El gran TEG de la guerra Rusia-Ucrania: cómo es el juego de alianzas en el mundo tras la invasión
Aunque con prudencia, China se mantiene como el mayor aliado de Moscú, que conserva el apoyo de la esfera soviética; América Latina y el mundo árabe, divididos
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PARÍS.- Pocas horas después de iniciada la invasión de Ucrania ordenada por Vladimir Putin, China anunció la importación masiva de granos “de todas las regiones rusas”, otorgando así al amigo moscovita una alternativa a los mercados occidentales que deberían cerrarse después de las masivas sanciones adoptadas en las últimas 48 horas. En otras palabras –y en contradicción a la profecía de Joe Biden sobre que el déspota del Kremlin “responderá de sus crímenes ante el mundo”– no todos los miembros de la comunidad internacional son sus enemigos. Si bien el mundo occidental ha tomado parte en favor de Ucrania, Rusia está lejos de hallarse completamente aislada.
China, el aliado prudente
El gobierno chino se encuentra históricamente más cerca de Rusia que de Occidente. Un tratado, firmado en 2001, de “amistad y cooperación” fue renovado hace poco por otros cinco años, hasta 2026. Entre los puntos clave de ese texto, figura la cooperación económica, diplomática y geopolítica. Podría, incluso, verse como un pacto de defensa mutua, ya que Rusia afirmó públicamente que consideraba a Taiwán una “parte inalienable” de China. Esa isla es considerada por los especialistas como “la Ucrania de Asia”, próximo territorio pasible de ser invadido, esta vez por los soldados chinos.
Es verdad que, fiel a su tradición, Pekín trató también esta vez de mantener una posición de prudencia. Pocos minutos después del ataque a Ucrania, la representante china ante Naciones Unidas invitó a todos “a mantener la razón”. Después Pekín llamó al “diálogo y a prevenir el empeoramiento de la situación”. Gesto insólito y simbólico, la televisión estatal china entrevistó a un ministro ucraniano. La explicación no tardó: es verdad que Pekín y Moscú han tenido estos últimos años estrechas relaciones, unidas en la voluntad de contrariar la expansión de la OTAN, pero China no quiere comprometer las buenas relaciones que está construyendo con el mercado europeo, asumiendo una posición amenazadora. Pekín, en todo caso, se sigue negando a calificar de “invasión” la aventura militar rusa.
¿Quién es el mayor aliado de Ucrania?
Naturalmente Kiev puede hoy contar con el apoyo de Estados Unidos –probablemente su principal aliado– y de los demás miembros de la OTAN, aunque todos ellos han dejado en claro que no enviarán soldados a territorio ucraniano. Ucrania, no obstante, ha recibido de ambos bloques una masiva ayuda financiera y cooperación militar en todo este tiempo.
Por razones estratégicas, el apoyo de Washington –exclusivamente durante los mandatos demócratas– estuvo siempre destinado a reforzar la presencia de la OTAN en el flanco este de Europa. Ucrania fue, en efecto, el país-tapón que separaba a Rusia del nuevo espacio de la Alianza Atlántica, que avanzó sensiblemente hacia el este europeo desde la caída de la URSS. Después de que los servicios de inteligencia estadounidenses comprendieron cuáles eran los planes de Vladimir Putin, Estados Unidos se apresuró a enviar armas y proveer entrenamiento a las fuerzas ucranianas, advirtiendo sin embargo que nunca intervendría militarmente en ese país.
Principal aliado de Washington, Gran Bretaña mantuvo la misma política, enviando armas y proveyendo entrenamiento militar. Pero nada de eso fue suficiente: como lo afirmó anteayer el presidente Volodimir Zelensky, “hoy Ucrania se encuentra sola, haciendo frente al segundo ejército del planeta”.
Antes del ataque ruso se podía decir que los mejores amigos de Ucrania en Europa eran Polonia, Eslovaquia y Hungría hacia el oeste; Rumania y Moldavia al sur. En los últimos años, sin embargo, las relaciones de Kiev mejoraron sensiblemente con Francia y Alemania que, al inicio, habían intentado establecer un diálogo constructivo con Moscú. Ambos países también se mostraron siempre muy reticentes a aceptar el ingreso de Ucrania a la OTAN, aunque estuvieron de acuerdo con la perspectiva de aceptarla en el seno de la Unión Europea (UE).
Pero todo cambió rápidamente. La UE terminó uniéndose para apoyar a Kiev. Y lo mismo vale para la OTAN. El papel clave en la actual situación es el del presidente de Francia, Emmanuel Macron, que aun condenando enérgicamente al jefe del Kremlin insiste en mantener un canal de diálogo abierto. Actual presidente pro tempore de la UE, Macron habló anteayer a los franceses para condenar la invasión rusa desde el Elíseo. Detrás tenía tres banderas: la francesa, la europea y la ucraniana.
Los otros aliados de Rusia
En primera fila y haciendo de principal vasallo se encuentra el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, que declaró estar dispuesto a recibir en su territorio las armas nucleares rusas y utilizarlas si alguno ataca a “su gran amigo”. Nadie se sorprendió. Bielorrusia es considerado un “Estado siervo” de Moscú. Miles de soldados rusos estacionaron durante semanas dentro de ese país, para entrar anteayer en Ucrania desde sus fronteras.
Otros países fieles de Moscú son Armenia, Kazajistán, Azerbaiyán y Kirguistán. Excepto por los azeríes, los demás integran la Unión Económica Euroasiática, una alianza económica inspirada en el principio de integración de la UE, y fundada en 2011 por Vladimir Putin. Para los especialistas, no hay duda de que ese proyecto forma parte de la ambición del autócrata ruso de recrear el antiguo espacio ocupado por el imperio soviético. Así lo definió exactamente Washington en su momento: “No se llamará Unión Soviética. Pero no es muy diferente de la anterior”, había declarado Hillary Clinton, jefa de la diplomacia de Barack Obama.
Más condenas
Japón, Australia y Nueva Zelanda, que tradicionalmente se alinean junto a Estados Unidos, anunciaron esta semana una serie de sanciones económicas contra Moscú. El premier australiano, Scott Morrison, apuntó incluso contra “entidades clave de Bielorrusia” y 300 legisladores rusos que votaron a favor de la invasión.
En un gesto aparentemente inesperado –pero que en realidad se explica con facilidad– también Turquía se sumó a las condenas internacionales contra su vecino ruso. Su presidente, Recep Tayyip Erdogan, denunció “una invasión ilegítima” respondiendo in pettore seguramente a su voluntad de no favorecer a ninguna minoría, excusa utilizada por del Kremlin para invadir el Donbass, y defender a los separatistas rusófonos prorrusos. Miembro de la OTAN, el gobierno turco, que reprime y aniquila desde hace años a sus propias minorías kurdas, no puede permitirse el lujo de sentar algún precedente de esa naturaleza.
Corea del Sur se sumó a las sanciones internacionales contra Rusia, mientras Corea del Norte sacó una conclusión: la importancia fundamental de poseer el arma atómica. Según su presidente, el dictador Kim Jong-Un, “Rusia no habría osado jamás atacar a Ucrania, si Kiev hubiese tenido armas nucleares”.
Los amigos del Kremlin que manifestaron su “perplejidad”
Las imágenes de la invasión de Ucrania consiguieron aterrar a muchos Estados de Europa del este y central que, en los últimos años manifestaron una auténtica admiración por el populismo y la autocracia de Vladimir Putin. Eso sucedió con el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, y con el presidente de la República Checa, Milos Zeman, ambos miembros de la UE. Los dos criticaron al Kremlin, turbados por una situación que abrió viejas heridas: la invasión soviética de Praga en 1968, y la misma operación contra Hungría en 1956.
Zeman, considerado un “vasallo de Putin”, calificó la invasión de “acto de agresión no provocado y crimen contra la paz”. Orban evitó condenar a Moscú, aunque delante de la OTAN tuvo un discurso bastante claro: “Nuestra posición es clara. Estamos junto a Ucrania, en favor de su integridad territorial y su soberanía”, dijo su ministro de Relaciones Exteriores, Peter Szijijarto.
Rumen Radev, presidente de Bulgaria –actualmente miembro de la UE y la OTAN– y uno de los aliados más fieles de Moscú en los años de la Guerra Fría, definió como “absolutamente inadmisible” el atentado a la soberanía ucraniana. El apoyo a Kiev también llegó de parte de otro miembro de la Alianza Atlántica y de la UE, Rumania, y de Moldavia a pesar, en este caso, de la influencia del Kremlin sobre su vida institucional.
De Medio Oriente a América Latina, ¿quién está a favor de Putin y quién con Ucrania?
Naturalmente, Siria forma parte del círculo de aliados de Rusia. Oficialmente no existen acuerdos bilaterales entre ambos. Pero Bashar al-Assad debe mucho a Putin que le proveyó ayuda militar y protección política desde poco después de comenzada su guerra interior. India también podría ser considerada por el Kremlin como una potencia aliada, aunque sin declararlo abiertamente. Una supuesta “neutralidad” que fue denunciada por Kiev.
Lo mismo hizo Pakistán, limitándose a llamar al diálogo. En Irán, sin declaraciones explícitas sobre la invasión, el ministro de Relaciones Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, publicó un breve comentario en Twitter atribuyendo la crisis a “las provocaciones de la OTAN”.
A pesar de que en Ucrania vive una de las comunidades judías más importantes de Europa, Israel comenzó con una tibia condena. Para después declarar, a través del ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid: “El ataque es una seria violación del orden internacional”. Qatar llamó a las partes a hallar un terreno de entendimiento “a través de la diplomacia”, mientras una tibia condena llegó de México y Egipto.
Cuba, Venezuela y Nicaragua –todos unidos en el antinorteamericanismo– culparon a Estados Unidos de haber “provocado la crisis”. Por el contrario, muchos países africanos prefirieron apoyar a Ucrania: Kenia denunció a Putin con energía en Naciones Unidas. Lo mismo hicieron Ghana y Gabón. Por su parte, Sudáfrica optó por la neutralidad.