El fuerte mensaje del Papa sobre la guerra en Ucrania a nueve meses de la invasión
“¿Cómo pueden los hombres tratar así a otros hombres?”, se preguntó el Pontífice en una carta enviada al pueblo ucraniano, que sufre “el terror desencandenado por esta agresión”
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ROMA.- “¿Cómo pueden los hombres tratar así a otros hombres? Su dolor es mi dolor. En la cruz de Jesús hoy los veo a ustedes, ustedes que sufren el terror desencadenado por esta agresión”.
A nueve meses del comienzo de la guerra en Ucrania, el papa Francisco le escribió hoy una apasionada carta al pueblo ucraniano, en la que denunció la “agresión”, el horror de las “lluvias de misiles”, la destrucción, el dolor, el hambre, la sed y el frío, así como las fosas comunes halladas en los últimos meses en diversas ciudades de la exrepública soviética invadida por Rusia. Además, expresó toda su admiración por la actitud de dignidad y resistencia del puelo ucraniano.
“Queridos hermanas y hermanos ucranianos, sobre su tierra, hace nueve meses, se ha desencadenado la absurda locura de la guerra. En su cielo retumban sin parar el fragor siniestro de las explosiones y el sonido inquietante de las sirenas. Sus ciudades están siendo martilladas por las bombas mientras lluvias de misiles provocan muerte, destrucción y dolor, hambre, sed y frío. En sus calles muchos tuvieron que huir, dejando casas y afectos. Junto a sus grandes ríos corren todos los días ríos de sangre y de lágrimas”, comienza la misiva del Papa, que desde que comenzó el conflicto reza en toda ocasión pública por la “martirizada” Ucrania.
Aunque, como viene haciendo para dejar una ventana abierta a la mediación, en su epístola no mencionó a Rusia, en la carta el Papa claramente alude a las fuerzas del Kremlin al sostener, como ya ha hecho, que los ucranianos “sufren el terror desencandenado por esta agresión”. “Quisiera unir mis lágrimas a las de ustedes y decirles que no hay día en el que no les esté cerca o no los lleve en mi corazón y mi oración”, escribió.
Francisco, que en estos nueve meses se mostró dispuesto a hacer todo para frenar la guerra, a una mediación y a viajar a Moscú y a Kiev –algo que hasta el momento fue imposible-, en la carta mencionó las historias trágicas de las que se fue enterando con el paso de los meses. “Ante todo, la de los pequeños: ¡cuántos niños matados, heridos o huérfanos, arrancados a sus madres!”, lamentó.
“Lloro con ustedes por cada pequeño que, debido a esta guerra, perdió la vida, como Kira en Odessa, como Lisa en Vinnytsia y como centenares de otros chicos: en cada uno de ellos es derrotada la humanidad entera”, clamó. “Ahora ellos están con Dios, ven sus dificultades y rezan para que terminen”, aseguró. “¿Cómo no sentir angustia por ellos y por los que, pequeños y grandes, han sido deportados? Es incalculable el dolor de las madres ucranianas”, siguió.
El Papa mencionó a todos “los heridos en el alma y en el cuerpo”. Los jóvenes que, en lugar de ocuparse de sus sueños para el futuro, debieron tomar las armas; las esposas que perdieron a sus maridos, pero que en silencio, “con dignidad y determinación”, siguen sacrificándose por sus hijos; los adultos que intentan proteger a sus seres queridos; los ancianos catapultados en la “tenebrosa noche de la guerra”; las mujeres “que sufrieron violencias”. “Pienso en ustedes y estoy cerca de ustedes con afecto y con admiración por cómo enfrentan pruebas tan duras”, afirmó.
Se refirió asimismo a los voluntarios, a los pastores que se quedaron junto a la gente, ayudándola y dándole de comer, a los refugiados, a los desplazados internos y a las autoridades, “por quienes rezo”. “Sobre ellas incumbe el deber de gobernar el país en tiempos trágicos y de tomar decisiones con visión de futuro por la paz y para desarrollar la economía durante la destrucción de tantas infraestructuras vitales, en ciudades y en los campos”, remarcó.
Como hizo el miércoles pasado, al final de la audiencia general, recordó el aniversario que se cumple en estos días del “terrible genocidio del Holomodor”, el exterminio por hambre en 1932-33 causado artificiosamente por Stalin en Ucrania. Y subrayó que “en este mar de mal y dolor estoy admirado por su fuerza”. “Aún en la inmensa tragedia que está sufriendo, el pueblo ucraniano nunca se ha desalentado ni se ha abandonado en la conmiseración”, destacó.
“El mundo ha reconocido un pueblo audaz y fuerte, un pueblo que sufre y reza, llora y lucha, resiste y espera: un pueblo noble y mártir”, siguió. “Yo sigo estando cerca de ustedes, para que se sientan acompañados, para que no nos acostumbremos a la guerra, para que no sean dejados solos hoy y sobre todo mañana, cuando quizás vendrá la tentación de olvidar sus sufrimientos”, agregó.
Tras recordar que pronto será Navidad y que con el clima frío “lo que viven será aun más trágico”, el Papa cerró la misiva asegurando la cercanía, las oraciones y el afecto de toda la Iglesia. Y pidió, finalmente, a Dios y la Virgen, el don de la paz.
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