones Exteriores de Mongolia.
En Ulan Bator, la capital de Mongolia, el 97% de la población adulta ha recibido al menos la primera dosis, y más de la mitad está completamente vacunada, según estadísticas del gobierno. A nivel nacional, más del 75% de los mongoles ya han recibido una dosis.
De todos modos, la campaña de vacunación del país todavía enfrenta varios obstáculos. Mongolia depende económicamente de China y muchos de sus ciudadanos siguen temiendo el poder e influencia de Pekín. Muchos recuerdan que en el pasado, cuando surgieron tensiones entre ambos países, Pekín no dudó en cerrar las fronteras y suspender las compras de carbón mongol.
Además, los mongoles manifiestan abiertamente su preferencia por la vacuna rusa Sputnik V. Para que la población acepte darse la vacuna de Sinopharm, el gobierno le ofrece a cada ciudadano 50.000 tugriks —unos 18 dólares—, si se aplican ambas dosis. En 2020, el salario mensual promedio en Mongolia fue de 460 dólares.
Los términos, precios y condiciones de los acuerdos del gobierno mongol por las vacunas Sinopharm y Sputnik no se hicieron públicos, y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Mongolia se niega a comentar sobre los precios. Los representantes del Instituto de Investigación Gamaleya y de la empresa Sinopharm no respondieron a las solicitudes de comentarios para esta nota.
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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