LA NACION

El interés de siempre por los chicos de la villa

Actualizado el 13 de julio de 2020

"¿Cómo se hace para votar a un papa? ¡Es mucha responsabilidad!"

"Usted, monseñor Bergoglio, ¿qué haría si fuera Papa?" El día que murió Juan Pablo II, en 2005, unos 300 jóvenes de la villa 21, de Barracas, hacían las preguntas que los periodistas querían formularle al entonces arzobispo de Buenos Aires, de quien todos decían que era un "papable". Él respondía con mucha alegría y en un tono muy amistoso.

Recuerdo que en 1996, cuando desde el santuario de San Pantaleón comencé a hacer un trabajo de prevención dirigido a niños y jóvenes de la villa Ciudad Oculta, a Bergoglio lo entusiasmó mucho. En esa época, en la que él tenía más tiempo, participó bastante de los encuentros de preparación para los sacramentos con estos jóvenes. Vi que le gustaba el mundo de la juventud. Especialmente, en este caso, el de los jóvenes de barrios marginales con menos posibilidades, como Ciudad Oculta.

Yendo a la villa 21 también se entusiasmaba con todos los programas que proponíamos, con los que formábamos líderes positivos, en contraposición con aquellos que podrían ser los dealers de la droga o de grupos de violencia. Él se entusiasmaba con las propuestas de vida cristiana que orientaran a los jóvenes y les hicieran desarrollar sus capacidades, y las apoyaba, no desde lo material, sino también estando allí con ellos.

Fueron muchísimas las veces en que Bergoglio fue a la villa a charlar con los jóvenes con los que tenía una relación bastante amistosa. Ellos iban a buscarlo a la parada del ómnibus porque querían saludarlo. Le interesaba, como proponíamos en la parroquia Caacupé, que los jóvenes de las villas tuvieran las mismas posibilidades que los de otros barrios.

Al meternos en el mundo de los jóvenes encontramos -y esto lo hablamos mucho con él- algunos que tenían una vida común y corriente, y otros que habían caído en la droga y a los que hacía falta una mano. Es decir, no solamente teníamos que pensar en prevención y desarrollo de capacidades de un chico común y corriente, sino también en los que estaban jugados en el tema de la droga.

Así empezamos el Hogar de Cristo, una propuesta de recuperación que Bergoglio vivió muy intensamente, y que implicaba mucho tiempo de dedicación de los curas de las villas.

La parroquia podía girar en torno a esto y, sin embargo, él lo veía con buenos ojos. Al igual que cuando con los otros curas escribimos los documentos que tenían que ver con el mundo de la juventud, en especial el referido a la droga, despenalizada de hecho en las villas.

Creo que todo lo que hicimos los curas de las villas orientados en esa línea se pudo realizar por nuestro trabajo y por el apoyo firme que nos dio Bergoglio. Una de sus preocupaciones, mientras fue obispo de Buenos Aires, era la juventud de las villas, de las periferias, como decía él.

Una sugerencia curiosa para frenar la lluvia

  • "¡Hay que ofrecer una docena de huevos a Santa Clara [para que deje de llover]!", le dijo ayer Francisco al alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, en el Palacio de la Ciudad, y sin darse cuenta de que el micrófono estaba aún abierto. El Pontífice incluso hizo el gesto de estar batiendo huevos mientras hizo la curiosa sugerencia.
  • Poco después, Paes cumplió el pedido de Francisco y envió una canasta de mimbre con 12 huevos al convento de las monjas clarisas para que la depositaran al pie de la estatua de Santa Clara. Pese a todo, los servicios meteorológicos anuncian mal tiempo hasta el domingo.
  • La llegada del Papa a Brasil coincidió con una inusual ola de frío y lluvias torrenciales. En el sudeste del país nevó en más de 130 ciudades, algo que no sucedía desde hace décadas. Tres personas murieron debido al frío.
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