El Líbano: un viaje a un país mosaico para reconstruir una historia personal
¿Dudas? Todas. Quería conocer el Líbano por mis antepasados allí, pero tenía miedo: a los conflictos, a Medio Oriente , a reencontrarme con mi propia historia. Pero me decidí a viajar aprovechando que estaba trabajando en Barcelona . Pensé que sería bueno que alguien me guiara en este viaje. El elegido fue Don Omar, un libanés que emigró a la Argentina y hoy vive mitad de año en cada país.
El avión ya me demostraba la diversidad que iba a encontrar en este país de solamente 10.000 km2 (la mitad de la provincia de Tucumán ): algunas mujeres con atuendos típicos musulmanes con túnica y hiyab, un velo que cubre la cabeza y deja libre la cara. También hombres y mujeres con las mejores vestimentas de tiendas europeas. Es que el Líbano comprende 18 comunidades religiosas: los musulmanes chiitas y sunnitas, los cristianos maronitas, ortodoxos griegos, melquitas, protestantes, apostólicos armenios y los drusos, son los más importantes.
En Beirut me recibe Don Omar, un libanés de 82 años quien en el trayecto a su casa comienza a describirme los pueblos de acuerdo a la predominancia religiosa del lugar. "Aquí, en el Líbano, el valor de la comunidad es muy importante y uno pertenece a una comunidad religiosa más allá de que sea devoto o no a la misma. Si uno nació en tal pueblo, sabemos de qué religión es".
Don Omar nació en el Líbano en Kafr Silwan, en el Monte Líbano "Cuando tenía 8 meses mi padre se fue del país a la Argentina, donde ya estaba su padre. En el Líbano no tenía trabajo y su padre le dijo que la Argentina era una tierra para hacerse ricos". Pero Tufik, el padre de Omar, no solo no se hizo rico, sino que no volvió más al Líbano, abandonando para siempre a su familia.
Don Omar suspende su relato para mostrarme las increíbles vistas que el Monte Líbano ofrece. Estamos en Hammana, con una vista excepcional al valle de Lamartine, en honor al poeta Alphonse de Lamartine quien estuvo en el siglo XIX en ese lugar y dijo que era "uno de los más hermosos lugares presentados al hombre para poder admirar el trabajo de Dios". Y es que de cualquier rincón de la montaña la vista es impresionante.
Llegamos a Qornayel, donde se encuentra la casa de Don Omar. El recibimiento es definitivamente increíble: una mesa muy larga llena de delicias como hummus, hojas de parra, kebbe, tabbule entre tantas cosas. Lo que me sorprendió al principio se convirtió en moneda corriente con el correr de los días. Es que la amabilidad libanesa es abrumadora y, por momentos, agotadora.
Don Omar me invita a fumar narguile, un dispositivo usado para fumar tabaco de diferentes sabores filtrado por agua y compartido por diferentes personas al mismo tiempo "Es como el mate en la Argentina" observa Omar.
La ceremonia del narguile dura horas y es el momento para compartir con amigos y familia y para que Don Omar continúe con su historia: "En 1961, a mis 24 años, decidí ir a la Argentina a conocer a mi padre. La ida de mi padre fue terrible para mi familia. Durante la Segunda Guerra Mundial pasamos hambre. Todavía recuerdo a mi madre revolviendo una cacerola con agua, haciendo que cocinaba hasta que nos quedábamos dormidos".
Omar partió de Génova en el barco MS Giulio Cesare y llegó al Puerto de Buenos Aires. Su padre lo estaba esperando "Fue un encuentro espectacular. Nos fundimos en un abrazo eterno y lloramos sin parar".
Baalbek: contrastes de un país dividido
Para llegar a las ruinas de Baalbek hay que cruzar por el fértil valle de Bekaa o Becá flanqueado por las cordilleras del Líbano y anti Líbano. Es un valle famoso por las frutas que se cosechan allí así como por las bodegas de vinos que se han instalado en sus alrededores.
El Líbano es también conocido por la producción de cannabis , aunque la producción es ilegal. Está manejada por los barones de la droga del valle de Bekaa, cerca del límite con Siria , donde el clima es ideal para este tipo de cultivo. Recientemente, se instaló el primer laboratorio para explorar los beneficios de la marihuana con investigadores de la prestigiosa Libanese American University. Es que la legalización de la marihuana para uso medicinal aportaría 500 millones de dólares para la economía por año, en un país que tiene un déficit comercial de 18.000 millones de dólares. Es más, la consultora McKinsey, en un trabajo realizado para el país, les recomendó el cultivo productos de alto valor agregado, como la palta , invertir en el sector tecnológico y turismo (recreativo y médico). El cannabis, para muchos, entraría en cultivos de alto valor agregado.
Llegamos a Baalbek. La ciudad es la antítesis al orden existente en los pueblos de montaña. Además es una ciudad predominantemente musulmana, un cambio radical a solo 90 kilómetros de Beirut.
Las ruinas de Baalbek dejan a cualquier visitante con la boca abierta. Son un complejo de tres grandes estructuras: el Templo de Júpiter, el de Baco y el de Venus. Las ruinas hablan de la historia del país. En la antigüedad fue un santuario dedicado al dios fenicio Baal; fue ciudad griega; con los Selúcidas se llamó Heliópolis y luego fue colonia romana desde el emperador Augusto. Es que el Líbano, desde los fenicios en adelante, fue colonizado por el imperio de turno. Luego del mandato francés entre 1918 y 1943, el país ganó la independencia y se instala un sistema político único en el mundo donde las comunidades religiosas comparten el poder.
Comemos en un restaurante en la ciudad. "Vamos a comer Sfija (unas empanadas abiertas)" me dice Omar. Pero Omar habla con el cocinero, cruza la calle, va a la carnicería y decide qué carne usar para las Sfijas. "En el Líbano todo es posible, todo se negocia", afirma.
Nos atiende Alí, un mozo de origen palestino. Alí nació en el campo de refugiados Jalil (también llamado Wavel, a las afueras de Baalbek), uno de los 12 campos de refugiados para los 470 mil palestinos en el país luego de la fundación del Estado de Israel . Alí nos cuenta que desde que fueron expulsados por Israel, su familia vive allí. Alí tiene suerte, ha conseguido un trabajo y el permiso para poder trabajar. No todos corren con ese destino.
Laura es española y es funcionaria internacional de la Acnur, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados. Ella nos cuenta que la Acnur cuenta con cinco bases en el Líbano. "El problema de los refugiados palestinos fue superado por los refugiados sirios que son un millón y medio de personas en un país de 4 millones de habitantes. Hay que reconocer que el Líbano y su gente han sido increíblemente generosos, pero esto también genera tensiones lógicas en la sociedad".
Biblos: historia de Cruzados y de guerras
Biblos no puede faltar en una visita al Líbano. La ciudad es considerada la más antigua del mundo con un patrimonio histórico impresionante: restos de templos, una muralla de la edad de bronce, una necrópolis, restos de la época romana y medieval y el Castillo de Biblos de los Cruzados. Todo en la misma ciudad.
Omar me recomienda quedarme en la ciudad hasta que anochezca para ver lo vibrante que es. Y no se equivoca: donde estaba el mercado emergen pubs, restaurantes y bares que pululan en la vieja ciudad.
"De joven venía a Biblos. Me gustaba perderme en sus calles. La Argentina es diferente. Sus manzanas cuadradas es lo primero que me llamó la atención. En la Argentina trabajé con mi padre en una carnicería. Yo no tenía idea de carne. ¡Era decorador! Pero alquilamos varios puestos en ferias y mercados y nos fue bien. En 1967 volví al Líbano a ver a mi madre y buscar esposa, la encontré y me casé y volvimos a la Argentina." Hayat, la esposa de Omar, se instaló con él a las afueras de Buenos Aires: "Tuvimos una gran vida juntos y éramos una gran sociedad. Yo hacía los negocios y ella los administraba". De las carnicerías Omar pasó a tener un almacén, luego un supermercado, restaurantes, estaciones de servicio y hasta un cementerio. "He hecho muchos negocios. Es que los libaneses somos muy emprendedores. Los problemas y la guerra en este país nos ha hecho ser supervivientes."
Hasta los años 1970, el Líbano era el centro financiero de Medio Oriente lo que le valió el sobrenombre de la Suiza de Medio Oriente. Sin embargo, su importancia económica se desintegró con la terrible guerra civil libanesa entre 1975 y 1990, donde las distintas comunidades religiosas se confrontaron en una guerra fratricida.
Amal es socióloga y vive en Beirut. Para ella "El Líbano es un país donde la gente está comprometida con su comunidad pero no con el país y eso nos trajo más que problemas, nos trajo una guerra". La desintegración y desunión que trajo aparejada la guerra civil hizo famoso el concepto de libanización, o las fragmentaciones o divisiones de un país entre varios poderes, en desmedro del poder central que sólo controla una parte del territorio.
Beirut, grandeza y vestigios de conflicto
Vamos a Beirut. La ciudad es espectacular: Edificios ultra modernos de inversores libaneses del exterior o de dinero de países petroleros, una costa hermosa y una construcción permanente, como ocurre en el resto del país.
En 1975 Omar quería llevar a su familia al Líbano y, tal vez, instalarse allí permanentemente, pero estalló la guerra. "Había comprado los pasajes pero justo estalló todo por los aires, Beirut quedó destruida y no pudimos venir. Mi madre y mis suegros fallecieron en el transcurso de la guerra. Mi esposa Hayat falleció hace 10 años sin haber vuelto a ver a sus padres y a su patria".
La ciudad de Beirut muestra los vestigios de la guerra de los que Omar habla. Son imposibles de esconder. Es cuestión de caminar un poco para encontrar un edificio ametrallado, abandonado o bombardeado. Son las estructuras que no quieren desaparecer para recordar a los libaneses los estragos de la guerra.
"Por aquí pasaba la línea verde, comenta Omar, de un lado era cristiano y del otro musulmán." A mediados de 2006 el país había recuperado un considerable grado de estabilidad y desarrollo, la reconstrucción de Beirut estaba casi completa, y un número creciente de turistas volvía al país. Sin embargo, en el verano de ese año, estalló la Guerra del Líbano, de un mes de duración, entre el ejército israelí y Hezbollah, el grupo armado pro-iraní que causó daños en la infraestructura y bajas civiles. "Esa guerra destruyó infraestructura que todavía hoy no se ha reparado, semana Omar. Hay muchas veces cortes de luz que están relacionados a ese conflicto."
Sidón y el sur: el país que no miramos
"En Sidón hay que comer pescado" asevera Omar. Sidón es la tercera ciudad del Líbano, 50 kilómetros al sur de Beirut. Fue, junto a Beirut, Tiro, Biblos y Trípoli una importante ciudad fenicia. El castillo de Sidón, construido por los Cruzados en 1228, nos recibe en la ciudad. Me llamó la atención la poca gente que había en el mar. Un vendedor del zoco (el viejo mercado) me dice que la polución por un lado y el hecho de ser una ciudad con predominancia chiíta hace que las playas rara vez se usen.
Los chiitas y Hezbollah, marcan el paisaje de Sidón al sur, y sobre todo, luego de la ciudad de Tiro, yendo a la frontera con Israel. Más al sur vamos, más se percibe que uno está en otro país, o tal vez sea el país que muchos libaneses no quieren ver.
Mi último recorrido es a la ciudad de mis abuelos, donde vivió mi madre. Ella no pudo ver el desarrollo que tuvo su pueblo. Paso por las ruinas de lo que fue su casa. Don Omar me dice "esa era la ventana de la habitación de tu madre". Junto unas piedras para llevarle a su tumba en Argentina. Tal vez le haga recordar su infancia.
Me despido de Omar, mi padre, ese libanés emprendedor que no tuvo miedo de dejarlo todo para conocer a su padre. Nos fundimos en un abrazo, tal vez como él lo hizo hace casi 60 años atrás en el puerto de Buenos Aires.
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