El hundimiento del buque Moskva es un enorme golpe para la moral de Rusia en la guerra

El Moskva, que fue puesto en funciones en 1983 y terminó hundiéndose este jueves, era el buque principal de los cruceros lanzamisiles del proyecto 1164 de la Armada rusa en la flota del Mar Negro. Por supuesto que ha habido otros hundimientos de buques mucho más significativos en la historia, y no es que esto vaya a dar vuelta ahora la guerra naval entre Moscú y Kiev. Pero se trata de un enorme golpe a la moral de Rusia que ya no podrá utilizar los misiles de esa nave contra las fuerzas terrestres del sur de Ucrania.

Ya en los primeros días del conflicto Rusia ganó el dominio del Mar Negro y el Mar de Azov cuando los ucranianos dieron por perdida la batalla naval y dinamitaron su fragata insigne, la Hetman Sahaidachny, para evitar que cayera en manos rusas.

Pero ahora el hundimiento del Moskva es un impulso enorme para la moral ucraniana, y más si efectivamente fue alcanzado por un misil Neptune desde una distancia mediana, como son 60 millas náuticas (111 kilómetros). Esa distancia lo convierte en un objetivo que no se ve a simple vista, así que tuvo que haber sido ubicado por un drone o algún otro aparato, lo cual implicaría no solo una buena táctica de los ucranianos sino una amenaza latente de daños similares a otros buques rusos apostados en el Mar Negro.

¿Incendio espontáneo o misil?

Por otro lado está el debate de si el incendio previo al hundimiento en el interior del buque se generó de forma espontánea o accidental, como dicen los rusos, o si el Moskva fue alcanzado por un misil.

En este sentido hay que recordar que todos los buques de guerra tienen una enorme cantidad de mecanismos en sus depósitos de municiones, llamados “santabárbara” (por la patrona de los artilleros), para evitar que se produzcan incendios o sofocarlos inmediatamente.

Al igual que cualquier edificio de última generación, un buque está lleno de rociadores automáticos que apenas detectan humo esparcen agua o gas halon para apagar las llamas.

Por eso, aunque no es imposible, resulta muy difícil imaginar que haya ocurrido un incendio espontáneo o accidental en la santabárbara del Moskva. Es mucho más creíble la acción de un agente externo como un misil ucraniano.

Lo más probable es que el buque haya recibido el impacto del misil y eso generó un incendio. Luego, las esquirlas del cohete o el fuego remanente alcanzaron la pólvora de la santabárbara y provocaron una enorme deflagración. El fuego además debe haber sido muy significativo como para que se haya ordenado la evacuación de los 500 tripulantes. Posteriormente, cuando intentaron remolcarlo, como estaba muy averiado, el buque se hundió. Pero semejante barco no naufraga porque haya mal tiempo, como dijo Moscú. El mal tiempo solo coadyuva a la rapidez del hundimiento, pero nunca es la causa.

El antecedente de la Guerra de Malvinas

Por último, si efectivamente el Moskva terminó naufragando por la acción de un misil lanzado desde tierra, eso recuerda otro episodio histórico similar ocurrido durante la Guerra de Malvinas en 1982.

Cuando ya era casi el final del conflicto, las fuerzas argentinas desarrollaron un gran invento para atacar desde tierra los buques británicos. En solo tres días, el personal de la Armada fabricó un lanzador de misiles Exocet portátil, móvil y transportable, nunca antes imaginado, al que denominaron ITB (Instalación de Tiro Berreta).

Así, cuando el 12 de junio de 1982 los ingleses intentaron acercarse a la costa con el HM Glamorgan, un destructor de 5440 toneladas de la Marina Británica, el barco fue alcanzado por un misil Exocet que terminó averiándolo y frustrando por unos días el desembarco de las tropas británicas en Puerto Argentino.

Ese hecho histórico nos muestra que desde tierra, aún sin una acción de la Armada, se puede hacer una defensa heroica del territorio, como fue evidente en la guerra de Malvinas y quizás ahora también en Ucrania.

El capitán de Navío retirado José Miguel Urrutia es el exdirector de la Escuela de Guerra Naval Argentina

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