El nacionalismo de vacunas se profundiza y los países pagan para llevar la producción a casa
Desde Australia hasta Tailandia, cada vez más países planean contar con plantas de vacunas radicadas localmente y modifican así la industria
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DESSAU, Alemania.- Para garantizar la producción masiva de vacunas, Alemania creó en 1921 el Instituto Bacteriano de los condados de Anhalt, en la ciudad de Dessau, institución que luego la República Democrática Alemana se ocuparía de consolidar. Hoy, exactamente 100 años después, el lugar se prepara para convertirse en un local de “ventanilla única” que integre la producción de vacunas contra el Covid-19 para el combate de Alemania contra la pandemia.
Es apenas un ejemplo de una serie de iniciativas de los gobiernos de todo el mundo para acceder a la vacuna, cuya producción está hoy fragmentada, después de que varios inconvenientes de fabricación privaran a los miembros de la Unión Europea (UE) de las dosis hechas en su propio territorio. Desde Australia hasta Tailandia, los países que planean contar con plantas de vacunas radicadas localmente están empezando a modificar el panorama de esa industria.
El emprendimiento alemán cuenta con el apoyo del gobierno regional, como parte de una iniciativa nacional, no solo para asegurarse el suministro para la propia población, sino para agregar las vacunas a la lista de exportaciones de Alemania. El gobernador de Sajonia-Anhalt, Reiner Haseloff, está convencido de que Alemania puede convertirse en un “swing producer” (productor-regulador) de vacunas, así como las empresas de energía eléctrica siempre mantienen capacidad ociosa para las épocas de mayor demanda.
“Esto es definitivamente comparable con la industria energética, donde el Estado también paga para mantener plantas en reserva”, dice Haseloff.
A diferencia de Estados Unidos, donde la Operación Warp Speed del gobierno empezó financiando la expansión y renovación de las plantas de producción a principios de la pandemia, son pocos los países a nivel mundial que tienen la opción de intervenir las fábricas. Alemania es uno de alrededor de diez países que planean esquivar la escasez de vacunas financiando la producción local de los laboratorios.
Algunos países -Australia, Brasil, Japón y Tailandia- se han asociado en la producción con el laboratorio sueco AstraZeneca PLC. Otros, como Italia, han prometido subvenciones estatales para un centro de producción de vacunas público-privado, mientras que Austria, Dinamarca e Israel planean establecer un fondo conjunto de investigación y desarrollo y explorar la posibilidad de producir sus propias vacunas de próxima generación.
La India juega un papel significativo en la producción de vacunas a nivel global, y Estados Unidos, Japón y Australia también planean ayudar a financiar el aumento de la capacidad de fabricación en ese país asiático, según altas fuentes del gobierno norteamericano.
El objetivo de todos estos movimientos es resolver la escasez mundial de dosis. Como las vacunas resultan claves para la reactivación económica, algunos países han firmado preacuerdos de compra para asegurarse el suministro.
2000 millones de dosis
La escasez de vacunas en Europa dejó demostrado que los Estados que dependen de las entregas de multinacionales terminan siendo vulnerables. En enero, AstraZeneca informó un recorte de más de la mitad de los suministros al bloque de le UE para el primer y segundo trimestres de este año, y les avisó a las autoridades de Bruselas que no podía desviar los medicamentos de fabricación belga que estaban destinados al Reino Unido. El recorte profundizó las tensiones entre Londres y Bruselas y llevó a los líderes europeos a poner freno a las exportaciones de vacunas fabricadas en la UE a partir de este mes, cuando Italia bloqueó las exportaciones de la inyección de AstraZeneca.
Alemania es un importador neto de todas las vacunas, y tiene un déficit comercial de 720 millones de dólares en esta área. Berlín planea cambiar esa situación, y para lograrlo piensa valerse, entre otros, del antiguo “Instituto Bacteriano de los Condados de Anhalt”, con sede en Dessau. Ahora, una empresa familiar llamada IDT Biologika, en Instituto Bacteriano, y AstraZeneca planean invertir más de 120 millones de dólares para expandir la planta y convertirla en una fábrica de vacunas completas.
La compañía dice que su objetivo es producir entre 30 millones y 40 millones de dosis mensuales desde fines de 2022, con producción a granel y también con distribución ya embalada en viales. Según el CEO de la empresa, Juergen Betzing, eso los convertiría en uno de los mayores fabricantes de vacunas de Europa, con capacidad de producir al menos 360 millones de dosis al año, y lo que es más importante, dentro del territorio de la UE.
Alemania aún no se ha reservado el derecho de compra de ninguna de estas vacunas, pero el gobierno se ha propuesto presentar antes del 1 de mayo un plan de incentivo a largo plazo para la producción de vacunas. Una fuente del gobierno federal de Alemania dice que los representantes de las farmacéuticas ya le avisaron a Berlín que las garantías de compra a largo plazo son más importantes para sus decisiones de inversión que la ayuda financiera del gobierno.
La planta de IDT también podrá producir vacunas para otras empresas de manera tercerizada, y junto con un encadenamiento de empresas en Sajonia-Anhalt, conformará el corazón de una política pública destinada a convertir a Alemania en el nuevo centro de producción de vacunas en Europa.
El objetivo de Berlín podría superar con creces la necesidad de vacunas que tiene la UE para sus 450 millones de habitantes, pero aún no está claro con qué frecuencia se necesitarán dosis de refuerzo para la inmunidad contra el Covid.
La pandemia es un desafío sin precedentes que implica inocular a miles de millones de personas. Pero según Robert Van Exan, consultor y exejecutivo de la farmacéutica Sanofi, si bien las vacunas son desesperantemente necesarias a corto plazo, estos planes “emparchados” reflejan la falta de una estrategia global coherente que el mundo necesita para cubrir la vacunación durante una pandemia.
“Construir la infraestructura adecuada lleva tiempo, y hay que pensarlo anticipadamente”, dijo Van Exan.
Ganar dinero
El aumento de la capacidad de producción de vacunas tiene sentido dada la necesidad de vacunar al mundo contra el Covid-19, tal vez incluso repetidamente, así como por la amenaza de futuras pandemias.
Pero los sitios de fabricación más grandes son también los más eficientes, y en determinado momento, la capacidad adicional distribuida en muchos países puede resultar antieconómica.
Prashant Yadav, investigador del Centro para el Desarrollo Global, un grupo de expertos con sede en Estados Unidos, dice que las ventajas de la fabricación a gran escala empiezan a notarse cuando uno puede producir más de 100 millones de dosis al año.
Yadav cree que solo cuatro o cinco países podrían escalar la producción sin aumentar los costos, pero si todos empezaran a montar pequeñas fábricas, “llegado un punto, todos terminaremos pagando un precio más alto”.
En Canadá, el gobierno federal está construyendo una planta de producción estatal en Montreal, con capacidad de fabricar alrededor de 2 millones de dosis de vacunas por mes a partir del próximo año, muy por debajo de ese umbral de dosis anual de 100 millones que menciona Yadav.
Consultado sobre los costos de una producción tan chica, el Consejo Nacional de Investigación de Canadá dijo que la apuesta estatal no está destinada a competir con el sector privado: “El objetivo de la nueva planta de producción es responder rápidamente a futuras emergencias de salud.
Traducción de Jaime Arrambide
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