Coronavirus: El Gobierno no aceptó un vuelo con repatriados
Rechazó el ofrecimiento de la iglesia mormona de EE.UU. para no desbordar la capacidad de control sanitario en Ezeiza
El vuelo fue con butacas vacías. Podría haber llevado a algunos de los miles de argentinos que están varados en Estados Unidos, pero debido al "cepo" que el gobierno nacional impuso en Ezeiza para la llegada de los viajeros en el extranjero postergó, por ahora, el ansiado retorno.
La oferta de repatriación llegó por parte de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocida comúnmente como la iglesia mormona. Esa congregación regresó a decenas de miles de misioneros a Estados Unidos de todo el mundo en las últimas semanas debido a la pandemia del coronavirus . Este esfuerzo se concretó a través de vuelos comerciales, vuelos chárter y otras opciones, explicó a LA NACION Daniel Woodruff, vocero de la iglesia.
"En muchos casos, a pedido de varios gobiernos, la Iglesia ha permitido que los asientos vacíos en nuestros vuelos chárter sean ocupados por ciudadanos varados de esos países sin costo para que puedan regresar a sus países de origen", afirmó Woodruff.
Una de esas oferta se le hizo a la Argentina, pero el gobierno nacional rechazó esa oferta de repatriación debido al cupo para la llegada de pasajeros que rige en Ezeiza. Según explicaron fuentes oficiales, el Gobierno lo hizo para evitar un desborde de la capacidad de control sanitario de los argentinos que vuelven al país.
El vuelo no estaba previsto en el cronograma que la Cancillería evalúa periódicamente con el Ministerio de Salud y, según la explicación, aceptar un vuelo adicional -por más que no significara gastos para el Estado- podía elevar el riesgo de contagios una vez que llegaran al Aeropuerto de Ezeiza, donde los pasajeros deben someterse a un protocolo coordinado entre las autoridades de Salud, Cancillería, Seguridad, Transporte y Migraciones.
Tras el cierre de fronteras, el ingreso de argentinos por ese aeropuerto es extremadamente limitado. El Gobierno dispuso un límite de hasta dos vuelos diarios de repatriación para mantener el flujo de ingreso entre 300 y 400 personas por día.
La Cancillería define, junto a la cartera que conduce Ginés González García, cronogramas semanales de vuelos de repatriación. Esta semana, por ejemplo, se organizaron vuelos desde países de América Latina y Oceanía. En los próximos días se anunciará el envío de aviones a otras regiones. El Gobierno asegura que se mantendrán las repatriaciones desde Europa o países como Estados Unidos, donde todavía hay unos 1800 argentinos, la mayoría en Miami.
Por ahora, Aerolíneas Argentinas no tiene vuelos previstos desde Estados Unidos. El último vuelo especial de la empresa desde Estados Unidos a la Argentina fue el 26 de marzo. La empresa tiene rutas a Miami y Nueva York. El último vuelo desde Nueva York fue el 17 de marzo. "La decisión por ahora es ir día a día", indicaron fuentes de Aerolíneas. "Se programan muy pocos vuelos", agregó.
Unidos en la adversidad
El dolor, la angustia y un grupo de WhatsApp unen a casi un centenar -de los 600 en total- de varados en Nueva York y a otros argentinos desparramados en Estados Unidos. Todos utilizan a diario la aplicación como espacio de conexión, donde se encuentran para compartir el estrés que significa estar lejos de casa y no poder volver.
Los argentinos que esperan impacientes su regreso a la Argentina sufren -emocional y económicamente- los días que pasan en Estados Unidos sin muchas respuestas. Y es que, la gran mayoría, de los varados con los que habló este medio se ha comunicado en reiteradas oportunidades con las autoridades argentinas, y niegan haber recibido la atención deseada. Los varados dicen estar a su suerte, a la deriva.
Mucho se ha dicho sobre cuándo fue que los varados viajaron al exterior. Algunos por placer, otros por trabajo y muchos por estudio, sus fechas de ingreso a Estados Unidos varían tanto como sus historias. El problema, ahora, está en quienes arribaron hace meses y hoy tienen su visa vencida o próxima a vencerse.
De esta manera, uno de los múltiples temores de algunos de los varados es la expiración de sus visas de turista. El Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS, según sus siglas en inglés) permite solicitar una extensión por la pandemia, en los casos que sea necesario. Esa agencia indica en su página web que "la mayoría de no inmigrantes puede mitigar las consecuencias migratorias de COVID-19 al presentar una solicitud de extensión de estadía". Pero los costos son altos, y para muchos pagarlo significa un enorme desafío.
El viernes último, el presidente Donald Trump encomendó al Departamento de Estado que "iniciara un plan para imponer sanciones de visa" a los países que "demoren injustificadamente" la repatriación de ciudadanos, siempre y cuando esa demora "impida las operaciones del Departamento de Seguridad Nacional necesarias para responder a la pandemia".
Para los varados, eso podría llegar a acelerar su repatriación. Una esperanza que parece exigua.
Historias que se encuentran
Serena Leoni tiene 15 años. Viajó a Nueva York el 18 de enero con los sueños de una joven artista gracias a una beca para estudiar ballet en la academia Vassiliev.LA NACION habló con su mamá, Roxana Bistoletti, quien la espera en Posadas, Misiones junto a su marido, Leonardo y su hijo de 21 años, Gino. Según dijo con un tono de voz cálido y pasivo, no se dan el lujo de dejarse caer en una situación así.
"Ella está siendo alojada por sus maestros en un departamento del Bronx junto a otros bailarines, entre ellos, otras cinco argentinas menores de edad", contó la madre, quien detalló que pese a reiterados intentos y pedidos para traer a su hija a casa, Cancillería le dijo que por tener alojamiento y comida, su regreso no es prioridad.
Desde hace treinta días que Serena comparte un departamento mediano en la ciudad de Nueva York junto a otras doce personas. "Sólo sale una vez por semana para comprar su comida en un supermercado a una cuadra", confesó Roxana, quien agradece que todavía tienen los medios económicos para mantener a su hija a miles de kilómetros de distancia.
La historia se repite en versiones distintas. Personas de todas las edades han quedado atrapadas sin salida en un país lejano. Los pedidos sin respuestas de las autoridades se han vuelto una especie de círculo vicioso que genera angustia entre los cientos de argentinos que esperan, y esperan.
Miranda es una odontóloga de Buenos Aires. Viajó a la Gran Manzana por trabajo en los primeros días de febrero con regreso estipulado para mediados de abril. Como todos los varados, su vuelta nunca sucedió. Perdió el empleo que la esperaba en la Argentina. Con mucho dolor, agradece que sus primos le puedan dar hospedaje para no tener que desangrar todos sus recursos económicos.
"Tengo miedo de todo, vivo con miedo, ya es parte de mi", dijo Miranda en diálogo con este medio, y confesó que hace más de un mes que no sale de su casa, también por temor a un eventual contagio.
Los comentarios de algunos panelistas en la televisión argentina lastiman y enfurecen a muchos de los varados. Y es que, los varados dicen, muchas veces hablan sin saber. Se ha escuchado decir que los argentinos en Estados Unidos reciben ayuda económica y sanitaria del gobierno pero, hasta ahora, sólo un puñado de los que están en Nueva York confirman haber recibido una tarjeta de regalo con 100 dólares para ser utilizados en una cadena de supermercados. En lo que respeta a la cobertura de salud, en los últimos días se anunció que los servicios de Assist Card y Universal Assistance serían extendidos sin costos, pero no todos han podido conseguirlo.
Cynthia Schemith está embaraza de 30 semanas. Todo lo lindo y emocionante que debería ser el curso de un momento así se ve eclipsado por el estrés de no saber cuándo podrá volver a casa. Junto a su marido, Emilio Duran y su hija de 7 años, aguardan en lo de unos amigos en Nueva Jersey.
Al condimento de estar varados lejos de casa se suma que Nueva York es el epicentro de casos en el mundo. Si bien ya se habla de un cauto optimismo y de la posibilidad de diseñar un plan para la apertura del estado, muchos temen los altos costos del sistema de salud norteamericano.
Emilio Duran confesó el nivel de desesperación que manejan junto a su mujer. La cesárea de Schemith está programada para junio, y sólo les quedan dos semanas para volar dentro de los estándares seguros para un embarazo avanzado. Pese a los reiterados intentos, todavía no han recibido precisiones del gobierno argentino sobre cuándo podrán volver a casa.
Los problemas para esta familia no terminan allí: su cobertura médica ya venció y los costos de tener un hijo en Estados Unidos pueden significar una inversión de miles de dólares, en especial una cesárea. Emilio Duran contó a LA NACION que reza para que aparezca pronto el vuelo que los lleve su Córdoba Capital.
Antonella, Walter, Erika, Anita, Clara, Patricia, Daniel, Blanca, Mariano, María Emilia. A diario, un centenar de ciudadanos argentinos se juntan en el grupo de WhatsApp con una misión: volver a casa. Y cada día son mas. Sus historias pueden tener orígenes distintos, pero la desesperación por atravesar la línea del Ecuador en un avión con dirección al sur los encuentra unidos.
Las diferencias pueden generar alguna rispidez, pero nunca falta el valiente que se mete en el medio para recordar que el canal de WhatsApp es para contenerse los unos a los otros, no para atacarse. Todos comparten el sufrimiento de estar lejos, todos quieren volver a casa, abrazar a sus familias y que esta etapa quede el recuerdo y volver a tocar suelo argentino.
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