El exabrupto de Donald Trump sobre la OTAN puede empujar a Europa a cortarse sola
Muchos se alarmaron por los comentarios de que “alentaría” a Rusia a atacar a los aliados de Estados Unidos que no pagaran a la OTAN, pero los líderes europeos ya estaban reflexionando sobre la perspectiva de una alianza sin Estados Unidos
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BERLÍN.- Mucho antes de que Donald Trump amenazara esta semana con dejar que Rusia “haga lo que carajo quiera” contra los aliados de la OTAN que no aportan lo suficiente para la defensa colectiva de la alianza, los mandatarios europeos ya habían empezado a discutir discretamente cómo prepararse para un mundo en el que Estados Unidos se retira a sí mismo de una alianza de 75 años de la que fue una pieza central.
Incluso teniendo en cuenta su habitual incontinencia verbal durante sus actos de campaña, donde hizo esa declaración el sábado, ahora Trump podría estar empujando a Europa convertir esa discusión solapada en un debate público.
Hasta ahora, en los medios de prensa europeos el debate giró en torno a sí Trump retiraría a Estados Unidos de la OTAN en caso de volver a la Casa Blanca.
Pero en un sentido más amplio, su declaración implica que podría invitar al presidente Vladimir Putin a arremeter contra alguna nación de la OTAN como una advertencia y una lección para los otros 30 miembros sobre las consecuencias de no plegarse a las demandas de Trump.
En Europa, la declaración dejó perplejo a más de uno, especialmente después de tres años de gobierno de Joe Biden, que intentó restañar la confianza en la alianza que se había perdido en los cuatro años de presidencia de Trump y que ha repetido infinidad de veces que Estados Unidos “defenderá cada centímetro de territorio de la OTAN”. Y si bien un portavoz de la Casa Blanca condenó los dichos de Trump calificándolos de “desquiciados”, para el domingo a la mañana sus palabras ya habían calado en quienes sostienen que Europa no puede depender de Estados Unidos para frenar a Rusia.
Todas estas dudas terminarán dominando la cumbre de ministros de Defensa de la OTAN prevista para el jueves en Bruselas y la Conferencia de Seguridad de Múnich, la reunión anual de autoridades nacionales de seguridad que se realizará este mismo viernes. Y si bien la vicepresidenta norteamericana Kamala Harris y el secretario de Estado, Antony Blinken, seguramente aprovecharán ese momento para celebrar la solidaridad de la OTAN, crucial para que Ucrania haya seguido existiendo después de dos años de invasión rusa, cualquier afirmación que hagan será recibida con escepticismo: ya nadie sabe qué será de la alianza atlántica dentro de un año.
De hecho, algunos diplomáticos y funcionarios de defensa europeos dicen que ya están “recalculando” desde hace meses, aunque en público solo se han referido tangencialmente al tema.
El ministro de Defensa de Alemania, Boris Pistorius, ya empezó a hablar de los preparativos que debería encarar Alemania frente a la perspectiva de décadas de enfrentamiento con Rusia. Y el secretario general saliente de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo la semana pasada que la alianza tenía que prepararse para una “confrontación de décadas” con Rusia.
En declaraciones de este domingo, Stoltenberg dijo: “La menor sugerencia de que los aliados no saldrán en defensa mutua socava la seguridad de todos los miembros, incluido Estados Unidos, y deja expuestos a un mayor riesgo a los soldados europeos y norteamericanos por igual”. Y haciéndose eco de las declaraciones hechas por miembros de la OTAN en 2016, agregó: “Espero que Estados Unidos siga siendo un aliado fuerte y comprometido de la OTAN independientemente de quién gane las elecciones presidenciales”.
El ministro de Defensa de Dinamarca, Troels Lund Poulsen, dijo que en los próximos tres a cinco años Rusia podría “poner a prueba” la solidaridad de la OTAN atacando a uno de sus miembros más débiles, para intentar fracturar la alianza dejando en evidencia que los otros no acudirían en su ayuda. “Esto es nuevo”, le manifestó Poulsen la semana pasada al periódico danés Jyllands-Posten. “En 2023, la evaluación que hacíamos en la OTAN no era esa”.
En esencia, el debate actual en Europa gira en torno a la cuestión de si los miembros de la alianza pueden tener la seguridad de que el paraguas nuclear norteamericano –el máximo poder de disuasión contra una invasión rusa– seguirá cubriendo de las balas a los 31 miembros que integran la OTAN.
Gran Bretaña y Francia tienen un pequeño arsenal nuclear propio. Si durante el próximo año los miembros europeos de la OTAN llegan a dudar del compromiso de Estados Unidos con el Artículo V del tratado de la OTAN —”uno para todos y todos para uno”—inevitablemente se reabriría el debate sobre qué otros países de Europa necesitan sus propias armas nucleares, empezando por Alemania…
Antes de reunirse con Biden en Washington, la semana pasada, el actual canciller alemán, Olaf Scholz, escribió en una columna en The Wall Street Journal que “la victoria rusa en Ucrania no sólo sería el fin de Ucrania como Estado libre, democrático e independiente, sino que también alteraría drásticamente la faz de Europa, y se convertiría en un modelo a seguir para los autócratas del mundo”.
En Washington, Scholz enfatizó que Alemania ya se ha convertido en el segundo mayor proveedor de ayuda militar a Kiev y que había acompañado la decisión europea de las últimas semanas de proporcionar 54.000 millones de dólares durante los próximos cuatro años para la reconstrucción de Ucrania.
En 2024, años después de lo inicialmente prometido, Alemania alcanzará el objetivo de destinar el 2% de su PBI a gastos de defensa, la meta que se impusieron todos los miembros de la OTAN. Los compromisos de ayuda que Europa ha asumido ahora con Ucrania superan las actuales promesas de Washington, y sigue sin saberse si los legisladores republicanos seguirán bloqueando un paquete de apoyo adicional en el Congreso.
Trump, por supuesto, no hizo mención alguna a todo eso durante su amenazante discurso del sábado: que Europa haya asumido el desafío, aunque tardíamente, no le conviene a su discurso de campaña.
Pero lo que sí resonará en las capitales de toda Europa son las palabras que usó para describir su encuentro con el presidente “de un gran país”, a quién no identificó.
Según el relato de Trump, el mandatario le preguntó: “Bueno, si no pagamos y somos atacados por Rusia, ¿usted nos protegería?” Y Trump recuerda haberle contestado: “No, no los protegería. De hecho, los alentaría a hacer lo que carajo quieran. Ustedes tienen que pagar”.
Ese relato, que en muchas capitales europeas consideran totalmente inverosímil, pinta a la OTAN como un negocio mafioso de protección paga más que como una alianza con 75 años de historia.
Y gane o no gane Trump en noviembre, el hecho de que esa imagen de la OTAN haya calado en un número significativo de norteamericanos implica un cambio que en los años venideros seguramente también afectará la imagen de la alianza transatlántica dentro de la propia Europa.
Por David E. Sanger
Traducción de Jaime Arrambide
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