El gigante asiático prohibió que instituciones financieras y empresas realicen las transacciones con criptomonedas, lo que derrumbó su valor en 20%
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La criptomoneda más popular del mundo se desplomó. El precio del bitcoin cayó por debajo de los US$34.000 por primera vez en tres meses, luego que China impusiera nuevas restricciones a las criptomonedas.
El gigante asiático prohibió el martes que las instituciones financieras y las empresas ofrezcan servicios relacionados con transacciones de criptomonedas.
También advirtió a los inversores contra el comercio especulativo de criptomonedas, algo que hundió el precio del bitcoin un 20%. El anuncio se produce luego de que el bitcoin registrara una caída de más del 10% la semana pasada, después de que Elon Musk, director ejecutivo de Tesla, dijera en un tuit que ya no aceptaría la divisa digital como medio de pago.
Otras criptomonedas como el ethereum y el dogecoin también acumularon pérdidas esta semana superiores al 20%. Por otro lado, las acciones de Tesla cayeron más de 3% en Wall Street, posiblemente debido a la exposición del fabricante de autos eléctricos al bitcoin.
Pese a los tuits de Musk, la firma aún posee alrededor de US$1.500 millones en la divisa digital.
China toma medidas enérgicas
El comercio de criptomonedas fue ilegal en China desde 2019 para frenar el lavado de dinero, según sostuvo el gobierno. Sin embargo, las personas aún pueden hacer transacciones con monedas como el bitcoin en línea, algo a lo que se opone el gobierno de Pekín.
Este martes, tres organizaciones respaldadas por el Estado, incluidas la Asociación Nacional de Finanzas de Internet de China, la Asociación Bancaria de China y la Asociación de Pagos y Compensación de China, emitieron una advertencia en las redes sociales. Dijeron que los consumidores no tendrían protección en caso de incurrir en pérdidas por transacciones en criptomonedas.
Agregaron que los recientes cambios bruscos en los precios de las criptomonedas “violan gravemente la seguridad de los activos de las personas” y están alterando el “orden económico y financiero normal”.
Neil Wilson, de Markets.com, le dijo a la BBC que “China estuvo presionando durante algún tiempo al mercado de las criptomonedas, pero esto marca una intensificación. Otros países podrían seguir el mismo camino a medida que los bancos centrales avanzan hacia sus propias monedas digitales”.
Hasta ahora, agregó, “los reguladores occidentales se han mostrado bastante relajados con respecto al bitcoin, pero esto podría cambiar pronto”.
La influencia de Elon Musk
En marzo Elon Musk anunció inesperadamente que Tesla permitiría a los clientes comprar autos con bitcoin. Pero la semana pasada dio un giro y dijo que no aceptaría la criptomoneda por razones ecológicas. Su argumento está basado en que la minería de bitcoin -el proceso con el cual se genera la divisa- consume demasiada energía.
Como utiliza computadoras de gran potencia, a menudo depende de la electricidad generada con combustibles fósiles como el carbón. “La criptomoneda es una buena idea ... pero esto no puede tener un gran costo para el medio ambiente”.
Musk agregó que no tiene la intención de vender ninguno de sus bitcoin y que pretende restablecer las transacciones de criptomonedas una vez que la divisa sea generada con fuentes de energía más sostenibles. Aunque la moneda digital no se puede comerciar en China, más del 75% de la minería de bitcoin en todo el mundo se realiza en China.
Análisis de Rory Cellan-Jones, corresponsal de Tecnología de BBC
Para cualquiera que haya seguido el mercado de las criptomonedas durante un tiempo, los eventos de las últimas semanas son una historia conocida. Cualquier hecho aleatorio, como por ejemplo, un tuit de Elon Musk que anuncia que Tesla aceptará pagos en criptomonedas, envía al bitcoin a nuevos máximos y la gente comienza a decir que está ganando aceptación general.
Luego ocurre otro evento aleatorio, tal vez un cambio de rumbo del magnate, y la divisa vuelve a derrumbarse. Entonces la idea de que la criptomoneda se está volviendo parte del mercado convencional se desvanece.
El mes pasado, en una sala de chat en Clubhouse (otro fenómeno que parece estar oscilando entre el auge y caída) expresé cierto escepticismo sobre las criptomonedas. Apareció una figura de alto nivel de la próspera escena de las finanzas tecnológicas de Londres y me dijo: “Rory, Rory, las criptomonedas se están convirtiendo en una clase de activos aceptada”.
Con las grandes instituciones de la ciudad interesadas en este mercado, el mensaje tenía un tono de verdad, al menos en abril. Pero esta semana el clima ha cambiado, con el periódico Financial Times informando sobre “nuevas dudas entre los administradores de fondos institucionales acerca del futuro de las criptomonedas”.
Mis recuerdos volvieron al 2013, cuando me interesé por primera vez en el bitcoin. En un informe periodístico que hice para Radio 4 de la BBC, comentaba que había comprado una pizza por 0.5 bitcoin. Fue un proceso tortuoso que no parecía valer las 30 libras esterlinas (unos US$42 dólares al tipo de cambio actual) que costaba en ese entonces.
Hoy sería una pizza de unos US$20.000. También escribí una publicación de blog titulada “La burbuja de bitcoin”, en la que traté de extraer algunas lecciones de un período en el que el precio de la criptomoneda se disparó de US$15 a US$276 y luego volvió a bajar a toda velocidad.
Terminé el análisis donde comparaba la criptomoneda con los tulipanes holandeses del siglo XVII o las casas de Londres en la década de 1980 con este pensamiento: “A menos que se pueda usar el bitcoin para comprar un sándwich, o que tus amigos lo acepten cuando les pagues por una comida en un restaurante, es probable que siga siendo solo un patio de recreo para geeks y apostadores”.
Ocho años después, sigue siendo prácticamente imposible comprar un sándwich con bitcoin.
¿Y por qué querrías hacerlo cuando hay una buena posibilidad de que se burlen de ti unos años más tarde, como me ha pasado con mi transacción, por regalar un activo que va subiendo de valor?
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