El mismo espíritu que en Libia, pero con peores armas
Los rebeldes quieren que el presidente "acabe como Khadafy", pero tienen menos recursos
AL-QUSAYR, Siria.– "[Bashar] Al-Assad está dispuesto a destruir Damasco si es necesario", dice, con pena, Mohammed, activista sirio de Al-Qusayr, que, sentado en una silla de plástico blanca, sigue con ansia las noticias en la televisión sobre los combates de la capital sin perder un solo titular, cambiando frenéticamente de canal y bajo el estruendo de las bombas.
Todos los titulares narran el caos y el terror que se ha apoderado de Siria, donde las tropas gubernamentales pierden, poco a poco, el control del país y tratan de recuperar desesperadamente las bolsas de territorio que conquista el Ejército Libre Sirio (ELS). La imágenes muestran a combatientes luchando calle a calle en Damasco, donde miles de familias huyen de la extrema violencia y buscan refugio huyendo de los combates, como en otras localidades.
Al-Assad ha demostrado, durante el conflicto, que no le tiembla el pulso: aplasta cada foco de revuelta a sangre y fuego, detiene y tortura a miles de personas para mantenerse en el poder.
"Yo sueño con matarlo, que acabe como [Muammar] Khadafy. Debemos hacerlo, ojalá pueda ir a Damasco y hacerlo con mis propias manos", afirma Muaftar, en su casa rodeada de manzanos. Muaftar perdió cinco familiares, incluido su hermano menor, y ahora integra una de las muchas nuevas brigadas con las que cuenta el ELS.
El sentimiento de odio es idéntico entre la población civil de Al-Qusayr, bombardeada a diario desde hace tres meses, que ha sufrido demasiado tiempo, demasiadas muertes. "Espero que el final del régimen esté próximo, inshallah", dice el doctor Kaseem, que ya vio morir a centenares de personas en el hospital clandestino en el que trata de salvar vidas, sin personal, sin medicinas y sin siquiera anestesia para aplacar el dolor de los heridos.
Por la libertad
"El Consejo de Seguridad de la ONU no se pone de acuerdo. ¿Y qué? Mejor así, conseguiremos la libertad solos y no le deberemos nada a nadie", dice, mientras colabora en el armado de las cajas con la poca ayuda humanitaria que llega a esta localidad, para repartirlas en este inicio del Ramadán, un mes de ayuno con un calor húmedo y agotador.
"Antes convivíamos todas las religiones en paz. Ahora hay mucho odio entre nosotros. No sé cómo acabará esto, realmente hay una aversión hacia los chiítas muy grande", afirma Hamoud, otro activista que no sabe explicar muy bien qué vendrá después, en un país con la oposición dividida y donde hoy mandan las armas.
La batalla por Damasco abre un sinfín de interrogantes sobre cómo terminará la más larga y sangrienta de las revoluciones árabes, cuyo final dista mucho de ser tan rápido como el de Libia, que contó con la ayuda de la OTAN, un amplio territorio liberado como Bengazhi y una logística superior, como flamantes todoterreno, numerosas armas nuevas y teléfonos satelitales para los combatientes.
"Aquí somos pobres", asegura el comandante Abo Alsos, de la Brigada Al-Farouq. "Sólo hemos luchado con kalashnikov y RPG, así llevamos un año y cuatro meses", mientras los rebeldes libios contaban con baterías antiaéreas, asesoramiento de militares extranjeros sobre el terreno y el valioso apoyo de los aviones aliados contra las posiciones de Khadafy.
Más importante aún, tampoco Medio Oriente es el norte de Africa. La situación geoestratégica de Siria la convierte en un escenario en el que hay demasiados actores y todos buscan salvaguardar sus propios intereses, tratando de manipular un guión a medio escribir que se les va de las manos.
"Nuestros vecinos, ése es el problema. Israel, por un lado, que tiene conflictos con el Irán chiíta, y su alianza con el Hezbollah libanés, que complica las cosas", explica Tarek, maestro de escuela refugiado en casa de familiares desde que una bomba destruyó la suya.
Rusia y China completan el trío aliado de Al-Assad, con el veto a cualquier intento de sanción en el Consejo de Seguridad de la ONU, alertados hace un año por la famosa resolución para Libia y el deber de "proteger a la población" que dio carta blanca a la intervención militar.
¿Qué opciones le quedan a Al-Assad? Por ahora, lanzar nuevas ofensivas a lo largo y ancho del país, con toda la fuerza de la que es capaz. La caída de Damasco no será, por lo tanto, como la de Trípoli. "El derramamiento de sangre no ha hecho más que comenzar en la capital", dice Mohammed, que sabe que se enfrentan a uno de los ejércitos más fuertes y mejor armados de Medio Oriente.
"Nos tomamos todas las noticias con precaución. Aunque soñamos con la victoria, pronto", sostiene el activista, mientras mira por la ventana sin gran curiosidad para ver dónde cayó esa enésima bomba, fumando un cigarrillo tras otro, siempre frente a la TV.
Cuatro revoluciones, una más violenta que la anterior
Desde que comenzó en Túnez, en diciembre de 2010, la "primavera árabe" se expandió como un reguero de pólvora por el norte de Africa y Medio Oriente contra los regímenes autoritarios. Pero el entusiasmo inicial que despertó este movimiento popular disminuyó luego de que se incrementaron la violencia, los muertos y la duración de las revoluciones
VÍCTIMAS EN AUMENTO
- SIRIA
BASHAR AL-ASSAD
PRESIDENTE SIRIO
La familia Al-Assad ocupa el poder hace 40 años. Ante el reclamo de reformas democráticas, el régimen comenzó una brutal represión que no cesa, pese a que el gobierno está cada vez más débil.
20.000
Muertos en 16 meses
Según datos aportados por organizaciones de la oposición
- LIBIA
MUAMMAR KHADAFY
EX PRESIDENTE SIRIO
La terrible represión de Khadafy a las protestas en su contra impulsó una intervención militar encabezada por la OTAN en marzo de 2011. El líder murió en manos rebeldes, ocho meses después.
17.000
Muertos en 8 meses
Sin datos precisos, los últimos conteos oscilan entre 13.000 y 17.000 víctimas
- EGIPTO
HOSNI MUBARAK
EX PRESIDENTE EGIPCIO
Hosni Mubarak, quien gobernó con mano de hierro durante 30 años, fue derrocado en febrero de 2011, tras un mes de protestas; condenado a cadena perpetua por la represión de la rebelión.
850
Muertos en un mes
Fueron las víctimas que se cobró el régimen de Hosni Mubarak
- TUNEZ
ZINE EL-ABIDINE ALÍ
EX PRESIDENTE TUNECINO
La inmolación de un vendedor desencadenó la revuelta de menos de un mes que terminó con el gobierno de 23 años de Ben Alí, exiliado en Arabia Saudita y condenado a cadena perpetua.
340
Muertos en un mes
Fue el saldo estimado en la primera sede de la "primavera árabe"
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