El FBI hunde aún más a Trump en la trama de la influencia rusa en la campaña
El jefe de la agencia, James Comey, señaló en el Congreso que se están investigando los nexos; también confirmó que no hay pruebas de que Obama haya ordenado escuchas, tal como denunció el magnate
WASHINGTON.- En una jornada inédita, tanto el FBI como la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) descolocaron expresiones del presidente Donald Trump y minaron su credibilidad.
Por un lado, dijeron que no hay evidencia para sus acusaciones contra el ex presidente Barack Obama de haber ordenado el espionaje de sus oficinas. Por el otro, confirmaron que investigan a miembros de su campaña por posibles lazos opacos y "complicidad" con el gobierno ruso, si bien admitieron que no hay, aún, delito probado.
Que esos supuestos lazos eran materia de investigación era algo que aquí se sabía. Pero es la primera vez que alcanza tal nivel de confirmación. Esto es, de la cabeza misma del FBI. Lo que pone más en evidencia al presidente es que, apenas horas antes de esa confirmación, Trump sostuvo que todo era "un invento de los demócratas" para desprestigiarlo y que no había nada de cierto. Lo ocurrido ayer son cosas que no se ven todos los días.
Durante cinco horas, James Comey, director del FBI, y el almirante Mike Rogers, de la NSA, contestaron preguntas de legisladores demócratas y republicanos sobre el escándalo que viene dando que hablar desde hace ya semanas. Pero no sólo hicieron esas dos revelaciones sobre la falta de sustento para acusar a Obama y sobre la investigación de vínculos oscuros con Moscú.
También, en un tercer giro, ratificaron la existencia de "esfuerzos" del gobierno ruso por intervenir cibernéticamente en el proceso electoral para complicar a la demócrata Hillary Clinton y favorecer el triunfo de Trump. "Tenemos constancia de que, por lo menos, intentaron interferir en el registro de votantes", detalló Comey.
Nunca, hasta ahora, había habido tal nivel de confirmación para la nube de sospecha que pende sobre la campaña de Trump y sobre algunos de sus dichos ya como presidente.
Entre ellos, y muy especialmente, los cuatro mensajes por Twitter con los que acusó públicamente a Obama de haber "intervenido" los teléfonos de su torre en Nueva York para espiarlo durante la campaña.
"Lo que hizo es asqueroso", dijo en esos mensajes, al referirse a su predecesor, cuya conducta comparó con la del escándalo Watergate, tal como se conoce la maniobra que costó la presidencia al republicano Richard Nixon.
Pero casi al mismo tiempo en que Comey y Rogers dejaban sin sustento al presidente, la Casa Blanca insistía en su tesis y minimizaba lo ocurrido. "Nada ha cambiado", arrancó el vocero presidencial Sean Spicer. En una tensa conferencia de prensa, el funcionario no vio razón alguna para que Trump abandone su incendiaria acusación contra Obama. "Hay más información por procesar... Por ahora no han descubierto nada... Hay que esperar a ver qué más viene", insistió.
Tanto para la Casa Blanca como para el propio Trump -que así se encargó de decirlo-, lo que el FBI debería investigar es "quién es el topo" que está filtrando información clasificada a la prensa.
Desde un primer momento, lo que más inquieta al magnate es la información perjudicial para su gestión que obtiene lo que define como "la prensa mentirosa".
Investigaciones que, básicamente, han complicado a su equipo de campaña y de gobierno, hasta el extremo de forzar la renuncia de su ex consejero de seguridad, el general Michael Flynn, por haber ocultado contactos con funcionarios rusos durante la campaña.
"Los demócratas inventaron ese cuento sobre Rusia como excusa por la terrible campaña que realizaron. ¡Gané a lo grande en el colegio electoral y ellos perdieron!", sostuvo ayer por Twitter,
Fue casi al mismo tiempo en que las revelaciones sobre la investigación de los supuestos lazos de su campaña con el Kremlin acaparaban la cobertura de los principales canales de noticias.
"Lo que de verdad importa es que el Congreso, el FBI y otros deberían investigar cómo información confidencial está siendo filtrada. ¡Hay que encontrar ahora mismo al autor de las filtraciones!", insistió.
El presidente está convencido de que el principal problema no son las desmentidas sobre sus afirmaciones, sino la existencia de "topos" que ponen de manifiesto esas falsedades.
La intención de la Casa Blanca por minimizar el impacto del informe conjunto del FBI y de la NSA incluyó nuevas distorsiones de lo ocurrido.
Por caso, la "devaluación" que el vocero Spicer hizo de Paul Manafort. El estratega republicano fue jefe de campaña de Trump, pero ayer el funcionario negó que hubiera sido poco más que "un voluntario de bajo perfil" en el equipo.
Nadie podría tragar semejante caracterización de quien dirigió la campaña hasta apenas dos meses antes de las elecciones, cuando se vio forzado a renunciar al revelarse, justamente, lazos opacos con el gobierno ruso.
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