El largo camino de Mandela llegó a su fin: fue enterrado en su aldea
La ceremonia en Qunu reunió a 4000 personas y fue el último de una larga serie de eventos para recordar al primer presidente negro del país; emoción entre sus vecinos
QUNU, Sudáfrica.- Nelson Mandela descansa ya donde quería, bajo la tierra de Qunu. En esta aldea de sinuosas y verdes colinas creció el pequeño Rolihlahla, el nombre que le dieron sus padres, y aquí fue enterrado ayer en una ceremonia a la que asistieron más de 4000 invitados del mundo de la política, la cultura y las organizaciones sociales de todo el mundo.
El cuerpo de Madiba, el nombre de su clan, había llegado un día antes a esta pequeña localidad de la provincia de Cabo Oriental y fue velado por su familia en la casa que él mismo se construyó al salir de la prisión.
Desde primera hora de la mañana, en Qunu se respiraba un ambiente de tristeza y duelo que contrastaba con los alegres cánticos que la ciudadanía entonó durante los primeros días de duelo oficial por su muerte.
El cadáver fue trasladado a la enorme carpa donde se celebró la ceremonia, escoltado por el presidente, Jacob Zuma; su nieto y jefe actual del clan, Mandla; su viuda, Graça Machel, y su ex mujer, Winnie Mandela, vestidas de negro de pies a cabeza.
Un enorme mosaico con el rostro de un sonriente Mandela y un semicírculo de 95 grandes velas blancas (una por cada año del fallecido ex presidente) rodeaban el féretro, cubierto con la bandera sudafricana y situado en el medio del escenario, ante la tribuna de oradores.
Uno de los discursos más emocionantes lo pronunció Ahmed Katharada, compañero de prisión del primer presidente negro del país, que no pudo reprimir las lágrimas. "Ustedes perdieron a un padre, pero yo perdí a un hermano, mi vida quedó vacía, no sé a quién recurrir", dijo Katharada después de rememorar la última vez que estuvo con su "amigo" Mandela, en el hospital donde éste estuvo internado: "Me invadió la tristeza; me sostenía la mano, era profundamente desgarrador. Ojalá nunca me hubiera enfrentado a esa imagen".
En nombre de la familia, Nandi -una de las nietas de Mandela- rememoró que su abuelo "predicó con el ejemplo ayudando a los más desfavorecidos". Una virtud que también fue resaltada por los vecinos de Qunu, que estos días contaban mil y una anécdotas sobre cómo Mandela se convertía en una especie de Papá Noel cuando iba a pasar las fiestas navideñas a la aldea.
A Nozolile Qengge, vecina de Qunu, Madiba le regaló hace una década un vestido tradicional de la etnia xkosa, que ayer lucía orgullosa para acudir a presenciar el funeral de Mandela en la enorme pantalla habilitada en la cima de una colina con vistas al pueblo.
Zapatos, regalos, comida, uniformes escolares? Mandela siempre tenía un regalo que dar a sus vecinos, con los que le encantaba dialogar cuando se los encontraba en uno de sus paseos habituales por los tranquilos caminos de Qunu. Cuesta encontrar a alguien que no tenga una anécdota que cuente una conversación, un saludo.
"Siempre tenía una palabra amable para todo el mundo, una sonrisa", explicó emocionada Cinthya Xal, mientras lavaba la ropa en el patio de su casa.
"Vete tranquilo Tata [papá], ve con nuestros ancestros", se despidió la nieta. En este mismo tono, el presidente Zuma declaró: "Añoraremos tu sonrisa, tu risa, apreciaremos cada momento que pasamos contigo. No vamos a decirte adiós porque vivirás para siempre en nuestros corazones". Emocionado, el presidente terminó con un pensamiento compartido por la ciudadanía: "Cometimos el error de creer que eras inmortal. Adiós, héroe de héroes".
Terminados los discursos, el foco se trasladó al mausoleo familiar, en el jardín de la residencia de la familia. Con todos los honores militares, el ataúd descendió y quedó sepultado en el mismo lugar donde yacen los tres hijos muertos de Mandela.
A pesar de que en Qunu el sentimiento compartido era de orgullo, también se oyeron quejas porque la organización excluyó a los vecinos de participar directamente en las exequias y fueron invitados a presenciar el acto a través de pantallas.
"Esto no está bien porque han traído a gente de Johannesburgo y del extranjero que seguramente no tienen tanto en común con él como nosotros", se lamentó Bambihlelo Majuqwana, antiguo luchador antiapartheid que no quiso perderse el último adiós "a un gran hombre".
Aunque había anunciado que no asistiría al sepelio al sentirse marginado por el gobierno, finalmente Desmond Tutu, arzobispo emérito de Ciudad del Cabo y amigo personal de Mandela, sí acudió a la ceremonia de despedida del líder africano. El gobierno de Zuma salió al paso de la polémica y aclaró que Tutu era bienvenido al acto.
El arzobispo coincidió en la ceremonia con los príncipes de Gales y de Mónaco, la célebre periodista norteamericana Ophra Winfrey, el empresario británico Richard Branson y los ex primeros ministros franceses Alain Juppé y Lionel Jospain, entre otros invitados.
Tras diez días de funerales que estremecieron al mundo, el largo camino para Mandela llegó a su fin.
Marta Rodríguez Carrera
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