En esta nación se requiere evaluar constantemente los años que tiene el destinatario de cada mensaje , dada la complejidad de la lengua
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La primera vez que el británico Joel Bennett comprendió que había dado un gran paso en falso lingüístico durante su primer viaje a Corea del Sur fue cuando agradeció a la dueña de un restaurante por una buena comida.
La propietaria era una mujer de unos 60 años y Bennett, quien entonces tenía 23, le dijo gomawo, que se traduce como un alegre “gracias” en inglés. Él pensó que estaba siendo educado.
Aunque Bennett no lo sabía, había usado una versión casual e informal del “gracias” que se habría interpretado como grosera e insultante si hubiera sido coreano.
“No me di cuenta de que había tantas formas de agradecer. Siempre pensé que gracias era gracias”, dijo Bennett, quien tiene ahora 33 años.
Pero en la cultura de Corea del Sur se esperaría que Bennett, siendo varias décadas más joven que la propietaria del restaurante, hubiera utilizado la forma honorífica del idioma.
El coreano es un sistema lingüístico complejo con múltiples niveles de habla y ha sido descrito como una de las lenguas más complicadas del mundo, ya que requiere evaluar constantemente la edad, el estatus social y el nivel de intimidad en la relación con el destinatario.
Esa es la razón por la cual en Corea del Sur, poco después de conocer a alguien, invariablemente se le pedirá que revele su edad.
Compartir libremente su edad o su año de nacimiento no es simplemente una convención social. Es un contrato social que establece el orden y la jerarquía entre los hablantes.
Y es que incluso la diferencia de un año puede dictarlo todo, desde la forma en la que las personas se hablan hasta la manera en la que comen y beben en compañía.
“El factor número uno para determinar qué estilo de habla usar es la edad”, explicó Jieun Kiaer, profesora de lengua y lingüística coreanas en la Universidad de Oxford.
“Es por eso que la gente siempre se pregunta la edad entre sí. No porque estén necesariamente interesados en cuántos años tiene el otro, sino porque realmente necesitan dar con el estilo de habla adecuado”, agregó.
Una pregunta fundamental
A algunos occidentales preguntarle la edad a alguien que acaban de conocer les puede parecer una intrusión inadecuada.
Pero para entender por qué la edad no es solo un número en la sociedad coreana se necesita conocer el impacto del neoconfucianismo.
Es una antigua ideología centrada en la piedad filial, la deferencia a los ancianos y el orden social, que gobernó el país durante más de 500 años a lo largo de la Dinastía Joseon (1392-1910) y continúa dictando las normas sociales.
“Todo el confucianismo se puede resumir en dos palabras: humanidad y ritual”, dijo Ro Young-chan, profesor de estudios religiosos y director del Centro de Estudios Coreanos de la Universidad George Mason en Fairfax, Virginia (Estados Unidos).
Ro explicó que las enseñanzas del filósofo chino Confucio (551 a 479 a. C.) surgieron durante un período de agitación en la historia de China.
Para restablecer el orden en todo el país, el filósofo creía que la humanidad podía salvarse estableciendo una estructura social basada en un estricto código de buenos modales y ritos ceremoniales, en la que todas las personas tenían un cierto rol y todos entendían cuál era su lugar en ella.
En el neoconfucianismo la armonía social se puede lograr respetando el orden natural dentro de cinco relaciones centrales conocidas como oryun: rey y súbdito; marido y mujer; padre e hijo; hermano y hermano; y de amigo a amigo.
Aquellos que ostentan el papel principal (padre, esposo, rey) deben ser tratados con respeto y humildad, mientras que a cambio aquellos en los peldaños más bajos de la jerarquía social son atendidos con benevolencia.
Pero en la sociedad en general, cuando conoces a alguien, ¿a quién se le asigna el puesto más alto y se gana el respeto, las cortesías y las formalidades honoríficas que lo acompañan?
Ahí es donde entra en consideración la edad.
Un sistema complejo y estratificado
El sistema lingüístico coreano de honores tiene hasta siete niveles de estilos de habla y escritura.
Pero la conversación cotidiana se puede dividir en dos: banmal, la forma casual e informal; y jondaemal, la más formal y deferente, que generalmente se expresa agregando la terminación “yo” a una oración.
“Se requiere mucho cuidado y plática para encontrar los estilos de habla correctos. Y si se usa el incorrecto, puede crear muchos conflictos y no se podrá entablar una conversación con éxito”, dijo Kiaer.
Explicó que si bien la edad juega un papel importante en la determinación del estilo del habla, no es una regla de aplicación estricta y rápida.
Hay una serie de matices y factores a considerar: el contexto; el estatus socioeconómico de los hablantes; el nivel de intimidad; y si se encuentran en un entorno público o privado.
Kiaer señaló que gracias a la popularidad global del Hallyu u ola coreana —palpable en la popularidad del K-pop, de la película Parasite o del reciente éxito de Netflix “El juego del calamar”— los principios son cada vez más fáciles de enseñar, pero aún pueden ser confusos.
De hecho, todo es tan confuso que incluso los hablantes nativos de coreano pueden equivocarse.
En un artículo de 2019 publicado en la revista Discourse and Cognition, Kiaer incluyó más de 100 incidentes graves de agresión física en Corea del Sur entre 2008 y 2017 que se produjeron después de que se percibiera que uno de los participantes en una conversación había tendido inapropiadamente a un discurso banmal o informal.
“Lo fascinante es que esto es difícil no solo para los no coreanos, sino también para los coreanos”, dijo Kiaer.
En este punto de la conversación, yo, una coreana canadiense de segunda generación con habilidades mediocres en el idioma coreano, entré en un leve pánico y revisé una lista de verificación mental de todas las veces que podría haber ofendido a mis mayores, así como a los más jóvenes que yo.
Aproveché descaradamente la oportunidad para hacerle una pregunta personal a la experta en lingüística: cuando conocí a la hermana menor de mi cuñada, casi 20 años menor que yo, ¿me equivoqué al cambiar al banmal unas horas después de nuestro encuentro inicial?
Hubo una pausa. Me di cuenta de que Kiaer estaba tratando de decírmelo suavemente.
Aunque claramente yo era la persona de más edad en esta situación, ella era parte de mi familia política, una relación muy particular en la cultura coreana, y la acababa de conocer.
Kiaer me explicó que podría haber seguido usando jondaemal, o debería haber negociado y haberle pedido permiso para hablar con ella de manera informal.
“Para encontrar el estilo de discurso correcto, el primer paso es siempre negociar. Porque si se cambia a otro estilo sin negociar, eso es lo que hace que la gente se sienta ofendida”, señaló.
Antes de mudarse a Corea del Sur en agosto, Delia Xu, de Toronto, fue estratégica al decidir aprender coreano para evitar hacer precisamente eso.
“Creo que es muy importante aprender las estructuras gramaticales formales, porque no querrás parecer grosero por accidente”, dijo.
Asimismo, hay una serie de gestos y comportamientos no verbales que corresponden a lo que se espera de quien está en el peldaño más bajo de la jerarquía social.
En un video de YouTube de 2016 que se ha visto más de 1,2 millones de veces, Bennett recibió una lección sobre etiqueta a la hora de beber en Corea del Sur cuando estaba en compañía de personas mayores.
Las reglas producen mareo: como muestra de respeto, debes verter la bebida con las dos manos; gira tu cabeza hacia el lado contrario en el que se encuentra la persona mayor cuando bebas; nunca dejes que el vaso de la persona mayor permanezca vacío por mucho tiempo; y espera a que ella deje su vaso antes de bajar el tuyo.
“No estás nervioso, pero eres consciente”, dijo Bennett. “Estoy viendo la velocidad a la que están bebiendo su cerveza y voy a igualar eso. Me aseguro de que sus vasos estén llenos para que cuando vayamos a brindar, no sea un momento incómodo”.
Xu también admite que aprender el código de conducta con respecto a la bebida puede resultar abrumador.
“Definitivamente es mucha presión porque, de repente, se te otorgan muchas responsabilidades. Si tomas un trago de alcohol y no miras para otro lado, de repente has ofendido a alguien. Indudablemente puede ser agotador, pero estoy seguro de que es algo a lo que te acostumbras”, agregó.
En este punto, podría ser fácil señalar la estructura social surcoreana como una forma opresiva tanto de discriminación por edad como de sexismo, ya que también se espera que las mujeres obedezcan y se sometan a sus maridos, según la doctrina confuciana tradicional.
Pero, como pronto aprendió Bennett, el papel de la persona mayor también conlleva su propia responsabilidad.
“Gran parte de esa autoridad tiene que ver con servir. Si soy la persona mayor, que está más adelantada en términos de mi carrera y en la vida, cuidaré de ti dado que tengo más edad”, dijo.
En la Corea contemporánea, eso podría significar pagar la cena de la persona más joven o servir como mentor profesional y personal.
Es un concepto que se remonta al principio de piedad filial y al sistema de honores.
Formas de demostrar respeto
- Al dar y recibir dinero, hazlo con las dos manos.
- En caso de duda, utiliza siempre un estilo de habla formal y educado, independientemente de tu edad.
- En general, terminar oraciones con “yo” y “nida” denota la forma cortés, jondaemal
- Agrega el sufijo nim a los nombres y títulos para mostrar respeto.
En las relaciones más íntimas, a las amigas mayores no se les llama por su nombre, sino por el término genérico “hermana mayor” (unni cuando habla una mujer, noona para los hombres).
Los amigos varones mayores también se denominan “hermano mayor” (obba para hablantes mujeres, hyung para hablantes masculinos).
“En Corea, la ética social es una extensión de la familia. Tenemos que entender la sociedad como una familia más grande. Si conoces a una persona mayor, la tratas como a tu hermano o hermana mayor. Es una forma interesante de ver la sociedad, la nación y el mundo. Que la humanidad es solo una extensión de nuestra familia”, explicó Ro.
Pero Ro reconoce que en algún punto del camino, el principio confuciano de reciprocidad entre sénior y junior; más jóvenes y mayores; las relaciones masculinas y femeninas puede haberse perdido.
En lugar de relaciones mutuamente beneficiosas en las que se ofrece respeto a cambio de atención y se da deferencia a cambio de orientación, el sistema jerárquico puede facilitar el abuso y los desequilibrios de poder.
En el lugar de trabajo coreano, por ejemplo, el fenómeno de jefes que acosaban a los subordinados de menor rango es tan común que generó un término moderno para denotar el acoso en el lugar de trabajo llamado gapjil.
Y cuando se trata de igualdad de género, Corea del Sur registra constantemente la mayor brecha salarial de género entre los 38 estados miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Además, una creciente reacción dirigida por los hombres conservadores de Corea del Sur contra el movimiento feminista ha ido ganando impulso en los últimos años.
Un académico coreano moderno, Kim Kyung-il, incluso pidió la desaparición total del confucianismo en un controvertido libro titulado “Confucio debe morir para que esta nación viva”.
Para Ro, sin embargo, lo que aflige a la sociedad surcoreana no es el confucianismo, sino una mala comprensión del mismo.
“El confucianismo es una tradición viva”, dijo.
“Tenemos que revitalizar y reinterpretar nuestras tradiciones y hacer que tengan sentido para la sociedad moderna”, prosiguió.
“El confucianismo tiene 2.500 años. No podemos simplemente abandonar todo esto. De una forma u otra, estamos en deuda con esta tradición”.
Esta nota fue publicada originalmente en inglés.
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