El Kremlin refuerza su poderío militar... con los delfines asesinos de Crimea
Fanático de los animales, Putin tomó el mando de esa insólita unidad de combate
Amigo de la naturaleza y fanático de los animales, Vladimir Putin se queda con todo en Crimea y toma para el Kremlin no sólo territorios, ciudades y unidades militares, sino también los programas secretos que, hasta hace poco, controlaba Ucrania después de heredarlos de la ex Unión Soviética.
Luego de que sus fuerzas completaran el dominio total de la armada ucraniana en Crimea al abordar el dragaminas Cherkessy, Putin, un tiburón en el escenario internacional, volvió a tomar el mando de una unidad de combate integrada por delfines y leones marinos con sede en Sebastopol.
Nadie sabe cómo pero, según consignaron los medios rusos, tanto los cetáceos como los otáridos ya juraron lealtad al Kremlin, cuyo jefe suele fotografiarse con tigres, osos, caballos y grullas.
Mientras en los años 60 enfrentaba a Washington en una guerra fría global, la Unión Soviética comenzó a entrenar delfines y otros mamíferos marinos para detectar minas, objetos, obstáculos y buzos tácticos, a quienes incluso podían asesinar.
Como todo relato de la Guerra Fría, el programa no estuvo exento de mitos y fantasías. Mientras en Estados Unidos las aventuras de Flipper y su pequeño amo pecoso rompían récords de rating televisivos, en la nevada y oscura calle Lubyanka de Moscú técnicos de la KGB desarrollaban dispositivos especiales que, configurados a la fisonomía del cetáceo, lo convertían en una máquina de matar.
Cuchillos y arpones eran accesorios que formaban parte de la instrucción junto con las clásicas pelotas multicolores, sogas y anillos de metal, elementos de juego de los delfines asesinos.
Expertos del Delfinario de Moscú aseguraron a la agencia RIA Novosti que los delfines habrían resultado inútiles para este tipo de misiones, porque, mientras los leones marinos y las focas no tenían ningún problema en realizar el trabajo sucio, los cetáceos eran más obstinados al momento de emprender sus letales acciones.
Tal vez más desagradable por tratarse de uno de los animales que más simpático le cae al hombre, los delfines también podían estar equipados con explosivos para llevar a cabo ataques suicidas contra buques enemigos. Supuestamente podían distinguir las naves soviéticas de los potenciales objetivos que debían destruir.
Pero los soviéticos, según publicó recientemente el diario británico The Telegraph, tampoco habrían logrado convertir en kamikazes a los delfines, cuya extrema inteligencia les advertía que se dirigían a una muerte segura. Siendo cautivos, eran libres y nada sabían de la obediencia debida, propia de los códigos militares.
En cursos más benévolos, se los instruyó para encontrar torpedos perdidos durante las maniobras navales y así evitar que cayeran en manos enemigas. Todo gracias a su sistema de localización por ondas de ultrasonido, que les permite interpretar, mediante el eco de las señales que emiten, los elementos de su entorno. Fue uno de esos ejemplares el que halló un submarino no tripulado que se había perdido en la década de los 50.
Sin confirmación oficial, los rumores en Ucrania decían que, en la práctica, la Flota del Mar Negro se limitó a usarlos para atrapar buzos no autorizados en aguas cercanas a sus bases navales en la península de Crimea. Aparentemente, el desafortunado era capturado por uno de esos tantos killers acuáticos que patrullaban las aguas y luego empujado por el propio animal hacia la superficie. Allí, las amables fuerzas de seguridad soviéticas rescataban al buzo del cetáceo, ya desesperado por sangre.
Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, Kiev heredó a los animales y sus instructores. Entonces sin desafíos geopolíticos, la unidad de los letales delfines enterró momentáneamente sus arsenales, rescató los anillos y las pelotas, y se reconvirtió en un gabinete de terapistas marinos para chicos con capacidades diferentes. Algunos no aceptaron sus nuevas tareas humanitarias y tres de ellos "desertaron" en marzo de 2013. Los tiempos ahora son otros. Con Crimea anexada y el apoyo de la chequera del Kremlin, los rusos descartan que Putin desee instalar un acuario con dóciles atracciones.
"El programa será preservado y redirigido. Se sumarán tareas de espionaje para la armada rusa", dijo uno de los empleados del delfinario. Un dato revelador que confirmaría la reapertura de la escuela de homicidas, la vuelta a clase de los delfines con nuevos y mejores equipos y la esperanza de que, esta vez sí, las flamantes mascotas de Putin se conviertan en verdaderos ángeles de la muerte.
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