BUCAREST.- ¡Maestro!" le llaman algunos manifestantes. A slos 101 años, el filósofo Mihai Sora se ha convertido en el vocero de la movilización contra las "derivas" del gobierno rumano.
En medio de la noche, con su sombrero negro y ropa oscura, este hombre discreto y enjuto no parece querer llamar la atención. Pero lo consigue. En cuanto se abre paso entre la muchedumbre -que acusa a los gobernantes de querer amordazar las justicia- le llueven las aclamaciones.
Es cortés y cada vez que un manifestante le estrecha la mano, él se inclina.
"Simboliza el respeto por la justicia y la verdad", resume Laurentiu Dumitrescu, de 63 años, emocionado tras haber hablado con él.
"Su entusiasmo es contagioso", declara Tincuta, una economista de 51 años. Georgiana Chesei, de 36 años, estima que el anciano "da una lección a los más jóvenes". - Humor -
El filósofo era conocido por sus ensayos de títulos enrevesados como "Del diálogo interior, fragmento de una antropología metafísica" y ahora puede presumir de tener en su cuenta de Facebook a 100.000 seguidores que se deleitan con mensajes políticos llenos de humor.
Mihai Sora considera que su sitio está en la calle, junto a sus compatriotas.
Desde hace más de un año parte de la sociedad protesta contra la reforma judicial impulsada por los socialdemócratas (PSD), en el poder desde finales de 2016.
Según sus detractores, estos cambios tienen como objetivo restringir la independencia de la justicia para que los políticos investigados eviten los procesamientos.
El gobierno contesta que quiere corregir los "abusos" de los magistrados anticorrupción.
El líder del PSD Liviu Dragnea acaba de ser condenado a prisión en primera instancia, tras una pena de cárcel condicional en 2016. Él se considera víctima de un "Estado paralelo" que quiere -dice- tumbar al gobierno.
"Vine para estar al lado de mi pueblo que sufre y que quiere que la justicia prevalezca", afirma Mihai Sora entre aplausos en una de las manifestaciones casi diarias en Bucarest y en las principales ciudades del país.
Si no está al pie del cañón en la calle, el filósofo sube a Facebook un sarcástico "informe de actividad del Estado paralelo" o cuenta alguna vivencia, como la noche en la que un gendarme le soltó durante una manifestación: "Venga, muévete, abuelo".
Dragnea trata a los opositores de "ratas" y él, con humor, aprovecha el calificativo para crear la etiqueta #YoSoySobolan" (rata en rumano). Tampoco pierde ocasión de hacer un llamamiento a sus amigos virtuales: "Queridas ratas, nos citamos esta noche como de costumbre, el verano se anuncia caliente".
"Soy un ciudadano consciente de sus derechos pero sobre todo de sus deberes", explica el filósofo.
"Lo que más me preocupa es el destino a largo plazo", añade, lamentando las "derivas, tanto a la derecha como a la izquierda" en el país, marcado por la inestabilidad y los escándalos desde el regreso de la democracia en 1989 después de la dictadura comunista.
Críticos
Mihai Sora está lejos de ser un héroe para todo el mundo. El senador socialdemócrata Serban Nicolae lo tacha de "arrogante" y "estalinista", en referencia a los años 1948-1949 en los que el escritor trabajaba en el ministerio comunista de Relaciones Exteriores.
Nació en noviembre de 1916 y cursó estudios en Francia, donde trabajó entre 1945 y 1948 como investigador en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS).
En 1948 volvió a su país natal, convertido en un satélite de la Unión Soviética, con la idea de quedarse unos días. El régimen comunista le impidió marcharse.
Este hijo de sacerdote en un país que fomentaba el ateísmo se vio obligado en varias ocasiones a abandonar su trabajo y fue hostigado por el régimen totalitario: "Durante años me vigilaron, pincharon mi teléfono y leyeron mi correspondencia...".
Agencia AFP
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