El legado perdurará a pesar de la retórica del magnate y sus aliados
NUEVA YORK.- Cuando Barack Obama compitió por la presidencia en 2008, comprendió sin decirlo que hacía décadas que Estados Unidos no tenía un presidente altamente exitoso.
Bill Clinton hizo del país un lugar mejor, pero sus principales proyectos legislativos fallaron y sus presidencias estuvieron envueltas en el escándalo. Aunque popular en retrospectiva, la agenda legislativa de John F. Kennedy se vio frustrada tras su magnicidio. Harry Truman dejó la presidencia siendo profundamente impopular y Jimmy Carter perdió la reelección.
Lyndon Johnson, a pesar de sus grandes logros internos, fue empujado del Salón Oval. El cántico "Hey, LBJ, ¿cuántos chicos mataste hoy?", no transmite precisamente una idea de heroísmo progresista.
Esa historia de decepciones progresistas fue el subtexto de un temprano y revelador comentario de Obama: "Reagan cambió el rumbo de Estados Unidos como no lo hicieron ni Richard Nixon ni Clinton". La historia también llevó a Obama a rechazar el consejo de su primer secretario de Estado de que el legado de su mandato debía ser impedir una nueva depresión económica. "Con eso no alcanza", respondió Obama.
Y no alcanzaba debido a la gravedad de los problemas del país: la rampante desigualdad, Wall Street totalmente desregulado, el bajo rendimiento educativo, millones de estadounidenses sin seguro de salud y el cambio climático.
Más de una vez, Obama pareció continuar con ese patrón de decepción progresista. La izquierda le achacaba ser demasiado blando, mientras la derecha lo pintaba como un demonio o un desdichado. Y justo cuando pareció haber superado las críticas, llegó la peor amenaza de todas: la elección de Donald Trump.
Mañana, Trump y los republicanos del Congreso tendrán el poder de empezar a desmantelar la presidencia de Obama. Pero les será más difícil de lo que muchos piensan.
Una clara explicación de las razones de eso aparecen en el libro Audacity (Audacia), de Jonathan Chait, periodista de la revista New York. Chait documenta la magnitud de los logros de Obama en política interna, salud, impuestos, finanzas, clima, derechos civiles y educación. Chait también explica por qué todo eso no se desvanecerá así como así.
Si bien Donald Trump podrá revertir algunas de esas políticas, también enfrentará obstáculos. En primer lugar, algunos de los cambios de Obama son muy populares. Pensemos en el Obamacare.
En segundo lugar, la presidencia de Obama puso en marcha cambios que no están bajo el control de Washington. Muchos estados ahora son menos tolerantes con las escuelas con bajo rendimiento, y la política climática ha ayudado a que la energía no contaminante sea cada vez más barata y autosustentable.
Tercero, los demócratas en el Senado todavía tienen capacidad de bloquear algunas de las aspiraciones de los republicanos.
Lo cierto es que Obama tuvo éxito al abordar la tarea de gobierno desde una perspectiva rigurosa y basada en la evidencia. Arrancó tratando de sellar acuerdos bipartidarios y cuando eso falló, gobernó como un demócrata duro. Los yerros de Obama, como Siria, fueron serios, pero hasta el momento ningún presidente ha evitado cometer algún error grave.
Un demócrata exitoso
Obama deja el Salón Oval como el presidente demócrata más exitoso desde Franklin Roosevelt. Su efecto sobre "el rumbo de Estados Unidos", por usar su propia expresión, fue ciertamente menor que el de Roosevelt, pero está a la altura del de Reagan. Obama hizo mientras ocupó el cargo, mientras que Reagan protegió mejor sus cambios gracias a la ventaja obtenida por los republicanos en las elecciones en los estados y en el Congreso, y con la victoria de un sucesor que él mismo había elegido.
La flagrante derrota de Obama en este último punto deja a sus seguidores la ardua tarea de luchar para defender sus logros, en vez de poder soñar con avances en problemas que siguen siendo acuciantes, como el cambio climático y la desigualdad social. Pero el hecho de que los progresistas tengan tanto por defender es un verdadero testamento que habla del valor de lo ocurrido en los últimos ocho años.
"Cualquier reordenamiento importante del poder y los recursos en la vida de Estados Unidos enfrentará inevitablemente grandes resistencias, a veces durante décadas", señala Chait. Ocurrió tras la Reconstrucción, tras el New Deal, y tras el movimiento de los derechos civiles.
Cuando los historiadores miren hacia atrás para analizar nuestro presente, llegarán probablemente a la misma conclusión. También es muy probable que concluyan que la visión que tuvo Obama para Estados Unidos fue muy superior a la de Trump. Después de todo, una abrumadora mayoría de los norteamericanos nacidos en las últimas décadas comparten la visión de Obama. Y la historia, en definitiva, es escrita por los jóvenes.
Traducción de Jaime Arrambide
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