El nuevo emperador de Japón, un músico y cosmopolita con una inusual visión global
TOKIO.- El nuevo emperador de Japón , que será ungido el 1° de mayo, es músico e historiador, un hombre de 59 años de modales suaves y callada tenacidad que sabe jugar en equipo, un esposo y amigo fiel que aportará una inusual perspectiva global a una institución milenaria como el Trono del Crisantemo.
Como la era de Naruhito transcurrirá ya más alejada de la sombra de la Segunda Guerra Mundial que cubrió la era de su padre, Akihito, de 85 años, el nuevo emperador gozará de mayor libertad para perfilar su reinado.
La Constitución de Japón solo otorga al emperador un estatus simbólico, y, en ese sentido, es probable que Naruhito siga los pasos de su padre, que abrazó su rol de símbolo de la nación. El 30 de abril, Akihito abdicará, y pondrá fin a su reinado de tres décadas.
Naruhito, primer emperador japonés que haya estudiado en el extranjero, es considerado como emergente de una nueva raza real: su visión del mundo se forjó al calor de las decisiones de su madre, la emperatriz Michiko, y de su padre, que desafiaron las tradiciones y con el milenario aislamiento del palacio, al abrirlo al pueblo japonés.
Akihito y Michiko, que nació plebeya, eligieron criar ellos mismos a sus hijos, en vez de confiar en el personal del palacio imperial. Y ambos apoyaron a Naruhito cuando eligió estudiar en la Universidad de Oxford, donde asistió entre 1983 y 1985 para realizar su tesis sobre la historia del sistema de transporte fluvial por el río Támesis.
"Será un fantástico emperador", dice Keith George, de 57 años, amigo de Naruhito desde sus días en Oxford. "Es una persona humilde que se preocupa por lo demás. Pero nunca obliga sus obligaciones. No lo hizo cuando era príncipe heredero y no lo hará ahora, cuando sea emperador".
Naruhito y George entablaron amistad no bien se conocieron, y George lo recuerda tanto por su sentido del humor como por su compartida afición por la música: George tocaba música folk y country en el banyo, y Naruhito es intérprete de viola.
La caballerosidad y la habilidad del príncipe heredero para minimizar su estatus real dejaron una fuerte impresión en quienes lo conocieron. "Nunca piensa en lo que significa para él. Siempre lo ve en términos de lo que implica para quienes lo rodean", dice George, que es abogado y vive en Charleston, Virginia Occidental.
Las memorias de Naruhito sobre su experiencia en Gran Bretaña contienen anécdotas sobre su vida lejos del hogar, incluido un cómico percance con un lavarropas rebelde.
Naruhito se convertirá en el 126° emperador de Japón, pero sus funciones serán radicalmente distintas a las que cumplía Hirohito, su abuelo. Hirohito –cuyo nombre póstumo es "emperador Showa", ya que después de morir los emperadores japoneses toman el nombre de la era de su reinado– recién dejó de ser tratado como un dios viviente recién tras la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Según la Constitución japonesa, de inspiración pacifista y norteamericana, el emperador carece totalmente de poder político.
En la conferencia de prensa anual con motivo de su cumpleaños, el 23 de febrero, Naruhito dijo que estaba abierto a ocupar el nuevo rol "que pidan los tiempos". Pero agregó que su ejemplo es la labor de su padre.
"Espero verlo desarrollar su propia manera de hacer las cosas en los próximos años", dice Toshio Shiraishi, viejo amigo de Naruhito. "El príncipe heredero estudió minuciosamente la labor del emperador Showa y del actual emperador, aprendió de ellos, y al mismo tiempo intenta descubrir qué se espera de su rol en la actualidad".
Shiraishi, un banquero que peina canas y toca el chelo, dice que el instrumento musical elegido por el príncipe heredero –la viola– revela mucho sobre su personalidad.
En un texto con el que contribuyó hace tiempo para el programa de mano de un concierto, Naruhito escribió: "Empiezo a entender el rol de la viola, que no se destaca, pero que es necesaria porque si no está, la armonía se vuelve solitaria. Es una profunda alegría haber elegido a la viola como amiga. Gracias a ella, conocí a muchas personas con las que pudimos hacer música juntos".
Según su amigo Shiraishi, Haruhito no solo sabe escuchar, sino que también es un gran conversador.
"Alienta a la gente a expresarse y siempre aporta para enriquecer la charla", dice Shiraishi. "No busca lucirse. Por el contrario, le gusta estar con gente y trabajar en equipo".
Los analistas del palacio dicen que, como emperador, Naruhito probablemente se enfoque en problemas globales, como la prevención de catástrofes y la conservación del agua. De hecho, son temas que viene investigando desde su visita a Nepal en 1987, donde vio a una mujer con sus hijos pequeños que debía recorrer largas distancias a pie para conseguir agua.
La esposa de Naruhito es una exdiplomática educada en Harvard que seguramente demostrará ser una excelente partenaire durante sus viajes y actividades en el extranjero. Pero todo dependerá de su salud, ya que desde hace 15 años padece de lo que el palacio describe como "depresión por estrés".
Naruhito ha demostrado ser un hombre decidido: le llevó ocho años de cortejo y dos rechazos convencer a Masako, a quien conoció en una fiesta en 1986, de casarse con él.
Masako limitó casi todas sus apariciones públicas desde fines de 2003, después de dar a luz a la única hija del matrimonio, la princesa Aiko, y de enfrentar fuertes presiones para engendrar un heredero varón para el Trono del Crisantemo. Naruhito siempre la defendió y ha manifestado su esperanza de que Masako pueda ampliar paulatinamente sus funciones.
La casa imperial enfrenta otras incertidumbres. Actualmente, solo el hermano menor de Naruhito, el príncipe Akishino, de 53 años, y su hijo de 12 años, el príncipe Hisahito, pueden sucederlo como emperador, ya que la ley de la Casa Imperial restringe ese rol a los herederos varones. La princesa Aiko, de 17 años, no está en la línea sucesoria.
Según Takeshi Hara, profesor de la Universidad Meiji Gakuin y experto en historia de la monarquía japonesa, Naruhito deberá tener una "gran fuerza de voluntad", similar a la de su padre, para hacer su propio camino como emperador.
George, su amigo de Oxford, confía en que Naruhito sabrá lidiar con sus futuras responsabilidades. Cuando estaban en Oxford y salían a cenar o a tomar algo, Naruhito solía confesar cuánto disfrutaba de las libertades de ser solo un estudiante. Pero según George, jamás se lamentó ni se quejó por su destino imperial.
"Jamás sentí ni percibí que lo viviese como una carga", dice George.
Mari Yamaguchi y Kaori Hitomi
Agencia AP
(Traducción de Jaime Arrambide)
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