El magnate, listo para el combate que espera desde hace tiempo
WASHINGTON.- Ya la veía venir. Parecía casi inevitable. Ningún otro presidente de la historia norteamericana había sido tan amenazado con un juicio político, incluso desde antes de asumir el poder. Así que cuando, el martes, llegó el anuncio de que la Cámara de Representantes consideraría acusarlo por altos delitos y faltas, el presidente estadounidense, Donald Trump, dejó bien en claro que estaba listo para el combate.
Despotricó contra los demócratas de la oposición, denunciándolos por su partidismo "alocado". Denunció las acusaciones en su contra como "más de las últimas noticias con la basura de la Caza de Brujas". Y proclamó que si bien la batalla por el juicio político que vendrá será mala para el país, en cambió "será positiva para mí" al fortalecer sus posibilidades de obtener un segundo mandato en las elecciones del año próximo.
El comienzo de la confrontación tan esperada llegó cuando Trump estaba en Nueva York para la sesión de apertura de la Asamblea General de Naciones Unidas, donde tuvo lugar un espectáculo surrealista durante el cual el presidente intentó jugar de hombre de Estado global mientras se despachaba contra sus enemigos de Washington. En un momento, hablaba de guerra y paz y comercio con mandatarios y potentados. Inmediatamente después, pasaba a la posición de guardia para salvar su presidencia.
Trump dio un discurso poco entusiasta y desfiló por reuniones con líderes de Gran Bretaña, India e Irak mientras consultaba en privado a sus asesores por su próxima movida contra la Cámara baja. Poco antes de encaminarse a un almuerzo con el secretario general de la ONU, decidió publicar la transcripción de su llamada telefónica de julio con el presidente ucraniano, central para las acusaciones en su contra. De hecho, apostaba todas las fichas con la esperanza de que el documento resultara lo suficientemente ambiguo como para socavar la posición de los demócratas en su contra.
A la tarde, cuando la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se preparaba para anunciar la investigación para realizar el juicio político, el presidente se retiró a la Trump Tower para pensar en el rumbo a seguir.
Una conversación telefónica entre Trump y Pelosi no impidió evitar el enfrentamiento, y ahora ambos están listos para una batalla épica que pondrá a prueba los límites de la Constitución y el equilibrio de poderes estadounidense.
"Era inexorable llegar hasta acá", dice Michael J. Gerhardt, académico especializado en juicios políticos de la Universidad de Carolina del Norte. "El presidente extendió sus poderes más allá de los límites normales. Viene excediéndose desde hace un tiempo, y esta falta más reciente supera, incluso para muchos académicos, lo que se creía que un presidente puede hacer".
Trump parece cobrar más energía con la confrontación, como si estuviera ansioso por dar la batalla. Confiado en que obtendrá el apoyo de un Senado controlado por los republicanos, parece casi dar por sentado que la Cámara baja controlada por los demócratas votará en su contra y que el caso llegará a las elecciones del año próximo.
El expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, un aliado del presidente, dice que Trump puede permitirse estar confiado. Gingrich predice que a Pelosi le pasará lo mismo que a él en 1998, cuando lideró una investigación de juicio político contra Clinton y pagó el costo en las elecciones de mitad de mandato, cuando perdió la presidencia de la Cámara.
Gingrich dice que así como en su momento la opinión pública tomó distancia del juicio político de los republicanos, ahora pasará lo mismo con el juicio político de los demócratas. Pero en cambio, ahora Trump y los republicanos podrán concentrar toda la atención en Biden.
"Es una lucha que encierra a los demócratas en una posición cada vez más impopular -yo lo viví en 1998- y al mismo tiempo le da más importancia al asunto de Biden, que implica una enorme cantidad de dinero", dice Gingrich. "Trump sale ganando en los dos frentes".
Su comentario sobre la popularidad del juicio político es clave. Hasta ahora, por lo menos, las encuestas muestran que la mayor parte de los estadounidenses no apoya un juicio político contra el presidente. Pero Trump, según la encuestadora Gallup, no logró ni un solo día de su presidencia que lo apoyara la mayoría de los estadounidenses. Su índice de aprobación asciende actualmente al 43%. Pero tiene el apoyo del 91% de los republicanos, lo que le permite pensar que los senadores del partido no lo traicionarán.
La única sorpresa verdadera del día de ayer fue todo lo que se tardó en llegar hasta acá.
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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