El fenómeno Sanna Marin se pone a prueba en las elecciones en Finlandia
La joven primera ministra socialdemócrata buscará su segundo mandato en unos comicios que se prevén muy disputados con sus rivales conservadores y nacionalistas
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PARÍS.– El 8 de diciembre de 2019, Sanna Martin llegó como una bocanada de aire fresco a la política finlandesa. Designada primera ministra por los socialdemócratas (SDP), jamás su país había sido dirigido por una personalidad tan joven.
Hoy, a los 37 años, después de haberlo guiado con calma y mano firme por varias tempestades, dándole visibilidad internacional, la carismática dirigente ha adquirido una estatura de rock star internacional. Pero esos éxitos tal vez no le alcancen para conservar el poder después de las elecciones legislativas de este domingo.
Detrás de su eterna sonrisa, se oculta una determinación sin fallas. Pocos son quienes lo ponen en duda después de analizar sus tres años pasados en el poder. “A cada crisis sucedió una nueva. Analizar el mandato de Marin con los criterios habituales es imposible”, afirma Juha Ristamäki, redactor político del diario finlandés Iltalehti.
A la cabeza de una coalición de cinco partidos, todos dirigidos por mujeres —de las cuales cuatro tenían menos de 35 años al llegar al poder—, Marin condujo a Finlandia a través de la pandemia de Covid-19 con una de las tasas de letalidad más bajas de Europa. Y cuando Rusia invadió Ucrania, no dudó un segundo en presentarse ante la OTAN para candidatear a su pequeño país de 5,5 millones de habitantes como nuevo miembro de la organización.
La invasión a Ucrania significó un doble traumatismo para los finlandeses. Porque son los vecinos inmediatos del gigante ruso y porque padecen cada día las consecuencias financieras de la guerra: una inflación creciente y el estallido del precio de los alimentos y la energía.
Pero la guerra sobre todo dejó en claro la fragilidad de ese país nórdico. Además de compartir una frontera de 1340 kilómetros con Rusia, los finlandeses tienen con su vecino del este una larga historia jalonada de guerras y conflictos. Para Marin, ambas crisis fueron duras y difíciles, pero le valieron un amplio reconocimiento. Todos, amigos y enemigos políticos, saludan su trabajo y su firmeza.
En el extranjero, la joven premier es mucho más que eso. Es una líder joven, con convicciones y principios, libre y desprejuiciada. En el verano de 2020, Marin se casó con su amor de adolescencia, Markus Raikkonen. Ambos tienen una hija de cinco años, Emma.
Todos coinciden también en que la coalición dirigida por Marin desde 2019 ha sido “un gobierno excepcional en un periodo excepcional”, según el periódico Hufvudstadsbladet de Helsinki.
Sin embargo, aun cuando la jefa de los socialdemócratas goce de una popularidad fuera de lo común, su reelección en las legislativas de este domingo no es para nada segura. En los sondeos, tres formaciones aparecen codo a codo con alrededor del 19% de intenciones de voto.
Jokaisella äänellä on nyt merkitystä. Muista äänestää. SDP on sinun puolellasi. pic.twitter.com/9gCh404dyS
— Sanna Marin (@MarinSanna) March 31, 2023
Primero durante largo tiempo, el Partido de la Coalición Nacional (conservador) vio desmoronarse su avance en estos últimos cinco meses, para encontrarse sin diferencia con los nacionalistas del Partido de los Finlandeses y los socialdemócratas.
Coaliciones cambiantes
En Finlandia, país de consenso, las coaliciones varían con las elecciones. Según los analistas, esta vez habría dos posibilidades: un gobierno formado por los conservadores y el Partido de los Finlandeses, o bien una alianza entre conservadores y socialdemócratas.
Tradicionalmente, la formación que obtiene más votos en el Parlamento se ve encargada de formar gobierno. En las legislativas de 2019, los socialdemócratas, dirigidos por Antii Rinne, con 17,7% de los votos obtuvieron 44 bancas, una más que el Partido de los Finlandeses (17,5%). Rinne fue nombrado primer ministro, pero tuvo que renunciar en diciembre de 2019, amenazado por una moción de censura.
Número dos de su partido, entonces ministra de Transportes y Comunicación, Marin fue nombrada en su remplazo. Exalcaldesa de Tampere, la tercera ciudad del país, era aún totalmente desconocida.
“Tres años después, su balance gubernamental es juzgado positivamente por los electores a través de todo el espectro político”, afirma la historiadora Jenni Karimaki.
Ni siquiera los escándalos que marcaron su gobierno parecen haber hecho mella en su reputación. En septiembre de 2022, una encuesta realizada para la cadena de televisión Yle reveló que 68% de los finlandeses estaban satisfechos con su primera ministra, un récord comparado con sus antecesores.
Tres semanas antes, sin embargo, la joven premier se había encontrado en plena tormenta, después que circuló un video que la mostraba bailando y bebiendo con aparente desenfreno en una fiesta de cumpleaños. Para terminar con los rumores alimentados por la oposición, decidió someterse a una prueba de detección de drogas.
“Los que no la querían se vieron confortados en su opinión. Sus simpatizantes hallaron ridículas las críticas”, señala Karimaki, recordando que el año anterior, la premier había advertido que tenía la intención de “desempolvar” la función. “Insistiendo en su derecho a tener una vida privada, en cierta forma lo logró”, agrega.
En todo caso, su administración parece haber sido irreprochable. Entre las dos grandes crisis, Marin logró hacer adoptar grandes reformas, como la del sistema de salud y los servicios sociales, motivos de disputa durante 15 años. Las licencias parentales fueron prolongadas y compartidas en partes iguales por ambos padres, que disponen cada uno de 160 días remunerados. El Parlamento también adoptó una de las leyes climáticas más ambiciosas del mundo, que prevé alcanzar la neutralidad carbono en 2035.
Pero esta campaña electoral estuvo dominada por un solo tema, que eclipsó todo lo demás: una deuda pública que se duplicó en 15 años, alcanzando el 72% del PBI y que debería seguir aumentando, según el Ministerio de Finanzas debido, sobre todo, al envejecimiento de la población.
Los conservadores y el Partido de los Finlandeses prometen en sus programas severos recortes presupuestarios, mientras que los socialdemócratas insisten en preservar la calidad del servicio público. Los primeros acusan a Sanna Marin y a su gobierno de gastar sin mirar cuando, en realidad, los culpables de esos gastos suplementarios fueron la crisis sanitaria y las consecuencias de la guerra para la economía del país.
En todo caso, sea cual fuere el resultado, los partidos que formarán la próxima coalición deberán hacer “compromisos importantes”, según Jenni Karimaki. Pues, si los socialdemócratas y los conservadores divergen en cuanto a la política económica, estos últimos difieren del Partido de los Finlandeses, que se opone a la Unión Europea, rechaza los objetivos climáticos y se niega a flexibilizar la política migratoria para resolver el problema de la mano de obra faltante en el país.
En cuanto a Marin, la única certeza es que, a los 37 años, la dirigente tiene el futuro por delante. No solo consiguió cambiar la percepción que sus conciudadanos tenían de un jefe de gobierno, sino que nadie piensa un solo segundo que tenga intenciones de alejarse de la política.
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