El misterio de Ain Dubai, la vuelta al mundo más grande del mundo, cerrada sin explicaciones hace un año
Nada se ha dicho públicamente sobre la rueda, lo que pone de relieve una cultura más amplia de secretismo en torno a los proyectos de alto perfil en los Emiratos Árabes Unidos
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DUBÁI.- Hace más de un año que la vuelta al mundo más alta del mundo dejó de girar, y sus responsables no dicen por qué.
Con más acero que la Torre Eiffel y casi el doble de altura que el London Eye, la Ain Dubái iba a estar cerrada sólo un mes. Luego otro mes. Y otro más. Finalmente, en abril, los operadores anunciaron discretamente su cierre indefinido.
Las enormes patas de esta maravilla de la ingeniería acumulan polvo, mientras andamios envueltos en arpillera rodean el eje principal.
Como pieza central de una isla artificial que cuenta con algunos de los inmuebles más caros de Dubái, la sensación de abandono es extraña. Alrededor del titánico disco se construyeron apartamentos de lujo, restaurantes de lujo, tiendas, un centro comercial, un Caesar’s Palace donde se supone que algún día se permitirá el juego en esta jurisdicción islámica. Nada se ha dicho públicamente sobre la rueda, lo que pone de relieve una cultura más amplia de secretismo en torno a los proyectos de alto perfil en los Emiratos Árabes Unidos, empresas que a menudo se interrumpen o arrasan sin explicación. (Dubái es uno de los siete emiratos que componen los EAU).
El mercado inmobiliario residencial de Dubái está al rojo vivo en estos días, gracias a la afluencia de capital de extranjeros ricos, incluidos los rusos que han acudido en masa al Golfo Pérsico desde el comienzo de la guerra en Ucrania, en busca de refugio de las sanciones internacionales. Según una estimación reciente, en el primer trimestre de 2023 se vendieron aquí más viviendas de 10 millones de dólares o más que en ningún otro lugar del mundo.
Pero la historia de la rueda evoca recuerdos de pasados descalabros inmobiliarios. Los críticos describen un panorama urbanístico construido a base de bombos y platillos, altamente especulativo, opaco, a menudo excesivamente apalancado y supervisado por funcionarios que se niegan a reconocer los errores y maquillan los fracasos con nuevos y relucientes proyectos, a menudo dejando a los inversores en la estacada.
En esta ciudad de estructuras superlativas, incluido el edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa, el Ain encajó perfectamente cuando se inauguró en octubre de 2021. Rápidamente dominó el perfil oficial de la ciudad, en anuncios, señalización vial y promociones turísticas. Ahora, su hogar en la isla de Bluewaters atrae a pequeñas multitudes la mayoría de las noches de fin de semana. El etacionamiento subterráneo de varios niveles de la isla rara vez se llena; su centro comercial es principalmente un lugar de reunión para empleados aburridos.
“El problema de construir lo más grande del mundo es que, cuando se supera cierta escala, se entra en lo desconocido, donde cuestiones que normalmente son menores pueden convertirse de repente en mayores”, afirma Aled Davies, director de enseñanza de posgrado del programa de ingeniería de la Universidad de Cardiff. “Pero no hay información al respecto, así que quién sabe: podría tratarse de cuestiones de material, podría ser una tensión adicional sorpresiva en el rodamiento por el viento o el movimiento estructural más allá de lo que estaba previsto que gestionara”.
Teorías
A falta de información oficial, los residentes de la isla de Bluewaters se han quedado adivinando. Algunos dicen que el Ain empezó a vibrar con fuerza durante los cinco meses que estuvo en funcionamiento. Otros afirman que la gigantesca estructura sacudía el suelo cuando giraba. Un comerciante dijo que el temblor hizo añicos las ventanas. Otros temen que los cimientos se hayan visto comprometidos. Todos hablaron bajo condición de anonimato, por temor a las repercusiones de las autoridades de los EAU, preocupadas por su imagen.
“Llevo dos años viviendo aquí y no he recibido ninguna notificación sobre lo que está ocurriendo”, dijo un residente con un apartamento frente al Ain.
“No oímos nada oficial”, dijo otro residente. “Algunos de la administración del edificio dicen que algo se rompió dentro del mecanismo del eje principal, y otros dicen que se está hundiendo. He oído a directores de hoteles de la zona de playa que da a la rueda decir que están calculando el riesgo y los daños ante la posibilidad de que se caiga”.
Con más de 243 metros de altura, el Ain se construyó para transportar a 1400 pasajeros y ofrecía cabinas privadas para cenas, eventos corporativos y fiestas elegantes. Ahora, no está claro qué ingresos generarán la rueda y sus alrededores.
Construida por un consorcio formado por la surcoreana Hyundai Engineering, la canadiense WSP, el promotor local Meraas y los especialistas holandeses en ruedas de observación Starneth, Ain Dubái es propiedad de Dubái Holding, la cartera de inversiones del soberano de Dubái, el jeque Mohammed bin Rashid al-Maktum. Contactadas en repetidas ocasiones a lo largo de varios meses, cada una de las empresas implicadas declinó hacer comentarios sobre lo ocurrido al Ain o sobre cómo se repararía.
La Asociación Alemana de Inspección Técnica (TUV) confirmó que había participado en la construcción del Ain, pero que había retirado su certificación de la estructura. El grupo, que prueba y proporciona certificaciones de seguridad independientes para una variedad de sistemas técnicos, no hizo más comentarios, diciendo que estaba obligado por un acuerdo de confidencialidad. La oficina de prensa de Ain no respondió a las solicitudes de comentarios.
El invierno pasado, otro local costero construido por los mismos promotores cerró repentinamente y está siendo demolido para dejar lugar a un nuevo hotel. Otros proyectos recientes -algunos totalmente construidos y otros inacabados- permanecen en el limbo oficial, con sus grúas inutilizadas y barras de refuerzo expuestas que aún se elevan hacia el cielo.
Proyectos fallidos
Justo al final de la calle del Ain se encuentra el emplazamiento del Dubái Pearl, un proyecto de 4000 millones de dólares para construir cuatro torres residenciales y comerciales conectadas en la parte superior por una gigantesca plataforma de varios pisos. Cuando recientemente se utilizaron explosivos para volar partes de la estructura, algunos vecinos pensaron que se había producido un terremoto.
La racha de fracasos sonados ha evocado recuerdos de los años posteriores a la crisis financiera de 2008, cuando el mercado inmobiliario de Dubái se desplomó, endeudando a la ciudad-emirato y exigiendo el rescate del emirato de Abu Dhabi.
“Ha habido muchos proyectos fallidos mucho después de la crisis de 2008″, afirmó Frederic Schneider, economista que escribió recientemente un artículo en el que describía la economía de Dubái como excesivamente dependiente del sector inmobiliario de lujo.
“Como la relación entre los promotores inmobiliarios y el gobierno de Dubái es muy porosa, una tensión en uno de ellos es una tensión en el otro”, afirmó. “Toda esta historia pone de relieve el riesgo que supone para toda la economía de Dubái centrarse en el desarrollo inmobiliario de gama alta”.
Pero para una ciudad que ha apostado su reputación mundial a la próxima gran cosa, siempre hay un incentivo para seguir construyendo: a finales de mayo, las autoridades anunciaron que se había completado un nuevo plan maestro para una segunda Palm Island, que llevaba mucho tiempo paralizada, siguiendo el modelo de la mundialmente famosa Palm Jumeirah.
El Ain, mientras tanto, sigue deslumbrando cada noche con espectáculos de luces LED que pueden verse a kilómetros de distancia. Los cajeros de los puestos de información sonríen y dicen, vagamente, que reabrirá pronto.
“Creo que los jeques no querrían moverlo para no quedar mal”, dice Oleg, residente en Bluewaters. “Al fin y al cabo, es un lugar emblemático, así que imagino que permanecerá aquí”.
Por Brian Rohan
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