El lobo solitario, el nuevo modelo de jihad que siembra el miedo
El eclipse de los movimientos terroristas alienta la aparición de individuos que actúan por su cuenta
PARIS (De nuestra corresponsal).- La trayectoria demencial seguida en estos últimos días por Mohammed Merah, que asesinó a siete personas en diez días en el sur de Francia, parece confirmar el destino trágico que conocen militantes y movimientos políticos en momentos del ocaso.
Como ocurrió con los extremistas de la OAS después de la guerra de Argelia en los años 60, en América latina durante la década del 70, en los años 80 en Italia y más recientemente en Gran Bretaña con el IRA y en España con ETA, el eclipse de los movimientos terroristas genera algunos electrones libres desesperados que -en la mitología popular- suelen ser definidos como "lobos solitarios" o "soldados perdidos".
Merah, de 23 años, visitó dos veces Paquistán y Afganistán, donde recibió adoctrinamiento religioso y probablemente entrenamiento militar, en campos controlados por Al-Qaeda. El objetivo de esos viajes era ser aceptado en las redes terroristas de la organización islamista que organizó los atentados contra las Torres Gemelas y encabezaba la "guerra santa" contra Occidente.
La progresiva desintegración de Al-Qaeda, simbolizada en mayo de 2011 por la muerte de Osama ben Laden, desestructuró las redes y lanzó a los militantes más fanáticos -y aislados- al extremismo, el terrorismo individual y, en muchos casos, a la delincuencia común.
Merah recorrió esos tres caminos. Según los expertos, ése podría ser el futuro del terrorismo internacional. "Estamos presenciando la próxima etapa del terrorismo", afirma Sajjan Gohel, director de la Fundación Asia Pacífico, un think tank de contraterrorismo basado en Londres.
Atrincherado en un edificio de Toulouse con varias armas y rodeado por centenares de policías, Merah "reivindicó ser un mujahidín" (combatiente de Dios) y "pertenecer a Al-Qaeda", según el ministro del Interior, Claude Guéant. Por esa razón estaba vigilado "desde hace varios años por la DCRI [Dirección Central de la Inteligencia Interior] y sus agentes de Toulouse", según el ministro.
Lo que se sabe de su historia personal no demuestra, sin embargo, ningún hecho de armas de envergadura. Peor aun, Merah habría comenzado su carrera delictiva siendo detenido en numerosas ocasiones por cuestiones de derecho común.
Para Louis Caprioli, ex responsable en la Dirección de Vigilancia del Territorio (DST, convertido en DCRI), el perfil de estos jihadistas es conocido desde hace unos 15 años. "A veces pequeños delincuentes se han convertido al salafismo", una corriente rigorista del islam sunita fundada sobre una interpretación estricta y literal del Corán", explica (ver aparte).
Los servicios de inteligencia occidentales estimaban recientemente que eran "algunas decenas" los jóvenes jihadistas regresados de las zonas tribales paquistano-afganas, entre ellos algunos franceses. Los últimos ataques islamistas en Francia remontan, en efecto, a la oleada de atentados de 1995.
La muerte de Ben Laden, el peligro permanente de los aviones no tripulados de Estados Unidos y las dificultades financieras de Al-Qaeda han reducido el número de voluntarios extranjeros que responden al llamado de la jihad, según fuentes concordantes de los servicios de inteligencia.
Debilidad
Los asesinatos perpetrados por estos lobos solitarios demuestran, en efecto, la debilidad por la que atraviesa el radicalismo islámico en sus santuarios de Paquistán y Afganistán y sus células locales en Europa.
Para Dominique Thomas, especialista del islam radical en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales (Ehess), "el método operativo y la logística de este joven muestran que dispone de pocos medios y que visiblemente no pertenece a esta red".
"La elección de estos objetivos parece más bien algo improvisada, aunque actúa de forma pensada", añade Dominique Thomas, que lo califica de "soldado perdido".
Pero si bien es cierto que esos lobos solitarios no representan desafíos de gran envergadura para los sofisticados servicios de inteligencia occidentales, el problema reside en que sus espectaculares acciones pueden terminar inspirando a otros extremistas -islamistas o neonazis- a imitarlos.
"Los asesinatos de Toulouse demuestran a los admiradores de Al- Qaeda que también ellos, actuando solos, pueden llevar a cabo ataques exitosos y sumergir una ciudad en el terror." "Eso fue exactamente lo que sucedió en Francia: la gente estaba aterrorizada, las escuelas sitiadas, la inseguridad se había apoderado de la urbe? Eso es verdadero terrorismo", insiste Sajjan Gohel.
Para los expertos, la matanza perpetrada por Anders Breivik en Utoya, en Noruega, en julio de 2010, que dejó un saldo de 77 muertos, consiguió alentar a los candidatos al terrorismo. "Aun cuando no tuviera nada que ver con Al-Qaeda, estableció un peligroso antecedente", concluye Gohel.
Breivik y Meran demostraron, en efecto, que un individuo aislado puede lograr sus siniestros objetivos.
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