Gym, lucha libre, golf y armas, actividades de distracción que son esenciales en alguna parte
MIAMI (The Washington Post).- Florida hizo una excepción con la lucha libre. Carolina del Sur fue flexible con los sex-shops, hasta que dejó de serlo. Y en todo Estados Unidos es más probable que las canchas de golf estén abiertas que cerradas.
A pesar de la orden general de cerrar todos los negocios y actividades no esenciales como estrategia para combatir la propagación del nuevo coronavirus, la lista de excepciones en la mayoría de los estados norteamericanos es larguísima, polémica y llamativa, dando pie a interminables debates sobre lo que realmente importa en estos tiempos en los que todos estamos haciendo tantos sacrificios.
Esa discusión escaló en una guerra de feroces campañas de presión que se termina librando en tribunales y de cuyo resultado depende la supervivencia de muchas empresas. Esta semana, en respuesta al creciente número de órdenes que disponen quedarse en los hogares, en siete capitales de estado norteamericanas se realizaron protestas cuyos manifestantes no respetaron el distanciamiento social. Definir qué es lo esencial tiene consecuencias para los dos componentes del delicado equilibrio que están intentando instaurar los líderes en el poder como respuesta al coronavirus.
Con cada categoría incluida, puede salvarse un conjunto de puestos de trabajo y evitarse otra ola de disrupción económica. Pero cada añadidura también conlleva una amenaza: Con tantas excepciones, la estrategia general de mantener a la gente aislada podría volar por los aires y a su vez, disparar la propagación viral.
"En cuanto se suavizan las órdenes de quedarse en casa, las redes de contacto de amenazas potenciales se expanden rápidamente", dice la epidemióloga Ellie Murray, de la Universidad de Boston. "El confinamiento está funcionando. Pero algunas de estas excepciones están creando grandes problemas". Según Murray, la lucha libre es el ejemplo perfecto de una excepción aparentemente benigna que podría hacer descarrilar los esfuerzos de mitigación.
Esta semana, los funcionarios de Florida confirmaron que la World Wrestling Entertainment (WWE) representa un "servicio esencial" y que los luchadores podrán seguir lanzando, girando y golpeando a su rival alegremente, siempre y cuando no luchen ante un público presente. El gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, respaldó la decisión y dijo que la gente "está sedienta de alegría", un comentario en sintonía con las declaraciones emitidas por la WWE de que "ahora es más importante que nunca ofrecerle una distracción a la gente en estos tiempos difíciles".
La federación de lucha libre también dijo que tomaría precauciones que incluían monitoreos de salud antes de las contiendas y la limpieza exhaustiva del ring. Pero Murray dijo que no es difícil imaginar la propagación del virus, "no solo entre los luchadores sino también con sus familias y con las personas del lugar. Hay que tener en cuenta todas las personas con las que van a estar en contacto".
Por supuesto, esa era la lógica original detrás de las órdenes para quedarse en casa que ahora implementaron 45 estados y que exigen que la gente limite su actividad al mínimo y que los negocios cierren sus puertas salvo que exista una necesidad absoluta de mantenerlos abiertos.
Pero ahora resulta que la lista de lo que la gente necesita para sobrevivir en 2020 es mucho más extensa. Por supuesto que en todos lados, los almacenes, farmacias y hospitales siempre estuvieron eximidos. Pero en muchos lugares, la distinción es mucho menos evidente con otros puestos de trabajo, como paisajistas, negocios de ferretería o suministros de oficina. Según una lista pública de las decisiones tomadas caso por caso, en Carolina del Sur podían abrir, inicialmente, desde sexshops hasta gimnasios. Con el tiempo, el estado se volvió más selectivo.
Pero el gobernador republicano Henry McMaster sigue defendiendo que el parámetro para que abra un negocio no sea su esencialidad o no, sino el hecho de que pueda funcionar de manera segura. "Cada negocio es esencial para alguien, en particular para el que trabaja ahí", dijo McMaster en una conferencia de prensa, y agregó que el estado solo está exigiendo el cierre de los negocios que seguramente propaguen el virus, como por ejemplo las peluquerías, donde el contacto personal es inevitable, o los negocios de ropa o las zapaterías, donde la gente toca los objetos y los devuelve.
Esa es una visión que está cobrando impulso, sobre todo entre los republicanos. En Michigan, los republicanos se rebelaron contra una segunda etapa de restricciones implementada por la gobernadora demócrata Gretchen Whitmer, quien la semana pasada prohibió los negocios que venden productos como muebles, plantas, pintura y revestimientos de suelos. Las medidas achicaron la lista de negocios esenciales de Michigan y están entre las más estrictas de Estados Unidos. En Michigan hasta ahora murieron más de 2000 residentes y se registraron casi 30.000 casos positivos de coronavirus. La decisión de la gobernadora se topó de inmediato con una fuerte resistencia, sobre todo porque algunos negocios siguen abiertos.
"No esencial en Michigan: Mantenimiento del césped, construcción, pesca en embarcación a motor, inmobiliarias, comprar semillas, equipamiento de ferretería y elementos de jardinería. Esencial en Michigan: marihuana, lotería y alcohol. Seamos sensatos. ¡Hasta ahora no lo estamos siendo!", publicó en Twitter el presidente de la Cámara de Representantes de Michigan, el republicano Lee Chatfield.
El miércoles, miles de personas protestaron desde sus autos en la ciudad de Lansing. Algunos salieron y atestaron la explanada del capitolio blandiendo carteles que decían, con acento trumpiano, "hagamos que Michigan vuelva a trabajar". En Kentucky y Carolina del Norte se realizaron otras protestas, y para los próximos días se organizaron otras más.
En todo el país, el destino de los vendedores de armas es un tema de presión particularmente intenso. Algunos funcionarios a nivel estatal y local se vieron obligados a cambiar de rumbo para incluir excepciones tras demandas judiciales y ofensivas de grupos de defensa de portación de armas que citaron derechos de la Segunda Enmienda y presionaron para que el asunto fuera incluido en la lista de negocios esenciales sugerida por el gobierno federal.
El demócrata Phil Murphy, gobernador de Nueva Jersey, citó esa lista el mes pasado, cuando dijo que los locales de armas serían autorizados a permanecer abiertos para realizar transacciones que por ley tienen que realizarse en persona. En California, el gobernador demócrata Gavin Newsom dejó que los líderes locales decidieran por sí mismos. El alguacil del Condado de Los Ángeles cedió días después de haber ordenado el cierre de los locales de venta de armas y denunció el "pánico por comprar un arma" que había generado largas filas de clientes fuera de esos negocios.
Los propietarios de campos de golf también lograron mantenerlos abiertos y son considerados como negocios esenciales en casi dos tercios de los estados. En aquellos donde los cerraron, como Wisconsin, los propietarios de los campos empezaron a reclutar aliados dentro del gobierno del estado para intentar que el gobernador cambie de parecer.
"Estamos castigando excesivamente una industria muy indicada para ofrecer alivio y relajación para una población que tanto lo necesita y que puede hacerlo de una manera segura", dice el republicano Rob Hutton, uno de los 40 legisladores del estado –todos republicanos– que están presionando al gobernador demócrata Tony Evers para que cambie de rumbo.
Hasta ahora, Evers se mantiene imperturbable. Pero los golfistas del condado rural de Dunn ya no tienen que seguir esperando. Allí, el alguacil Kevin Bygd se negó a aplicar una prohibición que según él contradice la excepción que rige para el ejercicio que respeta el distanciamiento social. Bygd dice que hacer cumplir las reglas es un caos total. "Básicamente, recibimos una orden de una página con 15 páginas de excepciones", dice Bygd. "No se puede descifrar qué está exento y qué no lo está, es algo totalmente confuso".
Aunque algunos buscan flexibilizar las reglas, otros intentan hacerlas más estrictas. Shirley Sessions, alcalde de Tybee Island, en Georgia, quedó pasmada este mes cuando vio que el gobernador reabrió las playas del estado, a pesar de que él mismo había dado la orden de permanecer en los hogares.
La excepción estaba destinada a permitir que la gente haga ejercicio en una época en que no pueden ir al gimnasio. Pero Sessions teme que los visitantes lleguen hasta su pequeña isla barrera y desaten un brote en un lugar que no tiene hospital propio. "Tenemos una población mayor que corre un gran riesgo", dice Sessions. "Dentro de dos o tres meses, las playas seguirán estando allí, pero si no nos cuidamos, algunos de nosotros tal vez ya no estemos en este mundo en ese momento".
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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