El futuro del euro, atado al ajuste en España
Quienes se interesan en política económica, que es el punto de encuentro entre los principios de la práctica económica y la política, están observando atentamente los primeros pasos de la profundización del plan de ajuste lanzado en España. Todos presienten que allí se está jugando el futuro del euro, la construcción más ambiciosa de la Unión Europea (UE).
Llamativa situación la de Mariano Rajoy, que, más allá de los errores del socialismo español, llegó a la presidencia castigando a su predecesor por ajustes mucho menores que los que él está implementando.
Del manejo político que haga en los próximos meses se constatará si estamos frente a un estadista de fuste, capaz de alinear a la sociedad en un esfuerzo "churchilliano", o ante una nueva víctima del ajuste europeo, como Giorgios Papandreu, que inició el descubrimiento de la crisis griega a fines de 2009 y tuvo que dejar el cargo en 2011 en medio de una crisis política por el ajuste.
España batalla para lograr la "devaluación interna", algo que ninguna economía de su tamaño y complejidad logró antes, menos en democracia plena. En realidad, el país viene buscando la devaluación interna al menos desde hace un año y medio, sin lograr otra cosa que profundizar su recesión, aumentando el desempleo y la emigración. Por eso esta nueva vuelta de tuerca del ajuste constituye todo un shock social y político difícil de dimensionar adecuadamente.
Paradójicamente, el eje del problema pasa por la banca, que hasta hace poco era ejemplo de manejo ordenado y de internacionalización de la economía española. Dos años atrás nadie hablaba de "las cajas" como problema, pero algunos insinuaban que era allí donde anidaban los desaguisados. Se trató de adaptar las cajas transformándolas en bancos.
En un caso emblemático, se fusionaron siete cajas con problemas alrededor de Caja Madrid, creando Bankia con un apoyo estatal inicial de 5600 millones de euros, y nombrando al ex ministro de Economía Rodrigo de Rato como CEO. Menos de un año después solicitaron ayuda adicional por 19.000 millones de euros –equivalentes a 1,6% del PBI español–, rescate que por su magnitud se convirtió en el punto de partida de las negociaciones que culminaron en el actual ajuste.
En algún sentido, la crisis española es una sorpresa para muchos. De Rato llegó al cargo de director gerente del FMI en 2004, con el prestigio de haber conducido a la economía española en un sendero sólido de éxito entre 1996 y 2004. Antes de eso, cuando en 2002 la Argentina tuvo las primeras diferencias profundas con el FMI, se buscó la mediación de un grupo de expertos que vinieron a examinar los pasos iniciales de nuestra política económica; los "notables", como los bautizó el periodismo.
Pocos recuerdan hoy que uno de ellos era Luis Angel Rojo, que había presidido con mucho éxito el Banco de España entre 1992 y 1999, sentando las bases de una de las mejores supervisiones bancarias de Europa.
En forma progresiva, en los últimos dos años el mercado financiero internacional cambió drásticamente. De nada sirven las glorias pasadas, o si se trata de un país desarrollado o de un emergente. Estamos ante una nueva escala de aversión al riesgo. La valla a superar para colocar deuda subió varios escalones. Todos los emisores de deuda, estatales o privados, deben rendir nuevos exámenes cada día, y muchos que eran hasta hace poco alumnos ejemplares hoy resultan reprobados.