El impacto gepolítico del ingreso de Finlandia a la OTAN y la reacción de Rusia
El ingreso del país nórdico a la alianza militar atlántica fortalece la defensa de Occidente contra la amenaza de Moscú, en plena tensión por la guerra en Ucrania
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PARÍS.– Después de tres décadas de no-alineamiento, Finlandia dio un vuelco estratégico espectacular, convirtiéndose en el 31er país miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El secretario general de la institución, Jens Stoltenberg, consciente de la importancia, no dudó en calificar el acontecimiento de “jornada histórica”.
Como Stoltenberg, todos los especialistas occidentales reconocen la importancia del ingreso de Finlandia. “Ese pequeño país de apenas 5,5 millones de habitantes y 1340 kilómetros de frontera con Rusia, representa un aporte estratégico fundamental y reconocidas capacidades profesionales a una organización que, desprovista de fuerzas armadas propias, se apoya en las que ponen a su disposición sus miembros”, subraya Patrick Martin-Genier, especialista en relaciones internacionales.
Los únicos equipos militares propios de la OTAN son una flota de aviones AWACS (sistema aerotransportado de detección y de control) y cinco drones de vigilancia Global Hawk. La organización solicita a sus miembros que destinen un mínimo de 2% del PBI a la defensa, pero después cada cual es responsable de lo que aporta al cesto común. En las actuales circunstancias todos prometieron no solo reforzar la seguridad de los países orientales, sino movilizar más medios que en el pasado, después de muchos años de resistencia.
Finlandia tiene 12.000 soldados profesionales, pero forma más de 20.000 conscriptos por año. Puede contar con 280.000 hombres y mujeres aptos al combate, más unos 600.000 reservistas perfectamente entrenados.
Consciente del peligro que representa su posición geográfica, Helsinki ha decidido además aumentar en 40% (del 2% al 4%) su presupuesto de defensa antes de 2026. El país dispone de una flota de 55 aviones de combate estadounidenses F-18 –que remplazará con los modernísimos F35–, 200 tanques pesados y más de 700 piezas de artillería. Para Europa, es una fuerza excepcional. Por el contrario, su adhesión representa “centenares de kilómetros suplementarios de frontera para defender. Una carga no despreciable para la OTAN”, advierte Martin-Genier.
Ampliación
Con el ingreso de Finlandia, la organización atlántica duplicó su frontera con Rusia. Y Moscú considera, no sin fundamento, que cada nuevo miembro de la OTAN aumenta la frontera geoestratégica que lo opone a Estados Unidos. Antes de la invasión en febrero de 2022, el Kremlin exigía que la Alianza se abstuviera de todo avance y de toda actividad militar en Ucrania, en Europa del Este, el Cáucaso del Sur y Asia Central.
En respuesta, la OTAN exigía “el retiro de tropas rusas de Ucrania, Georgia y Moldavia”, en referencia respectivamente a la península de Crimea, anexada en 2014, Osetia y Abjasia en Georgia, y la Transnistria en Moldavia. “Con la incorporación de Finlandia, el flanco oeste de Rusia se vuelva más vulnerable. Su frontera con la OTAN se extenderá del Océano Ártico al Mar Báltico”, analiza el general Vincent Desportes, exdirector de la Escuela de Guerra francesa.
En reacción a esa incorporación, esta semana Moscú anunció el refuerzo de sus capacidades militares en la frontera con Finlandia.
“Reforzaremos nuestras capacidades militares al oeste y al noroeste. Es decir, en las fronteras con Europa oriental y Finlandia, indicó el vicecanciller ruso, Alexandre Grouchko.
“En caso de despliegue de fuerzas y de medios de otros miembros de la OTAN en territorio finlandés, tomaremos medidas suplementarias para garantizar la seguridad militar de Rusia”, agregó.
Según ciertos analistas, para evitar una provocación suplementaria para Moscú, Finlandia debería, en efecto, seguir el ejemplo de la vecina Noruega, no dejando estacionar fuerzas de la OTAN en forma permanente en su territorio. En todo caso –y aun cuando la naturaleza de la OTAN sea una alianza defensiva–, la incorporación de nuevos miembros con reales capacidades militares es fundamental.
Según el cuartel general de las potencias aliadas en Europa (SHAPE), la OTAN puede “contar con cerca de 3,5 millones de hombres, militares y civiles incluidos”. Los tres países de la organización que más soldados tienen en total son Estados Unidos (1,47 millones de militares activos, a los cuales se agregan 800.000 reservistas), Turquía (425.000 hombres y 200.000 reservistas) y Francia (210.000 militares y 40.000 reservistas).
La guerra en Ucrania provocó una fenomenal transformación en una organización víctima de serios problemas existenciales, que incluso justificaron la convocatoria de un grupo de expertos para reflexionar sobre su futuro.
Pero la invasión de Ucrania “fue el combustible que le permitió recuperar la unidad y un sólido compromiso en favor de la seguridad y la defensa colectivas”, estima el historiador Bertrand Badie. A su juicio, “ese fue, precisamente, uno de los errores de cálculo más estrepitosos de Vladimir Putin cuando decidió lanzarse en esta guerra”.
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