El exfuncionario del Papa que le declaró la guerra al Vaticano y le exige 10 millones de euros
El experto contable Libero Milone asegura que fue obligado a renunciar en junio de 2017 porque descubrió varias irregularidades que involucraban a la vieja guardia, que lo acusó de espionaje
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ROMA.- En un nuevo dolor de cabeza para el papa Francisco, Libero Milone, experto que en junio de 2015 se había convertido en el primer auditor general de la historia de la Santa Sede, pero que dos años más tarde fue obligado a irse en medio de acusaciones de espionaje e intrigas internas, decidió entablar una guerra judicial contra el Vaticano.
Junto a su colaborador Ferruccio Panicco, Milone depositó la semana pasada en el tribunal del Vaticano una citación contra el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin y en contra de la oficina del revisor general, Alessandro Cassinis, reclamando un resarcimiento por daños de casi 10 millones de euros.
El pedido de indeminización por un despido que siempre abrió muchos interrogantes es, en verdad, de 9,6 millones de euros, “también por los 20 años de vida que el Vaticano me sacó, privándome de los documentos sanitarios que secuestró en mi oficina, que nunca devolvió”, acusó Panicco, de 63 años. “Tenía todo ahí y eso impidió que me diagnosticaran en tiempos rápidos un cáncer de próstata que ahora está en estadio cuatro”, agregó, según el Corriere della Sera, en un reunión con periodistas en la oficina de los abogados de los dos querellantes.
Con una carrera que lo llevó a ser director mundial de recursos humanos de Deloitte & Touche, experto contable reconocido en todo el mundo, que trabajó en otras grandes empresas como Wind, Fiat, Telecom, entre otras, Milone, de 74 años, nunca ocultó su enojo por el trato recibido en el Vaticano. Pese a que su mandato era de cinco años -dependía directamente del Papa y tenía todos los poderes para investigar en forma independiente balances y cuentas-, cuando comenzó a descubrir irregularidades, tal como denunció en una entrevista, fue bloqueado “por las fuerzas del viejo poder”. Fue obligado a renunciar de mal modo, le impidieron ver al Papa y hasta fue acusado de espionaje.
“Creo que el Papa es una gran persona y arrancó [su reforma] con las mejores intenciones. Pero temo que haya sido bloqueado por el viejo poder, que sigue estando ahí y que se sintió amenazado cuando entendió que podía decirle al Papa y a Parolin [Pietro, el secretario de Estado] lo que había visto en las cuentas”, acusó meses después de su misterioso despido, en una entrevista a cuatro medios.
“Sobres con plata”
Entonces, en un virtual contraataque, el Vaticano acusó a Milone de haberse excedido de sus competencias –que eran “analizar los balances y las cuentas de la Santa Sede”- y de “haberle encargado ilegalmente a una empresa externa actividades investigativas sobre la vida privada de miembros de la Santa Sede”.
Al presentar ahora un pedido de resarcimiento por casi diez millones de euros, Milone -que por otro lado fue imputado por el Vaticano por abuso de poder por los misteriosos hechos de 2017-, negó cualquier trabajo sucio y aseguró haber hecho siempre “lo correcto”.
“Nunca hicimos espionaje, somos honestos, hicimos lo que había que hacer, pero lamentablemente lo que teníamos que hacer era molesto”, dijo en un encuentro con medios en la oficina de sus abogados, en el que desveló varias maniobras oscuras.
“En el Vaticano daban vueltas sobres con plata en efectivo; en la oficina de un cardenal encontramos una de plástico, como para las compras, con fajos de billetes por un total de 500.000 euros”, aseguró. Denunció, además, que tras analizar las donaciones de la vieja gestión del hospital Bambin Gesú, cayeron en la cuenta que “500.000 euros destinados a la Fundación en verdad, a través de empresas de empleados, terminaron financianciando a partidos políticos para las elecciones de 2013″.
Milone, que denunció resistencia y obstruccionismo ya que muchos no colaboraban ni querían darle información a la hora de tener que revisar opacas cuentas, facturas y pagos de cardenales, prelados y obispos, en sus dos años de “007 financiero” también comenzó a advertir irregularidades en la compra del tristemente célebre edificio de lujo de Londres, que determinó la abrupta salida del cardenal italiano Angelo Becciu.
Becciu, que durante años fue uno de los máximos colaboradores del Papa, si bien mantuvo su título, perdió sus derechos cardenalicios y está siendo juzgado por corrupción por un tribunal del Vaticano, algo sin precedente. Fue Becciu quien, en junio de 2017, siendo sustituto de la Secretaría de Estado, es decir, el número tres del Papa, fue a decirle a Milone que tenía que renunciar.
“Las reconstrucciones de Milone son totalmente infundadas”, salieron a decir hoy los abogados defensores de Becciu, que amenazaron acciones legales en su contra.
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