El jihadismo extiende su predominio sobre el territorio rebelde
Desplazan cada vez más a los grupos no radicales que combaten desde la primera hora al régimen
CILVEGÖZÜ, Turquía.- El predominio de los jihadistas en Siria es un fantasma que se viene agitando desde el estallido mismo de la revuelta. En su guerra de propagada, el régimen de Bashar al-Assad viene denunciando que toda la oposición insurrecta está compuesta por terroristas islámicos, y los países islámicos siempre temieron que si les entregaban armas a los rebeldes, éstas terminarían en manos de los extremistas de Al-Qaeda.
Finalmente, terminó convirtiéndose en una profecía autocumplida. Tanto el régimen, por su acción, como Occidente, por su inacción, contribuyeron a que milicias ligadas a la organización que fundó Osama ben Laden alcanzaran preeminencia, así como a que se produjera una radicalización religiosa de otros grupos que antes eran revolucionarios.
Hace más de un año que el gobierno de Al-Assad perdió el control del norte del país. Esto no significa que el rebelde Ejército Sirio Libre (ESL), con un perfil moderado, se haya hecho con el control de la zona: está en competencia a veces amistosa, otras veces sangrienta, con las milicias de la minoría étnica kurda, con grupos armados islamistas y, sobre todo, con dos organizaciones jihadistas, abiertamente ligadas a Al-Qaeda: Jabhat al-Nusra (Frente de la Victoria) y la aún más radical Estado Islámico de Irak y al-Sham (EIIS), que pretende imponer un califato en los territorios de Irak, Siria, Líbano, Jordania, Palestina e Israel.
EIIS y Nusra están doblegando al ESL. Decenas de miles de personas quedaron bajo su control y padecen bajo la severidad extrema a la que las someten. Lo cuentan residentes que consiguieron escapar a Turquía a través de este paso fronterizo de Cilvegözü. Y lo explica Mesar al-Mislabi, un oficial del ESL que se siente derrotado al mismo tiempo por el gobierno y por Al-Qaeda.
Por largo tiempo, sus superiores denunciaron que el verdadero propósito de Al-Assad, que el 31 de mayo de 2011 decretó una amnistía para presos políticos, entre quienes los únicos explícitamente mencionados fueron miembros de los Hermanos Musulmanes, fue facilitar la liberación de estos últimos, que se radicalizaron en la cárcel y salieron para crear las facciones extremistas de la rebelión.
"Eran 11 y, junto a los emires [jefes] extranjeros, son ahora los emires sirios del EIIS,", dice Mislabi, mientras bebe té en una choza del estacionamiento de Cilvegözü. Es una prueba, afirma, de que el régimen y el EIIS están confabulados, "como también lo es que en Raqqa [una ciudad mesopotámica controlada por EIIS] ellos han ocupado el edificio del gobernador y los que tenía el partido Baath [el de Al-Assad], pero a pesar de que todo el mundo sabe cuáles son, la aviación del gobierno nunca los bombardea, sólo ataca las zonas residenciales".
Aunque la idea de que existe un complot acordado entre Al-Assad y su elite de alauitas (un subgrupo chiita), por un lado, y por el otro el EIIS, que son extremistas sunnitas, probablemente va demasiado lejos, es cierto que la estrategia gubernamental se ve fortalecida por las acciones de los jihadistas, pues crearon una gran fractura entre los rebeldes, dejando enormemente debilitadas las facciones moderadas de la revolución, que aspiraban a establecer una república laica sin Al-Assad, y justifican la propaganda que califica a todos de terroristas.
Además, entre los miembros del desilusionado ESL se extiende el rencor por haber sido abandonados por quienes supuestamente los iban a ayudar desde el extranjero, y existe, incluso, la sospecha de que, en realidad, Estados Unidos y sus aliados quieren la victoria de Al-Assad, como dice airadamente Mislabi: "Obama y todos los occidentales nos traicionaron y nos arrojaron en manos de Al-Qaeda, nos engañaron, están al servicio del perro de Damasco [Al-Assad]".
Para Frederic Hof, investigador del Centro Rafik Hariri para el Medio Oriente (un instituto de investigación del Atlantic Council, ubicado en Washington), aunque las dudas de Obama son comprensibles, "su decisión de no hacerse cargo del proceso por el que los nacionalistas sirios debían ser armados, equipados y entrenados, sólo sirvió para profundizar los cimientos de su escepticismo original al marginar inadvertidamente a los moderados, para ventaja de los jihadistas".
Mientras los grupos no radicales se enfrentaban al ejército de Al-Assad en condiciones precarias, siempre a la espera de una ayuda que, a final de cuentas, jamás llegó en cantidades significativas, los jihadistas contaban con las redes de financiamiento de Al-Qaeda. Imbuidos de una profunda mística religiosa, sus unidades militares gozaban de un flujo sostenido de armas, aprovisionamiento, dinero en efectivo y nuevos reclutas provenientes del extranjero.
El joven ingeniero no quiere decir su nombre ni acepta un seudónimo: "Si me pones Mahmoud y alguno del EIIS cree reconocer a otro Mahmoud, van a cortarle la cabeza a alguien de su familia... mejor así". Él confirma lo dicho por el comandante Mislabi: en Raqqa, las posiciones del EIIS no son atacadas por los bombardeos del régimen.
Raqqa fue la primera ciudad de la que las fuerzas del régimen fueron totalmente expulsadas, el 4 de marzo de este año. Debía ser la oportunidad para el ESL de demostrar cómo quiere gobernar el país. No tuvo mucho tiempo: el 14 de mayo, el EIIS atacó sus posiciones y lo derrotó en 24 horas. Ahora, esta urbe de 250.000 habitantes es el mayor núcleo de población dominado por Al-Qaeda en todo el mundo.
En las plazas, continúa, "asesinan regularmente a los civiles alauitas que agarran por ahí, o a soldados. Con un megáfono, llaman a la gente para que vean cómo les cortan el cuello con una espada o les dan un tiro en la cabeza. Una vez utilizaron un dushka [una ametralladora antiaérea] para destrozar el cuerpo de un hombre vivo. A mi hermano le cortaron una mano por haber abofeteado" a un miembro del EIIS.
Aunque sus víctimas primarias son personas de otras sectas o religiones, militares y sospechosos de colaborar con el régimen, en los hechos persiguen a cualquiera que rete su autoridad. Han prohibido la música, golpean a las mujeres que no se cubren el cabello, apalean a quienes fuman, asesinan a chicos que no muestran respeto por el profeta Mahoma y a jóvenes por sospechas de haber bebido alcohol.
El 13 de noviembre, difundieron el video de la decapitación pública de un supuesto simpatizante del gobierno. Pero alguien reconoció a la víctima -o su cabeza, que mostraron como un trofeo- y denunció que se trataba de Muhammad Fares, un comandante de una milicia aliada. En un comunicado, el EIIS pidió "comprensión y perdón".
Esta milicia ordenó la captura o asesinato de los periodistas locales y extranjeros. No se sabe cuántos de los 30 reporteros desaparecidos actualmente están en su poder, pero sí se conoce que ha secuestrado a tres españoles: Marc Marginedas, Javier Espinosa y Ricard García Vilanova. El 4 de diciembre, ejecutaron al camarógrafo Yaser Faisal.
"Cerraron los cafés donde se permitía que entráramos hombres y mujeres, clausuraron el cine, prohibieron los colores brillantes", lamenta el ingeniero, que ahora se convirtió en uno más de los tres millones de refugiados sirios. "Es una dictadura peor que la de Bashar [al- Assad]."
Aunque hay activistas y combatientes que no cejan, muchos optaron por el escape. Como el coronel Abdul Jabbar al Okaidi, quien era el jefe del Consejo Militar Revolucionario en Aleppo. El 3 de noviembre, subió un video a YouTube en el que renunciaba a su puesto y denunciaba la desunión de los rebeldes y la falta de apoyo internacional. "En realidad, nunca quisieron respaldarnos", afirma el comandante Mislabi. "Los pocos que seguíamos creyendo que sí nos iban a dar ayuda, ayuda de verdad, no migajas, nos dimos cuenta de lo idiotas que fuimos cuando Obama, después de asegurar que iba a lanzar misiles contra Assad por haber matado a cientos de chicos con armas químicas, dejó todo eso en palabras y firmó un pacto que fortaleció al régimen. Fue la última traición."
Un bombardeo sobre Aleppo deja 76 muertos
En el bombardeo más mortífero del ejército sirio sobre barrios rebeldes de la ciudad de Aleppo (norte del país), anteayer, por lo menos 76 personas murieron, entre ellas 28 chicos, en un ataque con barriles explosivos, informó ayer el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres.
El OSDH y militantes opositores afirman que el régimen del presidente Bashar al-Assad utiliza en su guerra contra los insurgentes "barriles de explosivos" fabricados en metal, con una capa de cemento en su interior y llenos de TNT, que lanzan desde helicópteros y aviones militares.
Esos barriles no cuentan con un sistema de guía, por lo que son menos precisos, y con ellos "consiguen un máximo nivel de destrucción y de muertos", explicó el director del OSDH, Rami Abdel Rahman.
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