No es la primera vez que se logra reanimar a un nematodo que ha permanecido en este estado de animación suspendida, pero nunca antes este período latente se había prolongado por un tiempo tan largo
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Un equipo internacional de investigadores logró revivir a un par de gusanos que yacían en estado latente desde hace cerca de 46.000 años.
Los gusanos, que pertenecen a una especie previamente desconocida de nematodo, se mantuvieron en este estado conocido como criptobiosis, que les permite tolerar la falta de agua y oxígeno, así como las temperaturas extremas.
Hallados hace cinco años en una madriguera de roedores a unos 40 metros de profundidad en el permafrost siberiano, los nematodos volvieron a la vida simplemente cuando fueron rehidratados con agua, señalan los investigadores.
No es la primera vez que se logra revivir a un nematodo que ha permanecido en este estado de animación suspendida, pero nunca antes este período latente se había prolongado por un tiempo tan largo.
“Nadie pensaba que este proceso podía durar milenios, 40.000 años o incluso más”, señaló Philipp Shciffer, uno de los autores del estudio, publicado recientemente en la revista PLOS Genetics, y líder del grupo de científicos del Instituto de Zoología de la Universidad de Colonia, en Alemania.
“Es increíble que la vida pueda empezar nuevamente después de tanto tiempo”, añadió.
Genes clave
La datación de carbono de los nematodos encontrados por los investigadores determinó que habían entrado en estado latente durante el pleistoceno tardío (probablemente entre 45.839 y 47.769 años atrás).
Tras un análisis genético, los científicos encontraron los genes clave que le permiten a estos organismos entrar en estado latente.
Descubrieron así que son los mismos genes hallados en un nematodo contemporáneo llamado Caenorhabditis elegans, que también puede entrar en estado de criptobiosis.
Ambas especies producen un azúcar llamado trehalosa cuando están levemente deshidratados en el laboratorio, y esto es posiblemente lo que les permite soportar el congelamiento y la deshidratación intensa, señalan los investigadores.
Los gusanos –de aproximadamente un milímetro de largo y un ciclo vital que se mide en días- perecieron después de reproducirse y dar lugar a varias generaciones en el laboratorio.
Ahora, los investigadores continuarán investigando su descendencia para tratar de entender en profundidad los mecanismos que les permitieron adaptarse a las condiciones extremas de su hábitat.
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