El invierno se acerca en Ucrania y la guerra entra en una fase de resistencia
Con la llegada del frío extremo, las tropas de ambos bandos necesitarán un refuerzo de provisiones de todo tipo, incluso de productos básicos; las advertencias de los expertos
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WASHINGTON.- Mientras las fuerzas ucranianas intentan capitalizar sus recientes victorias en el campo de batalla, el rápido avance del invierno podría darles una chance a los comandantes rusos para frenar la contraofensiva y dejar el conflicto en punto muerto.
Con la llegada del frío invernal, las tropas necesitarán un refuerzo de provisiones de todo tipo, incluso de los productos básicos, tensionando aún más las ya sobreexigidas líneas de suministro de ambos bandos.
Pronto la lluvia y la nieve convertirán el campo de batalla en un lodazal intransitable para los vehículos blindados y armamento pesado, que quedarán funcionalmente paralizados. La situación más preocupante es en el frente sur, donde hay sangrientos combates en marcha y hace un par de años que el terreno no llega a congelarse, lo que si permitiría el movimiento de tropas y armas.
Muchos ucranianos anticipan que Rusia atacará las infraestructura civil que suministra gas y electricidad a las principales ciudades en coincidencia con la llegada de las heladas.
Dentro de apenas un par de semanas, la vida se volverá mucho más difícil para todos los involucrados en la guerra. Y según los analistas, llegado ese momento el conflicto pasará a ser una guerra de aguante, donde cada bando tratará de resistir los esfuerzos del adversario para socavar la moral de sus tropas.
“La estrategia de Rusia no es mover la línea de frente, sino hacer sufrir a los civiles que están muy lejos del frente de batalla”, dice Sam Charap, experto en temas rusos de la Rand Corp. Los líderes rusos apuestan a que el invierno resulte ser “demasiado duro” para los ucranianos y sus benefactores europeos, y aunque podrían estar equivocados, “harán hasta lo imposible para que así sea”, resalta Charap.
Mientras el cambio de estación de acerca, los ucranianos siguen logrando victorias significativas, y han logrado expulsar a las unidades rusas de varios territorios ocupados en el este, sur y norte del país. En septiembre, recuperaron terreno en la región de Kharkiv, y ahora están avanzando en los alrededores de Kherson -el único territorio en la ribera occidental del Dniéper controlado por los rusos-, tras recuperar el estratégico nodo ferroviario de Lyman, potencial plataforma para adentrarse aún más en las regiones de Lugansk y Donetsk.
El presidente ruso, Vladimir Putin, respondió con la movilización de hasta 300.000 militares reservistas, declaró la anexión del territorio ocupado y amenazó con utilizar armas nucleares. La retórica de Putin multiplicó la preocupación de algunos de los aliados de Ucrania, que temen que el envío de ciertas armas avanzadas sea una provocación que empuje a Putin a hacer algo irreversible y escalofriante.
Ahora la gran pregunta es hasta dónde llegará el actual impulso de Ucrania con las armas y equipos que ya tiene y sabe usar, sabiendo que la ventana temporal para introducir armas nuevas y potencialmente determinantes quizás esté cerrada hasta la llegada de la primavera.
El último paquete de ayuda del Pentágono, anunciado el martes, parece reflejar esa preocupación. Al detallar en envío adicional de artillería, municiones y vehículos anti-minas a la zona de guerra, los funcionarios estadounidenses recalcaron que los ucranianos “han demostrado tener la capacidad de usarlas”, y que eso ha hecho posible su contraofensiva. La semana que viene se reúnen en Bruselas los ministros de defensa de la OTAN, que se comprometieron a elaborar una estrategia para armar a Ucrania a largo plazo.
De un lado y otros del frente de batalla los soldados ya están familiarizados con las operaciones bélicas en el crudo invierno estepario. De hecho, las primeras semanas de la guerra fueron tan frías que las mal pertrechadas tropas rusas sufrieron de congelamiento, lo que demoró pero no logró detener la invasión. Los aliados de Ucrania han redoblado el envío de ropa de abrigos, gorros y prendas aislantes para resistir el embate de los elementos.
Otra cosa que preocupa a los comandantes ucranianos es que la intemperie y la inclemencia del clima degraden o inutilicen algunas armas y equipos bélicos. A los analistas tampoco les queda claro cuánta vida útil les queda a los sistemas militares ucranianos después del uso intensivo de los últimos meses. Y operar dichos equipo con temperaturas bajo cero demandará más energía, ya que la acumulación de nieve complica el traslado de combustible y de repuestos.
“Con el frío extremo, la mecánica básica empieza a dejar de funcionar, y todo lo que sea a base de líquido también se complica”, dice el legislador norteamericano Rubén Gallego, veterano del Cuerpo de Marines que sirvió en unidades de alta montaña. La demanda de combustible se disparará, " y para que los generadores sigan funcionando, no se los puede apagar. La opción de reiniciarlos en inviable”, dice el exmilitar.
El frío que se avecina representa un dilema estratégico para ambos ejércitos: si no se dispersan y comparten recursos, es posible que las unidades militares puedan exigir menos las líneas de suministro, pero el problema es que al estar todas las tropas agrupadas, se vuelven más vulnerables a un ataque.
Dificultades militares
Los funcionarios que siguen de cerca la evolución de conflicto dicen que las líneas de suministro rusas ya han demostrado ser débiles y que sus dificultades militares se agravarán todavía más cuando a ese cóctel se sumen los 300.000 reservistas reclutados por Putin. Según funcionarios del Pentágono, es imposible que Rusia amplíe adecuadamente su logística antes de que llegue el invierno.
“El fondo del invierno será terrible para los soldados de ambos lados”, dice el coronel Dave Butler, vocero del Estado Mayor Conjunto norteamericano. Pero Ucrania disfrutará “de una ventaja clave: tiene apoyo local”, señala Butler.
Las tropas ucranianas han dependido de ese apoyo local desde el principio de la guerra. A veces, los civiles contribuyen con alimentos y combustible para sostener a los soldados, o proporcionan refugio o algún vehículo. Habrá que ver si la situación de los civiles ucranianos este invierno les permite seguir brindando ese respaldo.
El presidente Volodimir Zelensky ha dijo estar convencido de que Rusia apuntará contra la red eléctrica de Ucrania, y en una entrevista del mes pasado con CBS News recalcó que el pueblo ucraniano “no tiene miedo” y que está decidido “a sobrevivir al invierno”. Pero los soldados que responden a Kiev no están tan convencidos como el mandatario.
“Nuestra gente realmente corre peligro de quedarse sin calefacción, agua y electricidad”, dijo Daria Zubenko, quien está al mando de un pelotón del ejército ucraniano, durante un reciente viaje a Washington, donde fue junto a otros miembros del personal militar ucraniano a solicitar ayuda adicional para su país.
Los funcionarios norteamericanos que la recibieron parecen compartir su preocupación. “Me preocupa que Ucrania pueda seguir funcionando como país”, dice el legislador republicano Michael Waltz, y agregó que teme que este invierno “Ucrania se quede sin energía, o incluso que pueda estallar una crisis económica”.
Karoun Demirjian
Traducción de Jaime Arrambide
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