El Líbano rompe el bloqueo político y elige a un presidente impulsado por EE.UU.
La decisión en favor del general de 61 años destraba dos años y medio de bloqueo político; en el Líbano esperan que haga cumplir el acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hezbollah iniciado a fines de noviembre pasado
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Beirut.- El Parlamento libanés eligió el jueves al general Joseph Aoun, un político independiente de 61 años, nuevo presidente del país después de más de dos años y medio de bloqueo político. Aoun, un candidato impulsado por Estados Unidos y Arabia Saudita, fue elegido en segunda vuelta con el apoyo de 99 de los 128 diputados de la cámara legislativa, un apoyo mayor de los esperado.
Los principales retos del general, que hasta ahora ocupaba el cargo de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, serán hacer cumplir el acuerdo de alto el fuego entre Israel y la milicia pro-iraní Hezbollah y nombrar un nuevo primer ministro que supervise la reconstrucción del país tras la reciente guerra con Israel.
“Una nueva fase en la historia del Líbano empieza hoy”, declaró Aoun en la ceremonia de toma de posesión de su nuevo cargo. El general situó como su principal prioridad la “construcción” de la nación y de su ejército, y señaló que con su elección no hay ningún “perdedor”. Su nombramiento llegó en la segunda votación, pues en la primera obtuvo el voto de 71 diputados, lejos de la mayoría necesaria según marca la Constitución.
Durante un receso de un par de horas entre la primera y la segunda votación, Aoun se reunió con los representantes de los partidos chiíes Amal y Hezbollah, y logró obtener finalmente su respaldo. Ambos partidos se habían opuesto a la candidatura de Aoun por considerarla un dictado de Washington, pero finalmente, llegaron a la conclusión de que su elección era inevitable. De acuerdo con una vieja convención en un país con un sistema político sectario, el cargo de presidente lo debe ocupar un cristiano, el de primer ministro, un musulmán suní, y el presidente del Parlamento, un musulmán chií.
El Líbano, un pequeño país con más de cinco millones de habitantes, ha sufrido una grave crisis económica a causa del colapso de su sistema bancario a finales de 2019. Durante los años siguientes, la lira libanesa perdió un 98% de su valor, y su inflación llegó a superar el 200%. Una potente explosión en el puerto de Beirut en 2020, y sobre todo, el conflicto bélico entre Hezbollah e Israel del año pasado agravaron todavía más las preocupaciones de la población libanesa.
Entre los analistas políticos libaneses existe un consenso en que la elección de Aoun es un reflejo del cambio en los equilibrios políticos en Medio Oriente sucedido en los últimos meses, y que se ha traducido en una notable erosión de la influencia de la República Islámica de Irán. Al debilitamiento de Hezbollah fruto de los duros golpes que le ha asestado Israel, cabe añadir la caída del régimen de Bashar al-Assad en Siria, un viejo aliado de Teherán.
Una de las claves de la elección de Aoun es la toma de conciencia por parte de la clase política libanesa de que un debilitado Irán no podrá pagar el coste de la reconstrucción de las zonas destruidas por los bombardeos israelíes en la reciente guerra. En las doce votaciones anteriores celebradas durante un período de más de dos años y medio, ningún candidato había logrado el apoyo necesario en un país polarizado y que vivió una guerra civil entre 1975 y 1991.
Aoun es percibido por la sociedad libanesa como un patriota y un hombre limpio en un país donde la corrupción es un problema endémico. El asunto que concentrará las energías del flamante presidente durante los próximos días será hacer cumplir el acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hezbollah, firmado el pasado 27 de noviembre. El pacto, que no evitó numerosos bombardeos israelíes, establecía un período de 60 días para la retirada de las tropas israelíes del territorio del sur del Líbano que ocupan desde su ofensiva de octubre pasado.
A cambio, Hezbollah se comprometió a retirar sus tropas presentes al sur del río Litani, situado a 30 kilómetros de la frontera israelí, una franja que pasaría a ser controlada de forma exclusiva por el ejército libanés. De Aoun muchos dentro y fuera del Líbano esperan que obligará a Hezbollah a retirarse realmente del sur del Líbano, a diferencia de lo que sucedió tras la guerra entre Israel y el Líbano de 2006. Entonces, la ONU aprobó una resolución de alto el fuego muy parecida a la actual, pero la milicia pro-iraní logró que no se aplique bajo la amenaza de desencadenar una nueva guerra civil.
“Me gusta Aoun, es un líder fuerte. Esperemos que ahora con los golpes que ha recibido Hezbollah y la caída de al Asad, Irán pierda influencia. No puede ser que Hezbollah decida de forma unilateral ir a una guerra que luego provoca la destrucción de medio país. Hezbollah no debería ser un segundo Ejército”, explica Mohamed, un comerciante suní que expresa una opinión bastante extendida en el país de los cedros.
A falta de poco más de dos semanas para el fin de la tregua, el próximo 26 de enero, Israel apenas ha movido sus tropas desplegadas en territorio libanés, lo que suscita sospechas respecto a su intención real de cumplir lo pactado. En Líbano se sospecha que el primer ministro hebreo, Benjamin Netanyahu, podría estar esperando a la llegada de su aliado Donald Trump a la Casa Blanca el próximo día 20 de enero para romper el acuerdo o bien renegociarlo bajo unos términos más favorables.
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