El ocaso de la izquierda en América latina
MADRID.- Uno tras otro, los tótems de las izquierdas latinoamericanas caen como piezas de un dominó que avanza inexorable. Hay que hablar de izquierdas, porque diferentes son los proyectos políticos que han encarnado el chavismo, el kirchnerismo, el PT brasileño o Evo Morales. Pero es una evidencia cristalina que gran parte de las formaciones soi-disant progresistas del subcontinente, que dominaron la escena durante una década larga, oyen lúgubres campanadas.
El chavismo, que lleva Venezuela rumbo a una hiperinflación de memoria zimbabwense en medio de tasas de criminalidad pavorosas, sufrió una contundente derrota en las últimas legislativas; el kirchnerismo fue desalojado de la Casa Rosada; Evo cosechó un claro no a su deseo de perpetuarse en el poder; incluso Michelle Bachelet ve grietas abrirse en su antaño impoluta reputación debido a los manejos de su hijo. Ahora, el proyecto político empezado por el carismático Lula, seguido por Dilma Rousseff y admirado en su momento por medio planeta sufre su propio Armagedón, con el impeachment viento en popa y el país entero que se hunde en el hielo de la recesión y el barro de la corrupción.
¿Qué produjo este ocaso de los dioses (Götterdämmerung, cuarta y última ópera del ciclo del Anillo del Nibelungo) de dramatismo wagneriano? Obviamente, cada caso tiene sus explicaciones particulares. Pero es posible trazar algunos comunes denominadores.
Sin duda el fin de la bonanza de las materias primas cortó en seco el chorro que pagó buena parte de la fiesta en la región. Con distintas gradaciones, estos proyectos pusieron mucho el acento en la redistribución, pero quizá no bastante en fomentar la creación de riqueza, inversión y diversificación. Burocracias desesperantes, proteccionismos, corrupción y expropiaciones en distintas dosis según los casos no ayudaron a preparar bien varios de los países de la zona para el violento aterrizaje que ahora sufren. Por otra parte, la perpetuación en el poder siempre es tóxica, y tiende a causar excrecencias tumorales corruptas, incluso en lares con credenciales democráticas más consolidadas.
Contra esos cánceres se libra ahora en varios países de la región una auténtica ofensiva judicial, en ocasiones muy agresiva (¿era necesario detener a Lula para que declarase?).
La cuestión del equilibrio de poderes evidencia los grandes riesgos sistémicos que enfrenta América latina en esta colosal transición política regional. Casi todos los imprescindibles pilares de una saludable vida democrática están siendo -y serán- sometidos a duras pruebas.
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