El nuevo estallido en Egipto, un mal presagio para la región
El sangriento ataque de las fuerzas de seguridad egipcias, destinado a aplastar a los manifestantes islámicos, relegó tal vez al plano de una utopía inalcanzable ese cambio político en el mundo árabe hacia democracias más tolerantes, una reforma que fue exaltada como un posible efecto del fervor revolucionario que, en 2011, volteó a los regímenes autocráticos de Egipto, Túnez y Libia.
En Egipto, donde el primer presidente democrático, Mohammed Morsi, languidece en prisión desde hace más de un mes, la polarización de la sociedad y la parálisis económica alcanzaron nuevos extremos.
En Túnez, lugar de nacimiento de la así llamada "primavera árabe", el gobierno islamista moderado que tomó el poder es cada vez más débil.
Libia sigue sumida en el extremismo islamista y la anarquía de sangre, casi dos años después del asesinato de su caudillo, el coronel Muammar Khadafy.
Siria, cuya oposición política alguna vez sacó fuerzas para tomar inspiración de la renuncia de Khadafy, está hundida en una espantosa guerra civil teñida de jihadismo. No parece que el presidente Bashar al-Assad tenga la menor intención de abandonar el poder, y cada vez hay más indicios de que el país estaría por convertirse en el flamante y gran refugio de Al-Qaeda y sus derivaciones.
Las reformas que reclamaban millones de ciudadanos comunes -trabajo, alimentos, salud y seguridad- no fueron aún encaradas por la insurgencia política. Más bien todo lo contrario: sus penurias aumentaron.
"Lo que empezó como una «primavera árabe» se está metamorfoseando en algo más grande", dijo Andrew J. Tabler, del Instituto Washington de Política de Medio Oriente.
En el caso de Egipto, dijo Tabler, "no sólo vemos enfrentamientos con niveles inauditos de violencia, sino también un aumento del reclamo de la gente común, que ahora también se convirtió en una variable de la gobernabilidad, y una variable sumamente inestable".
Al mismo tiempo, según Tabler y otros expertos en Medio Oriente, no hay que olvidar que los cambios políticos de base llevan varias décadas o generaciones en todas partes. Tal vez la "primavera de Praga" de 1968 haya fracasado, por ejemplo, pero fue la precursora de los cambios en Europa del Este, que condujeron inevitablemente al colapso de la Unión Soviética, en la década de 1990.
Las revoluciones europeas de 1848 -una serie de levantamientos populares que son recordados como la oleada revolucionaria más extendida de toda la historia de Europa- sacudieron a más de 50 países, pero pronto colapsaron bajo la represión de fuerzas militares leales a las monarquías y las aristocracias. No obstante, sembraron las semillas del progresismo político, elemento constitutivo de la historia europea durante los siguientes cien años.
Los historiadores políticos dicen que dada la sucesión de largos y represivos regímenes autocráticos en los países árabes de Medio Oriente, la convulsión que sacude hoy a Egipto y a otros países, por dolorosa que sea, es comprensible.
"El antiguo orden regional ha desaparecido. El nuevo orden está siendo escrito con sangre y llevará mucho tiempo", dijo Sarkis Naoum, analista político del periódico libanés An Nahar. "No doy por perdidas esas transiciones, pero creo que se viene un período de suma inestabilidad", dijo Yacoubian. "Si Egipto se hunde en el desgobierno, el caos o la guerra civil, las repercusiones en el resto de las transiciones árabes serán enormes".
Dura condena internacional
Varios líderes repudiaron la violencia en Egipto
- "Los sucesos son deplorables y van en contra de las aspiraciones egipcias de paz, inclusión y democracia"
John Kerry
Secretario de estado de EE.UU. - "La confrontación y la violencia no son las formas de resolver asuntos políticos clave. Pido a las fuerzas de seguridad que se contenga lo que más que puedan"
Catherine Ashton
Jefa de la diplomacia europea - "La comunidad internacional, junto al Consejo de Seguridad de la ONU y la Liga Árabe, deben detener esta masacre"
Recep T. Erdogan
Primer ministro turco
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