Varias familias estadounidenses se enfrentan a la incertidumbre de no saber qué pasará con sus hijos adoptivos mientras continúe la guerra
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Cuando los tanques rusos empezaron a cruzar la frontera con Ucrania en febrero, Tracy Blake-Bell se dio cuenta de que iba a tener que irse del país europeo sin haber completado el trámite de adopción de Vanya, de 17 años, y Serogzha, de 14. Pero lo más angustiante para esta madre estadounidense de 48 años era saber que iba a tener que volver a su granja en Maine dejando a sus hijos atrás en una zona de conflicto.
“Legalmente no son mis hijos, pero se siente como si lo fueran. Y si hay algo que me enseñó esta guerra es que haré cualquier cosa legal, ética y moral que pueda para traer a esos chicos a casa por lo mucho que los amo”, le cuenta Tracy a BBC Mundo.
Con el ingreso del ejército ruso a Ucrania el 24 de febrero, familias estadounidenses que esperan adoptar niños del país europeo ahora no saben cuánto tiempo tendrán que esperar para abrazar a sus hijos.
“En este punto, por lo que Ucrania está luchando por su supervivencia, las adopciones están realmente estancadas. Tengo 25 familias que están esperando adoptar 39 niños”, cuenta a BBC Mundo Daniel Stevens, un trabajador social que coordina procesos de adopción para familias estadounidenses en Ucrania.
Apenas unos meses antes de que empezaran los combates en Ucrania, Tracy y su esposo Nat habían acordado adoptar a Vanya y a Serogzha. Los chicos habían pasado un par de temporadas cortas viviendo en la granja de la familia en la pequeña población de Leeds, en Maine. Adoptar era una idea que habían considerado desde su matrimonio en 2001, y se había mantenido a pesar de los años y la crianza de dos hijos biológicos.
“Nunca tomamos pasos formales para adoptar, pero en el verano de 2016, nuestros vecinos y buenos amigos publicaron una foto de tres niños de Ucrania”.
Se estaban quedando con ellos bajo una modalidad conocida como hosting u hospedaje, cuenta Tracy. La figura es similar a un intercambio estudiantil. Permite a niños extranjeros convivir durante periodos cortos (entre 1 y 3 meses) con familias que los podrían adoptar.
Fue a través de un proceso muy similar que Bethany y Nik Wight, una pareja de Wyoming, conocieron y adoptaron en noviembre de 2021 a su quinta hija, una niña ucraniana. “Incluso antes de casarnos, mi esposo y yo sabíamos en nuestro corazón que algún día íbamos a querer adoptar”, explica Bethany a BBC Mundo.
“Nuestros amigos hicieron hosting primero y solo verlos en ese proceso me hizo pensar ‘eso es muy interesante’ (...) gran parte fue que nuestros amigos eran los directores de este programa de hosting para Ucrania y dijimos ‘bueno, entonces empecemos’”.
‘Enamorándose’ de sus hijos
Tanto los Bell como los Wight aseguran que durante esa convivencia surgió el amor que hoy sienten por sus hijos. Tracy describe a Vanya y Serogzha como un “par de niños maravillosos” que se integraron a las rutinas de la familia e hicieron amistad con los hijos biológicos de la pareja.
“Un día que estaba enferma, me desperté con una nota en las cobijas que decía: ‘Tracy yo esquiar’ y los vi esquiando en una colina que tenemos fuera de la casa. Sabían que me podía preocupar y me escribieron una nota para decir ‘vamos a estar afuera’”.
“Cuando los despedimos en el aeropuerto un mes después, tuve un ataque de llanto. El niño pequeño, de 12 años, estaba llorando y el grande, con 15, intentaba no llorar. Y yo les seguía diciendo ‘no quiero que se vayan’”, agrega.
Bethany y Nik vivieron un proceso parecido con Lera, a quien trajeron a EE.UU. en 2021. “Realmente nos enamoramos de nuestra hija, a la que tenemos en casa ahora, y supimos que teníamos que avanzar con la adopción”, dice Bethany.
Y fue durante ese proceso con Lera que descubrieron que querían una segunda hija. Durante uno de sus viajes a Ucrania comenzaron los trámites para adoptar una chica que hoy tiene 17 años y quien aún se encuentra en el país. Hoy, legalmente, Bethany y Nik ya son los padres adoptivos de su hija. Lo único que deben hacer es viajar a Ucrania para firmar los papeles de salida del orfanato en el que hoy se encuentra.
“Sólo cuando mi hija haya cruzado la frontera es que me podré sentir confiada de que va a estar a salvo”, asegura.
El drama de la guerra
“Llevamos desde el viernes en la medianoche sin saber de ella”, dijo con angustia Bethany a BBC Mundo en la mañana del domingo. Por cuestiones de seguridad, Bethany prefirió no compartir con exactitud dónde está su hija.
Pero según contó a BBC Mundo, el orfanato donde aún se encuentra la niña está en la zona sur de Ucrania, cerca a la península de Crimea, que Rusia ocupa desde 2014.
En esta zona los combates se presentaron con ferocidad. “Hay momentos en los que simplemente necesitamos un descanso, porque es tan abrumador”, cuenta.
“Y cuando oyes que hay buses llenos de gente intentando escapar siendo bombardeados en la región donde está tu hija, eso te hace colapsar”, dice con la voz entrecortada por el llanto.
A la espera de un juez
Tracy está en constante contacto con sus hijos a través de un teléfono móvil que les dejó en su última visita a Ucrania. “Me tocó decirles que se aseguraran de que, si iban a cruzar alguna frontera a otro país con sus maestros y directores y compañeros de clase, tuvieran todos sus documentos legales con ellos (...) Todos esos documentos son necesarios legalmente para completar una adopción”.
Para poder traer a sus hijos a EE.UU., Tracy y Nat aún tienen que asistir a una audiencia con un juez, quien revisará el caso y preguntará a las partes si quieren proceder con la adopción.
Adicionalmente, la legislación ucraniana exige que las partes esperen un mes por si alguien quisiera apelar el proceso. Y aunque hoy los chicos están en Polonia, un sitio al que Tracy podría viajar, ella prefiere esperar, y no tomar una decisión que podría poner en riesgo todo lo que lograron hasta ahora.
“No hay nada que amaría más que ir a ver a mis chicos”, dice Tracy. “Pero quiero asegurarme de que tengo permiso de todos los entes gubernamentales. Me preocupa que un grupo de nosotros, gente con buenas intenciones, viaje a Polonia y se normalice una situación de extraños entrando y saliendo de los hoteles y que estemos poniendo a los niños en riesgo”.
Fuera de su control
Hoy estas familias están a la espera de abrazar a sus hijos y vivir en paz, lejos del conflicto que invadió los titulares del mundo. Desde la distancia, estos padres sienten que hicieron todo lo que pudieron.
“Tantas cosas estuvieron fuera de mi control. Realmente lo único que hemos podido hacer es depender del Señor para ayudarnos a superarlo”, dice Bethany. Espera una “luz verde” para traer a su hija a EE.UU.
“No importa lo que nadie me diga a nivel legal, yo voy a amar a estos chicos y voy a hacer todo lo que pueda para ser su mamá”, dice Tracy. “Incluso ser su mamá a distancia, si es que así termina la historia. Espero que no sea así…”.
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