El éxodo del Año Nuevo amenaza con expandir el virus en China
El gobierno ordenó cerrar atracciones multitudinarias como la Gran Muralla y la Ciudad Prohibida, y pidió a la población evitar al máximo los desplazamientos durante la tradicional festividad anual
PEKÍN.- El largo feriado del Año Nuevo chino, que moviliza a millones de personas a lo largo y ancho del país, se erigió desde ayer en un poderoso aliado para facilitar la expansión del temible coronavirus, mientras las autoridades ampliaban la cuarentena y cerraban la icónica Gran Muralla.
La festividad, que dura una semana y comenzó ayer, le da la bienvenida al Año de la Rata, pero las autoridades sanitarias temen que la tasa de infección se acelere, ya que verdaderas multitudes se lanzarán a las rutas y tomarán trenes y aviones incluso fuera del país.
El cordón sanitario que establecieron las autoridades desde mediados de la semana, con epicentro en la ciudad de Wuhan, principal foco de infección, se expandió a 13 ciudades y dejó aisladas del país y del mundo a 40 millones de personas, una cuarentena sin precedente que confinó al encierro a una población cercana a la argentina.
El saldo oficial de víctimas se agravó, aunque por el momento la Organización Mundial de la Salud (OMS) evitó la declaración de emergencia mundial. China informó de 1100 personas contaminadas, de las cuales 41 fallecieron. De ese total de casos, 117 son considerados de gravedad.
El gobierno decretó el cierre de destinos turísticos como la Ciudad Prohibida de Pekín, el parque de atracciones de Disneyland en Shanghai y una sección de la Gran Muralla, todos sitios de grandes multitudes y posibles vectores de transmisión del coronavirus, un patógeno que se transmite por aire entre los humanos y que se mueve como pez en el agua para infiltrarse entre multitudes abigarradas.
En un país que en las últimas décadas vio surgir de la nada gigantescas ciudades centradas en la tecnología, Pekín ordenó la construcción en tiempo récord de diez días de un hospital especializado en Wuhan, exclusivamente destinado a recibir a las víctimas del coronavirus.
Fuera de la zona de cuarentena, en Pekín, Shanghai y otras ciudades, los stocks de mascarillas médicas se agotaron en farmacias y comercios. En Pekín, personal del servicio del subte con mascarilla tomaba la temperatura de los pasajeros a la entrada de una estación. Cámaras térmicas escaneaban a los pasajeros que llegaban a la estación de tren Occidental de la capital.
La propagación del virus sorprendió al país en medio de una época festiva en la que decenas de millones de ciudadanos regresan de las grandes urbes industriales a sus aldeas y pueblos de origen en el interior para pasar las fiestas en familia y participar de multitud de celebraciones públicas.
Gao Fu, responsable del Centro Chino para Control y Prevención de Enfermedades, pidió al pueblo chino que renuncie a las actividades masivas del Año Nuevo y permanezca en casa hasta nuevo aviso.
"Si trabajamos todos al unísono, podemos contener el virus en Wuhan y evitar que se exporten nuevos casos", dijo Gao en declaraciones a la televisión pública. Los usuarios podrán recuperar el dinero gastado en pasajes de tren, avión, buses o ferries, que fueron cancelados.
El gobierno local de Pekín instó a los residentes que regresan de las zonas afectadas a permanecer en sus casas durante 14 días para evitar su propagación. El gobierno de Shanghai también pidió a quienes están llegando a la ciudad desde "áreas claves" que permanezcan en sus casas o bajo una cuarentena centralizada durante dos semanas.
De momento los únicos encerrados en sus ciudades son los millones de habitantes de la zona de exclusión, comenzando por Wuhan. Ayer era una ciudad fantasma, con la gente guardada en sus casas, las calles desiertas y los comercios cerrados. Las farmacias se estaban quedando sin suministros y los hospitales estaban inundados de residentes nerviosos que querían someterse a revisiones médicas.
"Hay muchas noticias y datos. Hay una actualización cada 10 minutos, es aterrador, sobre todo para gente como nosotros en una zona tan afectada", dijo Lily Jin, una residente de 30 años. "Aunque no estés enfermo, uno tiene miedo de ponerse malo".
"Esta vez nuestro Año Nuevo da mucho miedo" comentó un chofer de taxi. "No nos atrevemos a salir a causa del virus".
Dos de las 41 muertes confirmadas sucedieron en Hebei, una región que rodea Pekín, y Heilongjiang, fronteriza con Rusia, dos casos que rompieron las murallas sanitarias del centro del país y que podrían multiplicarse con los desplazamientos festivos de esta semana.
A pesar de los contratiempos, la rápida respuesta de Pekín con el coronavirus contrasta con la que dio en el caso del SARS, que mató a más de 650 personas entre 2002 y 2003, donde mantuvo el silencio durante mucho tiempo y denegó inicialmente el acceso a expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, incluso esa velocidad y transparencia podrían ser insuficientes. "Creo que hemos superado el período ideal de control y prevención", alertó Guan Yi, un experto en virus de la Universidad de Hong Kong.
Agencias AFP, AP, ANSA y Reuters
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