El joven que tuvo un rol inesperado en el juicio del caso Pelicot: lo que más le sorprendió de la víctima y de los acusados
Valentin Pasquier, periodista y dibujante francés, contó a LA NACION cómo retrató con su lápiz las tensiones y silencios de los condenados por violación; le impactó “la fuerza” de Gisele Pelicot
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En el juicio a Dominique Pelicot, un protagonista inesperado asumió la difícil tarea de mostrarle al mundo la cara del monstruo que, durante casi una década drogó y violó a su esposa y permitió que decenas de hombres la agredieran sexualmente.
Valentin Pasquier, un periodista y dibujante francés de 32 años, asistió a ocho de las audiencias de este escalofriante juicio, y sentado en silencio, con lápiz en mano, fue testigo del peso brutal de las palabras de Dominique Pelicot, del coraje de Gisele Pelicot y de las miradas esquivas o cómplices de los demás acusados, que, según contó en una entrevista con LA NACION, a veces “parecían alumnos del fondo de la clase escondiéndose para hablar entre ellos y contarse chistes”.
Sus dibujos, que capturaron las caras, cuerpos y vestimentas de los acusados, se convirtieron en una de las pocas ventanas visuales de este caso que conmocionó al mundo, ya que la ley francesa prohíbe mostrar fotos de sus rostros durante el juicio para preservar la presunción de inocencia.
El tribunal penal de Aviñón condenó a Pelicot este mes con la pena máxima de 20 años y también sentenció a los otros 50 acusados a penas de entre tres y 15 años de cárcel, dependiendo de su grado de participación en los delitos. Algunos de ellos -pero no el exmarido de la víctima- apelarán la sentencia, por lo que se celebrará un nuevo juicio.
–¿Cómo fue cubrir un juicio tan mediático desde la perspectiva de un artista? ¿Qué rol creés que jugaron tus ilustraciones para ayudar al público a comprender lo que sucedió?
–Como periodistas especializados en temas judiciales, muchos pensamos que este juicio sería importante de cubrir. Pero creo que nadie esperaba el impacto internacional que tuvo. Así que me acerqué a este proceso como a cualquier otro, el 2 de septiembre. Disfruté mucho dibujar allí, estoy bastante orgulloso de esas pocas publicaciones y espero que hayan transmitido a los lectores la emoción que se vivió dentro de la sala de audiencias. En estos juicios tan importantes, mis editores querían absolutamente tener, el primer día, un dibujo de los acusados, porque todo lo que se tenía de ellos eran fotos obtenidas en redes sociales. Estas imágenes se usaban en todos los artículos, pero ya no eran necesariamente actuales. Tenemos una responsabilidad el primer día del juicio respecto a la imagen del acusado ante el público en general. Es algo intimidante, sobre todo porque rara vez son nuestros mejores dibujos; logramos captar mejor los rasgos de un personaje hacia el final del juicio.
–Dibujar a Dominique Pelicot debe haber sido un desafío emocional. ¿Qué fue lo primero que notaste de su cara y lenguaje corporal mientras estaba en el estrado?
–Parecía abatido, pero proyectaba seguridad cuando tomaba el micrófono y hablaba. Estaba sentado en su sillón, con su problema de salud y la sonda lo obligaban a cruzar las piernas, lo que le daba una actitud de conferencista, una postura muy relajada.
–¿Qué impresión te dejó Gisele Pelicot? ¿Qué emociones o tensiones se reflejaban en su rostro durante el juicio?
–Lo que me impactó de Gisele Pelicot fue su fuerza frente a la presencia de los acusados por todos lados. Cada día aparecía en el tribunal muy arreglada, con vestidos estampados y siempre perfectamente peinada. Escuchaba atentamente los debates, sentada a la derecha de la sala, y a veces tenía pequeñas reacciones. Era impresionante verla desenvolverse en ese ambiente, considerando todo lo que había vivido, en esa sala frente a tantos hombres que habían abusado de ella. Cualquiera podría haberse protegido más, ocultado. Ella tuvo la suerte de estar muy acompañada, con sus hijos, sus abogados, y cada día recibía apoyo de desconocidas fuera del tribunal.
–Al observar a los demás acusados, ¿notaste algún patrón en sus reacciones? ¿Qué tipo de emociones predominaban en el grupo a medida que avanzaba el juicio?
–Los comportamientos de los acusados eran muy variados. En el banquillo había quienes se veían poco; mantenían la cabeza baja o entre las manos. Entre los acusados en libertad que estaban en la sala, había quienes venían solos con su abogado, discretos, otros acompañados por un familiar, y algunos menos discretos que comenzaron a agruparse entre ellos, probablemente porque la duración del juicio favoreció que socializaran. A veces, en los bancos, se escuchaban risitas, susurros, o se indignaban ocasionalmente (sin que interrumpieran la audiencia). Algunos mostraban una actitud relajada, mientras que otros lucían serios y concentrados, con un gesto de remordimiento en la cara.
–Dibujar a tantas personas involucradas debe haber sido un desafío. ¿Hubo algún rostro entre los acusados que te impactara más que el resto?
–Lo que destacaba de los acusados era la diversidad de comportamientos, pero también sus edades, apariencias (algunos no hacían ningún esfuerzo, otros intentaban aparentar más formalidad ante el tribunal), sus contextos sociales y profesiones. Era complicado plasmar todo eso en una (gran) hoja de papel.
–¿Hubo un momento específico durante el juicio en el que sentiste que el rostro de un acusado o testigo revelaba más que las palabras?
–Noté muecas y gestos en algunos acusados que dejaban entrever lo que pensaban sobre ciertos testimonios. A veces parecían alumnos del fondo de la clase escondiéndose para hablar entre ellos y contarse chistes.
–Si tuvieras que elegir una escena del juicio que definiera el caso, ¿cuál sería y por qué? ¿Qué detalles específicos de esa escena decidiste destacar en tu ilustración?
–Es muy difícil elegir un solo momento, ya que hubo 51 acusados y trayectorias de vida muy distintas, tanto en sus historias como en los cargos que enfrentaban. Como no estuve presente todo el tiempo, lo que más recuerdo es el testimonio de Gisele Pelicot del 23 de octubre, una de las últimas veces que pude viajar a Aviñón. En esa ocasión relató su vida con Dominique, sus hijos, su alegría al caminar, su placer de cuidar a sus nietos en París… y cómo su vida se derrumbó en octubre de 2020. También desmintió el testimonio de su cuñado, quien había declarado unos días antes, afirmando que él había mentido en ocasiones y que nunca le ofreció apoyo.
–Mientras observabas y dibujabas, ¿notaste alguna interacción entre Dominique Pelicot y los demás acusados que llamara tu atención?
–Dominique Pélicot no intercambió ningún gesto ni palabra con los acusados. Sus únicas interacciones fueron cuando los contradecía al micrófono en alguna ocasión.
–¿Hay algún dibujo que se destaque sobre los demás?
–Sí, un dibujo que sentí que tenía algo de tiempo y que estaba en una posición ideal: podía ver toda la silueta de Gisele Pelicot sin que ninguna barra la bloqueara (las barras de los tribunales en Francia normalmente nos lo impiden), y tenía una postura muy decidida. Elegí el lápiz de color rojo porque suaviza los rasgos del rostro, especialmente las arrugas, y me divertí incluso reproduciendo los estampados del vestido después. Quería que fuera algo cálido, que reflejara cómo todos la escuchaban, lo que me llevó a añadir un fondo decorativo.
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