El médico que atendió al Papa en el Gemelli reveló detalles sobre la dramática internación
“Hubo un momento en el que se tuvo que decidir entre parar y dejarlo ir o probar con todos los medicamentos y terapias posibles”, dijo Alfieri; cancelan la visita de Carlos III al Vaticano
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ROMA.– En otro fiel reflejo de esa transparencia y apertura que el Papa quiso que hubiera durante su difícil internación de 38 días en el hospital Gemelli, uno de sus médicos, Sergio Alfieri, que anunció el sábado pasado la sorpresiva alta médica y contó que había estado en dos oportunidades en peligro de vida, reveló este martes detalles de esos dos momentos, los más dramáticos.
“Se tuvo que decidir entre parar y dejarlo ir o probar con todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo un riesgo muy alto de dañar otros órganos”, contó Alfieri, en una larga e impactante entrevista con el Corriere della Sera. El cirujano romano, de 58 años, que conoce bien a Francisco porque lo operó dos veces de colon (en 2021 y 2023), describió la primera gran crisis que el Papa, de 88 años, tuvo el sábado 22 de febrero –cuando el mundo temió lo peor– y la que le siguió seis días más tarde, el viernes 28 de febrero, cuando tuvo un broncoespasmo, vomitó y debió ser broncoaspirado.

“Por primera vez, vi lágrimas en los ojos de algunas personas a su alrededor. Personas que, según pude entender durante este periodo de hospitalización, lo quieren sinceramente, como a un padre. Todos sabíamos que la situación había empeorado aún más y que existía el riesgo de que no lo lográramos”, rememoró Alfieri de la primera crisis.
Fue entonces que el equipo médico, en consonancia con el aval del papa Francisco, tomó la decisión de ir por todos los tratamientos disponibles. En este marco, quien tuvo un rol crucial fue Massimiliano Strappetti, el enfermero personal del papa Francisco que según él le salvó “la vida” al convencerlo de operarse de divertículos en 2021. Strappetti es el hombre de corbata que el domingo pasado, en la primera reaparición pública del Papa, estaba detrás de su silla de ruedas y le hablaba al oído.
Preguntado, de hecho, quién decidió no dejarlo ir, sino forzar e intentar con todos los fármacos y terapias posibles, aún poniendo en riesgo otros órganos, Alfieri contó que fue el Papa quien “delegó a Strappeti cualquier decisión sanitaria porque conoce perfectamente la voluntad del Pontífice”.
De hecho, Strappetti en ese momento le dijo al equipo médico presente: “Inténtenlo todo, no nos rindamos”.
“Es lo que también pensábamos nosotros y nadie se rindió”. El médico confirmó que Francisco sabía que corría riesgo su vida “porque estaba siempre alerta”. “Incluso cuando su condición empeoró estaba completamente consciente. Esa noche fue terrible. Él sabía, como nosotros, que quizá podía no superar la noche. Hemos visto al hombre que estaba sufriendo. Pero desde el primer día nos pidió que le dijéramos la verdad y quería que le contáramos la verdad sobre sus condiciones”, precisó.
Este mismo deseo estuvo presente en los partes médicos. “Nosotros le comunicábamos a los secretarios la parte médica y ellos agregaban otras informaciones que después el Papa aprobaba. Nunca nada fue modificado u omitido”, indicó Alfieri.
“Durante días corrimos el riesgo de dañar los riñones y la médula ósea, pero seguimos adelante. Luego el organismo respondió a los tratamientos y la infección pulmonar mejoró”, prosiguió Alfieri en su relato. Sin embargo, días más tarde, el 28 de febrero, irrumpió una nueva crisis que volvió a poner en riesgo la vida de su paciente ilustre.
“Cuando estábamos saliendo del período más duro, el Papa Francisco comió, tuvo una regurgitación y aspiró. Fue el segundo momento verdaderamente crítico porque en estos casos, si no se rescata con prontitud, existe el riesgo de muerte súbita además de complicaciones en los pulmones que ya eran los órganos más comprometidos”. “Fue terrible, realmente pensamos que no lo lograríamos”, dijo el médico.
Para Alfieri, que Francisco estuviera tan consciente de lo que le sucedía “fue también la razón que lo mantuvo vivo”. “En el pasado, cuando hablamos y le pregunté cómo hacía para llevar semajante ritmo de vida, él siempre me contestó: ‘tengo método y reglas’. Más allá de un corazón fuerte, tiene recursos increíbles. Pienso que a esto se sumó el hecho de que todo el mundo estaba rezando por él”, afirmó. “Hay una publicación científica según la cual las oraciones dan fuerza a los enfermos, en este caso todo el mundo se puso a rezar. Puedo decir que dos veces la situación estaba perdida y luego ocurrió como un milagro. Por supuesto, era un paciente muy cooperativo. Se sometió a todas las terapias sin quejarse jamás”, sumó el especialista, que es creyente.

Hablando del principio de la internación del Papa, ocurrida el 14 de febrero al mediodía, después de haber cumplido con una agenda de audiencias por la mañana en Santa Marta, Alfieri subrayó que, como es sabido, su paciente venía sintiéndose mal desde hace días. “Estaba mal desde hace días pero resistía porque probablemente quería respetar los compromisos del Jubileo. Cuando comenzó a respirar con cada vez más dificultad, entendió que no podía esperar más. Llegó a Gemelli con mucho dolor, pero quizá también un poco molesto. Aunque en pocas horas, sin embargo, recuperó el buen humor”, evocó.
Como en otras oportunidades, Alfieri elogió ese buen ánimo y sentido del humor siempre presente de Francisco, que, como contó en las conferencias de prensa, cuando él lo saludaba con un ‘buen día Santo Padre’, él le respondía ‘buen día santo hijo’ o cuando le preguntaba después de una de las crisis cómo estaba, le contestaba con el clásico ‘todavía vivo’. “Ha pasado y era su sentido del humor, pero sobre todo la demostración de su ánimo humano. Dice a menudo ‘todavía vivo’ y agrega ‘No se olvide de vivir y mantener el buen humor’”, contó. Y fue más allá: “tiene el físico cansado, pero la cabeza es la de un hombre de cincuenta años”, algo que demostró en la última semana de su hospitalización.
A días de ser dado de alta, y cuando lo peor ya había pasado, en efecto “empezó a sentirse mejor y pidió dar una vuelta por la sala”. “Le preguntamos si quería que cerráramos las habitaciones de los pacientes, pero él, al contrario, miró a su alrededor en busca de la mirada de los otros enfermos. Se desplazaba en silla de ruedas, un día salió de la habitación cinco veces, quizá más. Y luego llegó la noche de la pizza”, repasó. Entonces le dio dinero a uno de sus colaboradores y ofreció una pizza a quien lo atendió ese día.
Las cosas siguieron evolucionando bien y una mañana el papa Francisco lo miró a Alfieri y le dijo: “Sigo vivo, ¿cuándo nos vamos a casa?”.
Con el alta en mano, el médico le recomendó a su paciente que tenga sumo cuidado al menos dos meses. Al respecto, Alfieri explicó: “Ciertamente, en esta etapa hay prescripciones que se deben observar, como evitar el contacto con grupos de personas o con niños que puedan ser vehículo de nuevos contagios. Cuando se fue conversamos y prometimos no desperdiciar el esfuerzo que habíamos realizado. Pero él es el Papa, no somos nosotros los que podemos dictar el comportamiento”.
¿Cuál fue para él el momento más fuerte? “Cuando lo vi salir de su habitación vestido de blanco: el hombre vuelto a ser Papa”, contestó Alfieri. Aunque el que jamás olvidará es cuando, en el momento más difícil, el Papa lo tomó de la mano durante unos minutos “como buscando consuelo”.
Visita cancelada
A 48 horas del alta, en tanto, Francisco sigue a rajatabla las prescripciones médicas. “Está contento de haber regresado a casa”, contó una fuente vaticana, que precisó que concelebró misa en la capillita del ahora blindado y aséptico segundo piso de la residencia de Santa Marta. Como previsto, sigue con la misma rutina de las últimas dos semanas en el Gemelli, es decir, alternando sus terapias –farmacológica, de fisioterapia respiratoria y motora-, con lecturas, reposo y actividad laboral. También continúa con oxigenación de altos flujos de noche y y de día alterna este respaldo con cánulas nasales, aunque también tiene momentos de respiración autónoma.
En otra demostración de que, como también había destacado Alfieri, se ha vuelto un paciente “ejemplar”, tampoco recibió visitas, algo que le han pedido limitar al máximo para que no entren virus que podrían tirar todos los progresos por la borda.
En este marco y vistos los dos meses de convalecencia preescritpos, el Palacio de Buckinghm informó que aplazó “de común acuerdo” la visita a la Santa Sede anunciada por el rey Carlos III y la reina Camilla para el 8 de abril próximo.
“Los consejos de los médicos sugieren que al papa Francisco le vendría bien un período prolongado de descanso y recuperación. Sus Majestades le envían sus mejores deseos por su convalecencia y esperan visitarlo en la Santa Sede una vez que se haya recuperado”, indicó un comunicado, que precisó que se mantiene el resto de la visita real a Italia.
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