El orden y el terror, en manos de paramilitares
En varias zonas del país, grupos armados al servicio del chavismo imponen su autoridad
MIAMI.- Para el chavista, son la expresión urbana del Che Guevara, revolucionarios que luchan por "el proceso" desde trincheras excavadas en las barriadas. Para el opositor, esbozan el rostro violento de la revolución bolivariana, pandilleros mantenidos por el régimen para intimidar a la sociedad civil y, en ocasiones, hacer su trabajo sucio. Pero nadie en Venezuela duda de que están armados.
Los colectivos, como se autodenominan las unidades paramilitares al servicio del chavismo, personifican la espada de Damocles que cuelga sobre la civilidad de la política venezolana. Son la amenaza latente de que la revolución socialista emprendida por el fallecido presidente Hugo Chávez cuenta con armas para su defensa que no están necesariamente en manos de sus soldados y policías.
Y son agrupaciones que se encuentran en plena expansión, ahora que Nicolás Maduro está al timón, con los colectivos pasando de Caracas a otras ciudades del país, comentó Natalia Brandler, directora del Grupo de Estudios para América latina (Gepal), que investigó el fenómeno.
En algunos de los barrios pobres del país, estas organizaciones tomaron tanta fuerza que son ahora vistas como la única autoridad en ejercicio. En estos lugares, tradicionalmente zonas de Caracas donde la policía no se atreve a ingresar, se desempeñan como fiscales, jueces y jurado.
"Se toma la ley en sus manos, y dentro de sus zonas, ellos son los que deciden quiénes entran y salen, quiénes viven y mueren. Convirtieron estos barrios en pequeños feudos, donde mandan ellos, incluso por encima de lo que pueda decidir el gobierno central", señaló.
Son feudos desde donde operan una amplia red de extorsión. "Es el negocio extorsión tradicional de las mafias, donde te dicen: nosotros te cuidamos, y tú a cambio nos das un pago", comentó Brandler.
El control de estos grupos es casi total en zonas populares, incluyendo sectores del 23 de Enero, Catia y de Petare, donde agentes de la policía no pueden ingresar sin la autorización de colectivos como La Piedrita, Montaraz, Simón Bolívar, Los Tupamaros y Alexis Vive.
Si bien estos grupos operan con cierto grado de autonomía, al mismo tiempo son respaldados y protegidos por altos personeros del chavismo, que les brindan financiamiento, equipos y armas. El propio Chávez reconoció los beneficios de incorporar a las filas de la revolución a estas agrupaciones con inclinaciones de izquierda, que habían emergido orgánicamente dentro de algunos de los barrios más pobres de Caracas como organizaciones de autodefensa frente a la delincuencia.
"Chávez tenía grandes planes para los colectivos", comentó Anthony Daquín, ex asesor de seguridad del Ministerio de Interior y Justicia. "Llegó a considerarlos como el brazo armado de la revolución, una designación que sigue siendo utilizada dentro del chavismo", explicó.
En esencia, son grupos paramilitares integrados por elementos que recibieron formación en ideología e instrucción en operaciones de guerrilla urbana, dijo Daquín.
El chavismo invirtió holgadamente en la formación del liderazgo de estos movimientos. "Los líderes de los colectivos pasaron por un proceso de formación ideológica socialista y viajaron a Cuba, donde se los preparó en áreas que van desde el combate cuerpo a cuerpo hasta el combate armado", relató.
Además del adiestramiento, los colectivos reciben fondos y armas por parte del gobierno.
A cambio de esta ayuda, los colectivos son requeridos a prestar sus servicios al régimen en diversas labores. Participaron, por ejemplo, en jornadas de documentación. Y jugaron un papel central en la estrategia chavista durante las elecciones, cuando patrullaban armados y en motocicletas para intimidar al elector opositor, comentó Daquín.
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