El destino de más de 40 piezas de arte religioso medieval está en juego en un juicio que enfrenta a un museo alemán con los herederos de unos comerciantes de arte judíos.
Se dice que la colección vale al menos US$250 millones y su destino está en manos de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos.
El alto tribunal escuchó este lunes los argumentos de una demanda sobre una colección de obras de arte medievales que la Alemania nazi adquirió de comerciantes de arte judíos. Los descendientes estadounidenses de esos comerciantes alegan que el tesoro, que alguna vez fue propiedad de la realeza alemana, les fue arrebatado mediante una "venta forzosa".
Con el respaldo de las autoridades alemanas, la fundación propietaria de las piezas ha pedido que se desestime la demanda.
El tesoro ha estado en exhibición desde 1963 en un museo de arte de Berlín y ahora es propiedad de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, la entidad gubernamental que alberga la colección. La decisión que tome la Corte Suprema estadounidense podría abrir la puerta para que los extranjeros utilicen los tribunales de ese país para litigar supuestas injusticias en sus propios países.
El caso se centra en el Tesoro de Guelph, conocido como Welfenschatz en alemán, una colección de 42 obras de arte religioso, incluyendo altares, crucifijos y otras reliquias cristianas realizadas entre los siglos XI y XV y heredadas por una de las casas nobiliarias más antiguas de Europa.
Un consorcio de comerciantes de arte judíos compró la colección completa unos meses antes de la caída de la bolsa de valores de 1929, pero vendió la mayoría de las obras a un precio reducido en 1935 al antiguo estado alemán de Prusia.
Se cree que Hermann Göring, fundador de la Gestapo -la policía secreta nazi-, pudo haber presentado el tesoro de Guelph a su líder Adolf Hitler como un regalo. Sin embargo, las dos partes de la demanda disputan esta afirmación.
¿Venta forzada o voluntaria?
En esta batalla legal que se ha extendido por 12 años, los demandantes alegan que la venta fue forzada -por un precio equivalente a un tercio del valor real de la colección- como parte de la campaña de la Alemania nazi para perseguir a la población judía y confiscar sus bienes.
La ley estadounidense prohíbe las demandas civiles contra gobiernos extranjeros, excepto en el raro caso de violaciones al derecho internacional.
En este caso, los abogados de los herederos han argumentado con éxito en los tribunales inferiores que "si tal venta forzada no constituye una expropiación en violación al derecho internacional, entonces nada lo es".
La Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano subrayó que se toma en serio los reclamos, pero dijo que la venta se realizó de forma voluntaria y al valor justo de mercado. En su defensa, citó la recomendación de una comisión de expertos independientes sobre arte saqueado por los nazis de mantener el tesoro en Berlín.
Al solicitar que se desestime la demanda, el presidente de la fundación, Hermann Parzinger, dijo: "Nuestra opinión es que Alemania es la jurisdicción adecuada para un caso que implica la venta de una colección de arte medieval alemán por parte de marchantes de arte alemanes a un estado alemán".
El gobierno alemán, anteriormente coacusado en los casos de los tribunales inferiores, ha apoyado los pedidos de desestimación de la demanda, al igual que el gobierno de Estados Unidos. Se espera que la Corte Suprema emita su fallo en junio de 2021.
Expertos legales dicen que el caso puede derivar en que muchas otras disputas internacionales sean presentadas ante tribunales estadounidenses, ampliando drásticamente su jurisdicción.
Un juez de un tribunal inferior señaló que un fallo contra los alemanes "probablemente impondría una tensión enorme no solo a nuestros tribunales sino, más directamente, a las relaciones diplomáticas de nuestro país con cualquier cantidad de naciones extranjeras".
La búsqueda y devolución de obras de arte confiscadas o robadas por los nazis es un proceso largo, que a menudo se extiende por arduas batallas judiciales. El año pasado, una mujer en Europa perdió su lucha de 14 años para recuperar el arte de su antepasado judío de un museo español.
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