El país europeo que busca de gente para que viva allí porque sufre de crisis poblacional
En la última década, esta nación balcánica perdió el 11,5 % de su población y se estima que la tendencia continuará hacia 2030; otros ejemplos de territorios que redujeron significativamente la cantidad de personas que allá residen
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Bulgaria se vacía. Los datos de la Oficina de Estadísticas de la Comisión Europea (Eurostat) y del primer censo búlgaro en una década muestran que la pérdida de población que empezó a finales de los años 80 del pasado siglo XX no encuentra freno. De los más de 8,9 millones de habitantes que el país llegó a tener en 1988, cuando alcanzó su máximo histórico, fue bajando hasta llegar a mediados de 2021 a poco más de 6,5 millones, una pérdida de casi el 35 por ciento.
Solo en la última década, en la que transcurrió el censo de 2011 y el de 2021, la pérdida equivale al 11,5 por ciento de la población, unas 844.000 personas. Los expertos estiman que hay tres factores determinantes para explicar este fenómeno. Con una tasa de natalidad escuálida como la de prácticamente toda Europa, Bulgaria tiene a la vez la mayor tasa de mortalidad europea: 15,5 búlgaros de cada 1.000 mueren cada año. A esa relativamente alta tasa de natalidad se unen una tasa de emigración de las más altas del Viejo Continente y una nula tasa de inmigración.
La esperanza de vida en 2019 (año de referencia porque no tiene en cuenta los efectos devastadores de la pandemia) era de 75,10 años. Por poner una referencia en Europa, España e Italia tienen una esperanza de vida que supera los 83 años. El desarrollo económico no sirvió en las últimas décadas como freno a la caída de población. Cuando Bulgaria se adhirió a la Unión Europea en 2007, de la mano de su vecina Rumanía y solo tres años después de otros países de Europa central y oriental como Polonia, Eslovaquia, República Checa, Hungría, Eslovenia o las tres pequeñas repúblicas bálticas, el país contaba con una renta per cápita de 4.240 euros.
Trece años después, a finales de 2020 –y a pesar del destrozo económico de la pandemia–, esa renta per cápita se había más que duplicado hasta los 8.840 euros. En ese período, mejoraron los salarios hasta multiplicarse el salario mínimo mensual casi por cuatro (de 92 a 332 euros) y el salario medio anual por más de tres (de 2.594 a 7.771).
Esa mejora económica no impidió la salida de una parte considerable de la población búlgara. Los últimos datos que maneja la Comisión Europea aseguran que el 22 por ciento de la población proveniente de ese país vive en el extranjero. Es una tasa que supera a la de la mayor parte de las naciones del planeta y que supone, en el caso de Bulgaria, más de 1,5 millones de personas. De ese millón y medio, casi 900.000 son mujeres. Cuando el país ingresó en la Unión Europea, en 2007, ese porcentaje de población residente en el extranjero, la diáspora búlgara, era aproximadamente del 12 por ciento.
Cuando cayó el régimen comunista, en 1990, apenas alcanzaba el 7 por ciento. Esa diáspora búlgara se concentra mayoritariamente en unos pocos países. Casi la mitad (652.900) reside legalmente en Turquía. Le siguen las comunidades búlgaras de Alemania (262.462 personas), España (121.435), Estados Unidos (79.415), Grecia (71.043) e Italia (62.358). La pérdida de población de Bulgaria es tan rápida que puede meter al país en un círculo vicioso. Como parte de la presentación del censo del año pasado, una de las expertas del Instituto Nacional de Estadísticas de Bulgaria, Magdalena Kostova, habló de la velocidad a la que “la población está envejeciendo”.
Sus datos aseguran que el 23,9 por ciento de los búlgaros tienen más de 65 años y solo el 14 por ciento tiene menos de 18 años. Estos números hacen de la población residente en Bulgaria una de las más viejas de Europa. La situación en algunas regiones del país empieza a ser dramática. El norte de Bulgaria, más pobre y rural, fronterizo con Rumanía, sin grandes ciudades ni atractivos turísticos que atraigan visitantes extranjeros, vive una situación de crisis.
Algunas ciudades de esa región perdieron casi el 30 por ciento de su población en una sola década, la que va de 2011 a 2021. Vidin es la zona cero de la despoblación búlgara, como reflejaba este reportaje del diario online Balkan Insight en el que, además de recopilar testimonios de los vecinos, contaba que la ciudad había tenido 162.000 habitantes en 1985, pero que para 2018 iba por apenas 85.000, prácticamente la mitad. Las previsiones demográficas que maneja la Comisión Europea estiman que el país podría perder durante esta década entre 1,4 y 1,5 millones de habitantes, para llegar a 2030 con apenas cinco millones.
Habría perdido así casi la mitad de su población en menos de medio siglo, algo inédito en tiempos de paz. Según revela un informe de los expertos Georgi Burdarov y Nadezhda Ilieva, a quienes El Tiempo pudo consultar, ese es el escenario más probable con las tendencias demográficas actuales. Estos expertos estiman también que el 26 por ciento de las localidades del país estarán despobladas totalmente. Bulgaria es, tal vez, el caso más destacado, pero no es el único país de la región que sufre un problema demográfico.
Otros ejemplos similares
Macedonia del Norte perdió el 10 por ciento de su población en dos décadas. Desde su independencia luego del desmoronamiento bélico de la antigua Yugoslavia, la pérdida de población de Macedonia fue de 600.000 habitantes. Otro de los países que sufren esa sangría demográfica es la también balcánica Croacia, que en esta última década perdió el 10 por ciento de su población. La mayoría de ellos emigraron a países del norte de Europa a partir de que el país ingresó en la Unión Europea el 1º de julio de 2013.
Albania es otro caso llamativo. El pequeño país del sur de los Balcanes, que durante décadas vivió aislado porque oficialmente era parte del bloque comunista, pero estuvo muchos años enfrentado a la Unión Soviética, perdió en las tres últimas décadas, a partir del momento en que sus ciudadanos pudieron emigrar, el 37 por ciento de su población, equivalente a 1,7 millones de personas. Bosnia es otro ejemplo de una región que se va despoblando. En parte por problemas similares a sus vecinos y en parte por las consecuencias económicas de la posguerra (fue el país de la antigua Yugoslavia que más sufrió en términos de bajas humanas y daños materiales), casi la mitad de los bosnios vive fuera del país.
Kosovo, el último país independiente surgido de la debacle yugoslava, perdió entre 2007 y 2018 al 15,4 por ciento de su población. Las proyecciones que maneja la Oficina de Estadísticas de la Comisión Europea muestran que la emigración que sufren estos países los hará más viejos porque al emigrar los jóvenes en edad de trabajar sube la edad media y porque quienes quedan atrás, por la edad, no tienen hijos.
Rumanía y Bulgaria serán los primeros países de la Unión Europea cuya población supere los 50 años como edad media. En 2050 sus poblaciones serán de media ocho años más viejas que ahora. El problema también daña a la economía y dispara el gasto público mientras reduce los ingresos.
Esto, principalmente debido a que cuanto más vieja es una población más dificultades tienen las empresas para encontrar la mano de obra necesaria para operar de manera óptima, que, además, emigra buscando mejores condiciones y salarios. Eso genera menos ingresos públicos por impuestos y a la vez más gasto público en pensiones de jubilación y en sanidad, que usan más las personas más envejecidas.
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