El Kremlin alienta la militarización de una sociedad “rodeada de enemigos”
El gobierno de Vladimir Putin se lanzó a moldear una mirada militarista en los rusos de todas las edades; el adoctrinamiento advierte que el país debe defenderse de Occidente
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MOSCÚ.– Seis adolescentes de uniforme militar y borceguíes subieron a un podio para recibir un premio en reconocimiento a una disciplina cada vez más importante en Rusia: el patriotismo.
Durante varios días, estudiantes de todo el país compitieron en actividades como lectura de mapas, tiro y cuestionarios de historia. El concurso fue financiado en parte por el Kremlin, entre cuyas prioridades ahora se encuentra la educación “militar patriótica”.
“Los padres y los hijos entienden que la agresiva coraza que rodea a nuestro país se está poniendo cada vez más tensa”, dice Svyatoslav Omelchenko, un veterano de las fuerzas especiales de la KGB que fundó Vympel, la agrupación que organizó el evento.
“Estamos haciendo todo lo posible para asegurarnos de que nuestros hijos sean conscientes de eso y que estén dispuestos a ir y servir”, añadió el exagente de los servicios de inteligencia de la antigua Unión Soviética.
En los últimos ocho años, el gobierno ruso fomentó la idea de que la madre patria está rodeada de enemigos, un concepto que se infiltró en instituciones nacionales, como las escuelas, las fuerzas armadas, los medios de comunicación y la Iglesia Ortodoxa. Y hasta llegó a plantear la posibilidad de que el país podría tener que volver a defenderse como lo hizo contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Ahora que Rusia apila tropas en la frontera con Ucrania y alimenta en Occidente el temor a una invasión inminente de ese país, la constante militarización de la sociedad rusa bajo el gobierno del presidente Vladimir Putin de repente cobró una importancia central, y muchos parecen haberse acostumbrado a la idea de que se avecina un conflicto.
“Las autoridades venden activamente la idea de la guerra”, dijo este mes en su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz el editor periodístico ruso Dimitri Muratov, que compartió el premio con Maria Ressa. “La gente está acostumbrándose a creer que la guerra es posible”, agregó Muratov.
Si bien no hay indicadores de un aumento del fervor bélico, existen muchas señales de que el gobierno viene fomentando una disposición al conflicto.
Este año, el Kremlin puso en marcha un programa de 185 millones de dólares que apunta a aumentar drásticamente la “educación patriótica” de los rusos, por ejemplo, a través de un plan para sumar por lo menos 600.000 chicos a las filas del Ejército Juvenil.
Los adultos aprenden su lección por la televisión estatal, donde los programas políticos difunden el relato de un golpe fascista en Ucrania y un Occidente empecinado en destruir a Rusia. Y todos coinciden en rendir homenaje a la memoria casi sagrada de la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial, un hito del que se apropió el Estado para forjar una identidad de una Rusia triunfal que debe estar lista para tomar las armas nuevamente.
Alexei Levinson, director de investigación sociocultural en el Centro Levada, una encuestadora independiente moscovita, dijo que la tendencia representa una “militarización de la conciencia” de los rusos.
En las encuestas regulares del centro, el Ejército pasó a ser en 2018 la institución en la que más confían los rusos, superando incluso al presidente. Este año, el porcentaje de rusos que dicen temer una guerra mundial trepó al 62%, el máximo histórico registrado desde el comienzo de las encuestas, en 1994.
Sin embargo, Levinson se encargó de señalar que eso no significa que los rusos recibirían de buena manera una conquista sangrienta del territorio de Ucrania. En cambio, significa que muchas personas fueron condicionadas a aceptar que Rusia está trabada en una rivalidad existencial con otras potencias y que el uso de la fuerza es una posibilidad.
En la encuesta de Levada publicada la semana pasada, el 39% de los rusos dijo que la guerra entre Rusia y Ucrania es inevitable o muy probable. La mitad dijo que Estados Unidos y la OTAN son culpables por el reciente aumento de las tensiones, y no más del 4% –en todos los grupos etarios– dijo que la culpa es de Rusia.
La convicción generalizada en la sociedad de que Rusia no es el agresor refleja una ideología fundamental que se remonta a la época soviética: que el país solo libra guerras defensivas. El gobierno incluso destinó fondos para películas que explotan esa temática.
En abril, el Ministerio de Cultura decretó que “las victorias históricas de Rusia” y la “misión rusa de preservación de la paz” figuraban entre los temas prioritarios para productores de películas en busca de financiamiento gubernamental.
¿Amantes de la paz?
“Ahora insisten en que Rusia es un país que ama la paz y que está permanentemente rodeado de enemigos”, dice el crítico cinematográfico ruso Anton Dolin. “Algunos hechos contradicen esa idea, pero aparece en las películas y la insertan en el contexto de la Gran Guerra Patria. Es algo que todos conocemos desde la infancia”.
En la televisión estatal rusa, el relato de una Ucrania controlada por los neonazis y utilizada como punto de apoyo para una agresión occidental ha sido un motivo recurrente desde la revolución prooccidental de 2014 en Kiev. Después de la revolución, Rusia anexó la península ucraniana de Crimea, fogoneó una guerra en el este de Ucrania e insistió con el mensaje de que Rusia es “una fortaleza asediada”.
Algunos analistas temen que la escalada retórica funcione como fundamento para una intervención que Rusia podría hacer pasar como una acción defensiva destinada a preservar su seguridad y proteger a los hablantes de ruso en Ucrania.
Yevgeny Popov, flamante miembro del Parlamento y conductor de un conocido programa político en la televisión estatal, dijo en una entrevista que su índice de audiencia había crecido en las últimas semanas. “La tensión está en aumento”, señaló.
“Creo que en Rusia, la mayoría de las personas solamente estarían a favor de una intervención si defendiéramos a los rusos que viven en esos territorios”, dijo Popov en referencia a las zonas separatistas de Ucrania donde cientos de miles de personas recibieron la ciudadanía rusa.
La eficacia de la comunicación estatal militarizada está en debate. Las encuestas demuestran que los jóvenes tienen una opinión más positiva de Occidente que los rusos mayores, y el sentimiento a favor del Kremlin generado por la anexión de Crimea parece haberse disipado debido al estancamiento económico.
Pero el Kremlin es obstinado. Su impulso por aumentar la “educación patriótica” incluye el financiamiento de grupos como Vympel, la agrupación “militar patriótica” que tiene cerca de 100 secciones en todo el país y que organizó una competición de talentos que terminó la semana pasada.
(Traducción de Ignacio Mackinze)
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