El pacto de defensa entre Rusia y Corea del Norte es un nuevo dolor de cabeza para China
El tratado aumenta el riesgo de confrontación en la región podría impulsar a Estados Unidos y sus aliados a incrementar su presencia militar en la periferia de China.
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SEÚL.– En un contexto de narrativas globales en pugna, China ha buscado presentarse a sí misma como una nación pacífica, contraria a dividir el mundo en bandos rivales. En contraposición, acusa a Estados Unidos de construir alianzas que arrastrarán al mundo a una nueva Guerra Fría.
Sin embargo, el tratado de defensa mutua entre Rusia y Corea del Norte, que obliga a ambos países a proporcionarse asistencia militar inmediata en caso de guerra, es exactamente el tipo de construcción de bloques del que China acusa a Estados Unidos. Ahora, quienes acaban de aumentar el riesgo de una confrontación al estilo de la Guerra Fría en el nordeste de Asia son Rusia, el socio estratégico más estrecho de China, y Corea del Norte, el único país con el que China tiene un tratado de defensa.
Pero el nuevo pacto también es un dolor de cabeza en otros aspectos para Pekín, porque profundiza la sensación de que existe un eje trilateral entre China, Rusia y Corea del Norte, algo que Pekín ha intentado evitar. “Pekín se ha mantenido cuidadosamente ajeno a cualquier idea de un eje China-Rusia-Corea del Norte”, dice Yun Sun, director del programa de China en el Centro Stimson, con sede en Washington. “China quiere mantener abiertas todas sus opciones”.
Japón, Corea del Sur y Estados Unidos ahora podrían llegar a la conclusión de que la amenaza que plantea un tratado de defensa entre Rusia y Corea del Norte los obliga a profundizar su propio acuerdo de seguridad, anunciado el año pasado en Camp David, incrementando la cantidad de tropas o reforzando las defensas a lo largo de la periferia de China.
Por todas esas razones, es probable que al máximo líder de China, Xi Jinping, no le caiga demasiado bien el incipiente “bromance” entre Vladimir Putin, de Rusia, y su par norcoreano, Kim Jong-un. Reunidos anteayer en Pyongyang, capital de Corea del Norte, Putin y Kim anunciaron el acuerdo de defensa como el comienzo de una nueva era en sus relaciones bilaterales.
Según los analistas, el pacto también expuso las limitaciones de las asociaciones de China con ambos países.
Xi ya había declarado su amistad “sin límites” con Putin y comprometido un apoyo “inquebrantable” a Corea del Norte, cerrando filas con dos países autoritarios de ideas afines para contrarrestar lo que consideran la intimidación y el hostigamiento de Estados Unidos en todo el mundo.
Pero al alinearse con dos Estados parias, Xi también corre el riesgo de enfrentar las consecuencias del accionar de sus impredecibles líderes. La invasión a Ucrania por parte de Putin dejó gravemente dañada la relación de China con Occidente, que acusa a Pekín de no hacer lo suficiente para ponerle freno a Rusia. Y el redoble de tambores nucleares de Kim terminó uniendo a dos vecinos en tensión, Japón y Corea del Sur, en una asociación de defensa trilateral con Estados Unidos.
De hecho, cunde el temor de que Rusia le proporcione a Corea del Norte la tecnología necesaria para reforzar su programa de armas nucleares a cambio de municiones para usarlas en Ucrania.
Mala noticia
En un momento en el que necesita enfocarse en reactivar la golpeada economía china, Xi no puede permitirse más sorpresas. A pesar de su tono cada vez más hostil hacia Occidente, a Xi le sigue conviniendo mantener la posición de China en el actual orden económico global.
“El nuevo pacto entre Putin y Kim no es una buena noticia para Pekín”, apunta John Delury, profesor de estudios chinos en la Universidad Yonsei en Seúl, Corea del Sur. “Xi nunca tuvo una relación fácil con la recalcitrante dinastía coreana y ahora tiene cada vez más motivos para preocuparse de que Putin termine fogoneando las tendencias violentas de Kim”.
Entre la guerra en Ucrania y el riesgo de un conflicto en la península de Corea, dice Delury, “Putin y Kim son fuerzas generadoras de inestabilidad, justo cuando a China le convendría un ambiente de orden”.
China ha tratado de tomar distancia del nuevo pacto entre sus dos incómodos amigos, y un vocero de la cancillería se negó a hacer comentarios, diciendo que se trataba de una cuestión exclusiva entre Rusia y Corea del Norte.
Desde la perspectiva de China, el tratado Rusia-Corea del Norte, sumado a la alianza entre Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, ha “exacerbado significativamente el riesgo de confrontación, rivalidad o conflicto armado en la región”, apunta Shi Yinhong, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Renmin, en Pekín.
China sigue ejerciendo una influencia considerable sobre Rusia y Corea del Norte. Estados Unidos afirma que el Kremlin no podría sostener su guerra en Ucrania si China no le comprara ingentes cantidades de petróleo o no le suministrara bienes de consumo y tecnologías de doble uso, como chips y máquinas-herramienta, para alimentar su aparato bélico. En cuanto a Corea del Norte, depende del comercio con China para prácticamente todo, desde alimentos hasta energía.
Esa influencia sobre Moscú y Pyongyang refuerza la importancia de Pekín en momentos en que varios países han pedido, sin éxito, que China utilice su peso para frenar la acumulación nuclear de Corea del Norte o la guerra de Rusia en Ucrania.
Pero desde que Putin corteja a Kim, a Pekín le ha surgido un nuevo competidor en cuanto a su influencia sobre Corea del Norte. “Para Kim es una ganancia inesperada, y para Xi es un dolor de cabeza”, señala Danny Russel, analista diplomático y de seguridad del Instituto Asia Society Policy.
Contrapeso
“Para Pyongyang, lo más importante es que su asociación con Putin, aunque limitada, le aporta una valiosa influencia frente a Pekín”, dice Russel. “Enfrentar entre sí a las grandes potencias es una jugada clásica en la historia de Corea, y la enorme dependencia de China que ha tenido Corea del Norte en las últimas décadas es un lastre que Kim Jong-un está ansioso por reducir”.
“El que más sale ganando, y por lejos, es Corea del Norte, mientras que China es potencialmente el gran perdedor,” agrega Russel.
Una de las prioridades de Pekín es mantener al régimen de Kim en el poder, para preservar a Corea del Norte como amortiguador entre la frontera china y las fuerzas lideradas por Estados Unidos estacionadas en Corea del Sur.
Kim ha incomodado a China desde que asumió el poder en 2011, multiplicando rápidamente la cantidad de ensayos de misiles y ampliando su programa de armas nucleares. En un principio, Xi se negaba a reunirse con Kim. Recién cuando el entonces presidente Donald Trump anunció sus planes de reunirse con el dictador norcoreano, Xi cambió de rumbo y finalmente, en 2018, mantuvo conversaciones con Kim, antes y después de su cumbre con Trump.
“Ahora Xi podría sentirse obligado a verse nuevamente con Kim”, apunta Victor D. Cha, profesor de gobierno y relaciones internacionales de la Universidad de Georgetown y experto en Corea del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, “porque Xi no puede darse el lujo de permitir que Putin concentre y haga alarde de tanta influencia sobre su vecino”.
David Pierson y Choe Sang-Hun
The New York Times
(Traducción de Jaime Arrambide)
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