La escasez de alojamiento en Suecia está dando un gran dolor de cabeza a los jóvenes de este país que defiende los controles de renta desde la Segunda Guerra Mundial
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En una torre de ladrillos rojos de la década de los 60, Oscar Stark, de 20 años, está calentando las sobras de una pasta vegetariana. El joven mantiene un estricto presupuesto para su alimentación, porque más de la mitad de sus ingresos los destina a pagar el subarriendo de un departamento tipo estudio en uno de los suburbios de Estocolmo.
“Tengo dificultades para que las cosas funcionen, pero no me rindo”, cuenta este consultor de marketing. Stark no pudo encontrar ningún lugar más barato para alquilar. Actualmente paga US$1.260 al mes, ya que no puede quedarse en casa con la familia porque su madre vive en otro lugar. “Realmente no tengo otra opción, pero por supuesto que no estoy satisfecho”, dice.
La escasez de alojamiento en Estocolmo y otras ciudades del país le está dando un gran dolor de cabeza a los jóvenes de Suecia, un país que ha estado defendiendo los controles de renta desde la Segunda Guerra Mundial.
Se supone que los alquileres deben mantenerse bajos debido a las normativas nacionales y a la negociación colectiva entre las asociaciones de inquilinos y propietarios aprobadas por el Estado. En teoría, cualquiera puede postular al sistema estatal de alojamiento que los suecos llaman “de primera mano”. Una vez que consigues uno de estos contratos tan preciados, será tuyo de por vida.
Pero en Estocolmo, el tiempo de espera promedio para conseguir un alquiler de este tipo es ahora de nueve años, en comparación con los cinco años de hace una década, según la agencia de vivienda de la ciudad Bostadsförmedlingen. Y este tiempo de espera se duplica en los barrios urbanos más atractivos de Estocolmo.
El atasco ha alimentado un próspero mercado de subarrendamiento o alquiler de “segunda mano”, con inquilinos y propietarios de “primera mano” que ofrecen departamentos a precios muy altos, a pesar de las regulaciones diseñadas para evitar que estafen a las personas.
“Realmente siento que Suecia ha fracasado [en materia de vivienda]”, dice Stark, quien cree que paga el doble del precio por el que debería alquilarse su departamento. Otras propiedades de alquiler controlado se pasan entre familiares y amigos, lo que beneficia a quienes tienen redes existentes y desafía a los recién llegados a la ciudad.
En Östermalm, el distrito central más exclusivo de Estocolmo, Christoffer -quien pidió ser identificado solo por su nombre de pila- subarrienda un departamento de estas características y comparte los gastos con su novia.
“Obviamente es un privilegio estar en esta situación”, dice el estudiante y trabajador de 24 años. “No es una buena solución a largo plazo tener que depender de esto”.
Las regulaciones diseñadas para evitar que los propietarios obtengan ganancias a largo plazo también están alimentando la inestabilidad del mercado. Y es que como los subarrendamientos legales rara vez pueden extenderse más allá de uno o dos años, los inquilinos de “segunda mano” tienen que saltar entre contratos a corto plazo.
Las habitaciones en propiedades compartidas también son difíciles de conseguir. La mayoría de las viviendas alquiladas están diseñadas para que las habite una persona, en vez de un grupo. De hecho, Suecia tiene la mayor proporción de hogares unipersonales de Europa.
“Tengo muchos amigos que tienen dificultades y deben mudarse muchas veces al año”, dice Maria Grigorenko, gerente de marca de 29 años de Estocolmo y originaria de Rusia. Recientemente, consiguió un departamento de alquiler controlado después de estar en una lista de espera durante nueve años.
Pero dice que conoce a pocos “tan afortunados” como ella. “En principio, creo que el sistema está ahí para ayudar, sin embargo, creo que el mercado y la demografía han cambiado mucho”.
¿Un problema europeo?
A pesar de sus complejos desafíos, Suecia se encuentra en una mejor posición en materia de vivienda que muchos otros países de la Unión Europea.
Solo alrededor del 8% de los suecos vive en hogares que gastan más del 40% de su renta disponible en vivienda, en comparación con el 15% en Reino Unido y casi el 40% en Grecia, según datos de Eurostat.
Los suecos también tienen menos probabilidades de vivir con sus padres que cualquier otro joven europeo.
Hasta hace poco, conseguir un departamento en buen estado y con renta controlada justo después de terminar los estudios era algo que algunos suecos simplemente daban “por sentado”, argumenta Liza, una trabajadora del sector tecnológico de 37 años.
Liza se mudó a Londres desde Estocolmo el año pasado y cree que los suecos que se quejan de la escasez de viviendas deberían poner su situación un contexto más amplio. “En Reino Unido, los departamentos suelen ser muy antiguos y no tienen un buen nivel, aunque el alquiler es mucho más alto que en Suecia”.
Pero otros argumentan que la creciente presión sobre la vivienda en Estocolmo refleja un patrón preocupante: los jóvenes se ven excluidos de las capitales europeas.
Un informe de la Fundación Abbé Pierre publicado en mayo arrojó un aumento del 11,5% en el número de jóvenes suecos de bajos ingresos que viven en propiedades abarrotadas de gente desde 2009. Las empresas también han expresado su preocupación por el impacto económico de la escasez de viviendas, ya que las ciudades buscan atraer trabajadores calificados.
La Confederación de Empresas Suecas dice que una de cada cinco compañías ha tenido dificultades para contratar personal debido a la falta de viviendas.
El enfoque a largo plazo en la administración de los edificios de alquiler controlado también significa que hay comparativamente menos agencias de alquiler privadas y menos posibilidades de departamentos corporativos que en muchas ciudades europeas.
“Queríamos ayudar a una familia de Londres a mudarse a Estocolmo y no pudimos encontrar una variedad de opciones [de vivienda] para que esto fuera factible”, dice Harald Överholm, quien dirige una empresa de energía solar en Estocolmo. “Es muy frustrante”.
En busca de soluciones
Lo cierto es que se están realizando esfuerzos para solucionar este problema. Entre 2015 y 2019, Estocolmo consiguió 83.000 nuevas viviendas y la construcción aumentó a un ritmo “inusualmente alto”, según Länsstyrelsen, un organismo estatal que conecta a las autoridades municipales y nacionales.
Sin embargo, los líderes políticos suecos están profundamente divididos. Algunos partidos de oposición de centroderecha proponen incentivos para ayudar a más jóvenes a comprar en lugar de alquilar, como por ejemplo, requisitos de pago de hipoteca más bajos.
Otros argumentan que si los propietarios privados pueden fijar sus propios precios -que ya es el caso en la mayoría de las ciudades europeas- esto estimulará una mayor inversión en los alojamientos de alquiler.
“Un nuevo modelo de mercado necesita fijar el precio del alquiler con mayor precisión”, dice Dennis Wedin, portavoz de vivienda del Partido Moderado, que está en la oposición a nivel nacional pero dirige el ayuntamiento de Estocolmo. “Un resultado sería alquileres ligeramente más altos en la ciudad, pero más bajos en los suburbios”.
Los socialdemócratas, que lideran la coalición nacional de centro izquierda del país, habían planteado reformas que permitieran rentas de mercado para las nuevas construcciones, pero dieron marcha atrás en junio después de que la idea afectara duramente al gobierno.
“Nos gusta nuestro sistema con el control de rentas, porque es un sistema en el que todos pueden pagar un departamento de alquiler”, señala Karin Wanngård, líder socialdemócrata de Estocolmo. Ella dice que un sistema de mercado haría subir los arriendos, haciendo que la capital se vuelva menos “abierta” para los residentes de bajos ingresos.
Pero está de acuerdo en que, incluso con inversiones importantes, podría llevar una década reducir el tiempo de espera de los inquilinos a menos de uno o dos años.
El sector privado también está tratando de abordar el desafío, con la adaptación de algunos espacios para la convivencia compartida, incluidos edificios de departamentos reconvertidos como una casa medieval o un antiguo hotel.
Las cocinas y los espacios comunes son compartidos, y algunos ofrecen literas al estilo de los albergues para aquellos con presupuestos ajustados.
Para Liza, que vivía en dos propiedades compartidas en Estocolmo, la experiencia fue positiva, le ahorró dinero y le permitió conocer amigos con los que se mantendrá en contacto “durante años”. “Aunque sé que todavía se considera un poco diferente... en realidad es una forma de vida realmente increíble y saludable”.
Sin embargo, no es para todos. De vuelta en su estudio suburbano, Oscar Stark se muestra escéptico. “Los suecos son muy introvertidos en general y no tan sociables”.
Mientras se debaten las posibles soluciones, parece que la creciente población de Suecia complicará el problema. Estocolmo es una de las regiones de más rápido crecimiento de Europa, y se esperan 400.000 personas adicionales en la ciudad para 2030.
¿Dónde vivirán todos? Eso es algo que está por verse.
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