El monumental cubo de mármol que promete redefinir una zona emblemática de Manhattan
La inauguración del Centro Perelman de Artes Escénicas, un proyecto de 500 millones de dólares, puede culminar la renovación urbanística de la Zona Cero
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NUEVA YORK.- El nuevo Centro Perelman de Artes Escénicas es el edificio cívico más glamoroso que se ha hecho en Nueva York en años. Con una doble función, redefinir la zona del Bajo Manhattan como un destino cultural y ofrecer un gesto de reparación a las víctimas de los atentados a las Torres Gemelas, se incorpora a la vida cultural de Nueva York el Perelman Performing Arts Center (PAC NYC), un espacio multidisciplinario que alojará todo tipo de expresiones artísticas.
Concebido para dar vida y atraer a la gente a un lugar devastado y de luto, llega finalmente a la Zona Cero -como se denomina al lugar que ocuparon las Torres Gemelas antes de ser derribadas el 11 de septiembre de 2001- esta obra arquitectónica que podría transformar el World Trade Center en un lugar muy diferente. El lugar está rodeado de nuevos rascacielos y situado en un barrio con más residentes que antes de los atentados, donde se destaca el museo y memorial dedicado a las víctimas.
La inauguración oficial fue este miércoles. Se trata de un cubo flotante de mármol translúcido, situado a los pies del One World Trade Center, de sólo ocho pisos de altura, en medio de una manada de rascacielos comerciales de gran altura. Mide solo 42 metros de alto, en comparación con los 541 metros de su vecino principal, el One World Trade Center, y el resto de rascacielos alrededor.
Prometedor
El proyecto de 500 millones de dólares (financiados por el banquero Ronald O. Perelman y el exalcalde, empresario y filántropo Michael Bloomberg) y 129.000 metros cuadrados llega en un momento, y a una Nueva York, muy diferente de aquella en la que se concibió hace dos décadas. Por aquel entonces, la ciudad estaba consumida por el dolor y el miedo, su economía en caída libre y la Zona Cero seguía siendo una tumba humeante.
Tal vez por eso, porque es terreno reverencial, el diseño del PAC NYC es discreto: un gigantesco cubo de escasa altura, revestido de mármol, opaco y ajeno al entorno de cristal y acero en que se levanta. Su fachada, sin ventanas, deja pasar la luz y de noche filtra la iluminación artificial del interior, como un farol chino o una representación del teatro de sombras.
La atención se centró después del 11 de Septiembre, con razón, en las familias de las víctimas, algunas de las cuales presionaron más para que se consagrara todo el sitio como un monumento conmemorativo.
Al mismo tiempo, había residentes del centro y otros que argumentaban que una respuesta al terrorismo -y lo que el vecindario necesitaba para volver a la vida- era un lugar para las artes.
Ya ha pasado una generación. Nueva York resistió otras crisis y enfrenta más. Perelman abre después de la pandemia, cuando el negocio del teatro está perdiendo empleos y no está claro cuántas personas volverán a trabajar en las oficinas, y mucho menos se aventurarán al World Trade Center para una velada de danza contemporánea o pop global. La Zona Cero sigue sin terminarse, con grandes parcelas todavía vacías, y Perelman no es la última pieza del rompecabezas: sólo la más pública y acogedora hasta ahora que no es un centro comercial o una estación de tren. Y la más prometedora.
Su arquitecto es Joshua Ramus. Se refiere al edificio como una “caja misteriosa”, en alusión a los tres teatros de exquisita ingeniería y formas cambiantes que alberga en su interior. Pequeños, medianos y grandes, están revestidos de paneles acústicos modulares de madera, apoyados sobre gruesas almohadillas de goma que amortiguan aún más el ruido del metro que pasa por debajo del edificio, y pueden combinarse y reorganizarse en más de 60 configuraciones, sus suelos inclinados o planos, balcones derrumbados o empujados, paredes desplazadas, escenarios bajados.
El edificio tiene dos plantas: en la primera o principal, habrá un restaurante de alta cocina con terraza, más el vestíbulo o, como los responsables del centro lo llaman, “una sala de estar para Nueva York”, con un escenario que ofrecerá espectáculos gratuitos, o a cambio de la voluntad, para neoyorquinos y turistas. “Este vestíbulo, que estará abierto al público, es un espacio donde la gente puede congregarse y ver actuaciones gratuitas”, explicó la directora ejecutiva de PAC NY, Khady Kamara.
Los tres teatros están en la planta de arriba, con aforos de 450, 250 y 90 personas cada uno, intercambiables y orgánicos. El tradicional patio de butacas se convierte gracias a sistemas hidráulicos en una cremallera retráctil que aumenta o se contrae según las necesidades de la obra en cuestión, da igual que sea teatro, ópera o danza.
Cada escenario es una caja separada por telones móviles de varias toneladas, herméticos e insonorizados, “de manera que un concierto de rock y una obra de teatro puedan celebrarse a la vez sin interferencias sonoras entre las salas”, explicó uno de los socios del estudio de arquitectura REX, responsable del diseño.
La vibración del subte, que pasa justo por debajo, tampoco se nota. El aforo total de las tres salas puede llegar a las 950 personas. Los telones correderos permiten crear hasta diez diferentes espacios; el escenario, que puede subir y bajar de nivel, adopta hasta más de 60 formas diferentes.
El PAC NYC no está llamado por su altura a figurar en el interminable skyline de la ciudad, donde pareciera que los rascacielos se dan codazos para figurar, pero representa la frutilla, o el punto final, de algo más importante: el plan maestro pergeñado hace dos décadas para sanar la peor herida en la historia de la ciudad.
The New York Times y El País
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