El intelectual que dejó todo por la selva
Fue un hombre de ideas. Su fuerte eran la ideología y la política, y por eso era considerado el "intelectual" del grupo armado. Fueron esas ideas, que se hicieron cada vez más profundas durante sus años en las Juventudes Comunistas, las que llevaron a Alfonso Cano, máximo líder de la guerrilla de las FARC, a abandonarlo todo para pasar a la clandestinidad e internarse en la selva colombiana, donde anteayer, después de más de 30 años, encontró la muerte.
El abatido líder guerrillero de 63 años, antes de tomar el alias de "Alfonso Cano" y convertirse en el principal ideólogo político del grupo rebelde, se llamó Guillermo León Sáenz Vargas. Durante esa época, estudió antropología en la Universidad Nacional en Bogotá, se transformó en un líder estudiantil, militó en la Juventud Comunista durante los 60 y 70, y se dedicó a dictar conferencias sobre marxismo en algunos frentes guerrilleros.
Amigos de la universidad recuerdan que Guillermo León estaba convencido de que la lucha armada era la mejor vía para terminar con el capitalismo, y que poco a poco comenzó a expresar simpatía por la guerrilla de las FARC. Cada vez se alejaba más de su casa de clase media del barrio Santa Bárbara, en Bogotá, de su esposa y de su hijo para tomar el camino de las armas.
En 1981, después de pasar 18 meses en la cárcel y tras quedar en libertad por haber recibido una amnistía durante el gobierno del presidente Belisario Betancourt, se internó en la selva para incorporarse definitivamente en la guerrilla colombiana y ser, de una vez por todas, Alfonso Cano.
Allí, el hombre que alguna vez había sido una persona cálida, buen bailarín, al que le gustaban las fiestas y tenía éxito con las mujeres, dio paso al guerrero de traje camuflado, barba tupida y anteojos de marco grueso, que ascendió rápidamente hasta llegar a ser nombrado miembro del secretariado, máximo órgano de dirección política y militar del grupo rebelde.
Ese ascenso lo logró gracias a la afiliación, confianza y cercanía que logró tener con Jacobo Arenas, ideólogo histórico de las FARC, y a quien reemplazó en el secretariado cuando murió en 1990.
Sobre su cabeza, que estaba valuada en casi cinco millones de dólares, pesaban diversos delitos como homicidio, secuestro extorsivo, terrorismo y rebelión, de los que fue condenado en ausencia. El Departamento de Estado de Estados Unidos también lo acusó de ser responsable de la fabricación y exportación de cocaína hacia ese país.
Negociador
Cano estuvo al frente de la delegación negociadora de las FARC durante los frustrados diálogos de paz en Caracas, en 1991, y en Tlaxcala, México, en 1992, durante el gobierno del presidente César Gaviria. Además, creó el llamado Movimiento Bolivariano por una Nueva Colombia y el Partido Comunista Clandestino, una herramienta de infiltración y expansión política de la guerrilla colombiana.
Ese perfil intelectual, formado políticamente y más cercano a la ideología, fue el que siempre marcó una diferencia importante con el ala militar de la guerrilla, encabezada por el abatido Jorge Briceño, alias el "Mono Jojoy", un hombre que nació en una zona rural, que tuvo escasos estudios y fue mano derecha del histórico líder del grupo rebelde, Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda Vélez o "Tirofijo", a quien Cano reemplazó cuando murió en la selva, en marzo de 2008.
En aquel entonces, esa designación había sido bien recibida por sectores que se entusiasmaron con la posibilidad de un nuevo intento de buscar la paz por su perfil más político que militar. Pero ni el gobierno de Alvaro Uribe ni el de Juan Manuel Santos abandonaron la política de búsqueda y enfrentamiento de las bases guerrilleras en la selva, ese lugar que inspiró las ideas de Cano, por el que abandonó todo y en donde encontró la muerte.
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