El extremismo local, más letal que los ataques del jihadismo
Desde los atentados de 2001, hubo el doble de muertos a manos de fanáticos no musulmanes
WASHINGTON.- En los 14 años transcurridos desde los ataques de Al-Qaeda del 11 de Septiembre, los extremistas han llevado a cabo ataques regulares, letales pero de menor envergadura, sobre el territorio norteamericano, dejando en claro sus motivos en manifiestos publicados en Internet o en sus críticas por las redes sociales.
Pero el desglose de las ideologías extremistas que están detrás de esos ataques puede sorprender a más de uno. Desde el 11 de septiembre de 2001, casi el doble de personas murieron a manos de supremacistas blancos, fanáticos antigubernamentales y otros fanatismos no musulmanes, que a manos de radicales islamistas: los extremistas no musulmanes mataron a 48 personas, frente a las 26 víctimas de autoproclamados jihadistas, según un relevamiento del centro de investigaciones New America, de Washington.
El asesinato de nueve afronorteamericanos en una iglesia de Carolina del Sur, la semana pasada, por el que está acusado un supremacista de raza blanca, fue apenas un caso particularmente violento. Pero es tan sólo el último eslabón de una seguidilla de ataques con víctimas fatales a manos de gente que abrazó el odio racial, la hostilidad hacia el gobierno y teorías como la del "ciudadano soberano", un movimiento que reniega de la legitimidad de la mayoría de las leyes. Esos ataques se cobraron la vida de policías, integrantes de minorías raciales o religiosas y personas al azar.
El extremismo no musulmán perpetró 19 ataques letales desde el 11 de Septiembre, según las últimas cifras recopiladas por David Sterman, asociado el programa del New America, supervisadas por el experto en terrorismo Peter Bergen. En comparación, y durante el mismo período, los militantes islamistas perpetraron siete ataques con víctimas fatales.
Amenazas
Aunque esos números resulten novedosos para la opinión pública, siempre estuvieron claros para las fuerzas policiales. En un sondeo que se publicará esta semana, se les preguntó a 382 departamentos de policía de todo el país cuáles eran las tres principales amenazas de violencia extremista en sus jurisdicciones. Cerca del 74% mencionó la violencia antigubernamental, frente al 39% que habló de la violencia "de inspiración en Al-Qaeda", según los investigadores Charles Kurzman, de la Universidad de Carolina del Norte, y David Schanzer, de la Universidad Duke.
"Las fuerzas de la ley de todo el país dicen que la amenaza del extremismo islámico no es tan grave como la que proviene de la ultraderecha", dijo Kurzman, cuyo estudio será publicado por el Centro sobre Terrorismo y Seguridad Nacional Triangle y el Foro de Investigaciones Ejecutivas de la policía.
John Horgan, que estudia el terrorismo en la Universidad de Massachusetts Lowell, dijo que ese desfase entre la percepción de la opinión pública y la realidad se ha vuelto cada vez más evidente para los expertos. "Actualmente hay consenso en que la amenaza del terrorismo jihadista en Estados Unidos ha sido sobredimensionada. Y existe el convencimiento de que la amenaza de la violencia antigubernamental de ultraderecha fue subestimada", dijo.
El conteo de casos terroristas es una tarea notoriamente subjetiva, que descansa en definiciones cambiantes y en juicios de valor. Si por terrorismo se entiende violencia ideológica, por ejemplo, ¿entonces un atacante que simplemente vocifera sobre religión, política o cuestiones raciales debería ser considerado un terrorista? El hombre de Chapel Hill, en Carolina del Norte, acusado de matar a tiros a tres jóvenes vecinos musulmanes, había publicado virulentas críticas religiosas en Internet, pero también tenía un largo historial de estallidos por cuestiones de tránsito. (Este caso, por ejemplo, no fue incluido por New America en su conteo.)
En esa misma línea, ¿qué pasa entonces con los asesinatos en masa sin aparente motivación ideológica, como los ocurridos en un cine de Colorado y en una escuela primaria de Connecticut en 2012? El criterio utilizado aplicado por New America y por la mayoría de los investigadores excluye esos ataques, que se cobraron muchas más vidas que los claramente vinculados con una ideología.
Traducción de Jaime Arrambide
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