Coronavirus. "Todos nos estamos argentinizando" por la pandemia advirtió el expremier italiano Enrico Letta
ROMA.- Para Enrico Letta, decano de la escuela de Asuntos Internacionales de París del prestigioso Insituto de Estudios Políticos (Sciences Po), primer ministro de Italia entre 2013 y 2014, y uno de los fundadores del Partido Democrático, la pandemia por el coronavirus hará que la Argentina esté "menos sola" desde el punto de vista de sus problemas financieros. ¿Por qué? "Porque todos nos estamos argentinizando", al contraer deudas gigantescas. "De golpe la deuda sumada de los países europeos aumentará este año aproximadamente un 20%, algo que es una cifra inmensa. Así, el tema de la deuda y la necesidad de soluciones se convierte en un problema más colectivo, algo que para la Argentina quizás puede representar una buena noticia", consideró Letta en una extensa entrevista con LA NACION.
Europeísta de 53 años, casado con una periodista del Corriere della Sera y padre de tres hijos, Letta destacó cómo la crisis marcó el hundimiento del multilateralismo y la insuficiencia de Naciones Unidas y otros grandes organismos internacionales, golpeados por los nacionalismos, que avanzan en todos los rincones del mundo. "Con la pandemia hemos entendido, además, que el mundo occidental ha estallado, la colaboración entre la Unión Europea (UE), el Reino Unido y Estados Unidos es inexistente y a nivel geopolítico, el gran desafío será reformular una nueva relación transatlántica entre Bruselas, Londres y Washington", aseguró el expremier, que fue ministro, diputado europeo y hoy es también el primer presidente no estadounidense del Apsia (Association of Professional Schools of International Affairs).
The worst crisis ever in a time when #multilateralism in global affairs is at lowest level. How to restore trust in multilateralism to share and implement effective solutions? That’s a top priority today. @DelorsInstitute@DelorsBerlin@PSIASciencesPo@sciencespo@scuolapolitichehttps://t.co/rJjfbIZ7DS&— Enrico Letta (@EnricoLetta) May 3, 2020
"Desde lo visceral, la reacción de todos ahora es que vuelven las fronteras, las naciones, porque se viajará menos, habrá menos intercambios y la globalización está en crisis. Pero son todas respustas erradas, que hacen mella en poblaciones aterradas, frágiles. En verdad, esta es una crisis que acelera el desafío de la globalización, ya que indica que las fronteras no existen para la pandemia ni para la contaminación, ya que no bloquean al virus", afirmó.
-En esta situación totalmente trastocada ¿cómo ve a América latina?
-Sobre América latina en general creo que esta crisis demuestra el fracaso del liderazgo de Bolsonaro, que se ha vuelto incómodo en su país y para su establishment y me parece que todos pagan esta gran incertidumbre que hay en el gigante del continente.
-¿Qué perspectiva ve para la Argentina, que enfrenta el noveno default de su historia, se encuentra paralizada por el coronavirus y con un nivel de pobreza entre el 30 y el 50%?
-En cuanto a la Argentina, me parece que lo que está pasando en Europa y en el resto del mundo desde un cierto punto de vista hace que el país esté menos solo con sus problemas financieros, porque todos nos estamos ‘argentinizando’. Es decir, lo que pasa en la UE hoy es que, ante la crisis sanitaria, social, económica, los despidos, etc, de golpe la deuda sumada de los países europeos aumentará en un año, en el 2020, aproximadamente un 20%, que es una cifra inmensa. Es decir, Europa entra en un mundo en el cual repentinamente la deuda se ha disparado y entonces es fundamental que todos reflexionemos y actuemos juntos sobre cómo se enfrenta este tema. Y esto me parece que hace que la Argentina esté un poco menos sola desde este punto de vista. El tema de la deuda y la necesidad de soluciones se convierte en un problema más colectivo, algo que quizás puede representar una buena noticia para la Argentina, en medio del desastre.
-¿Qué es lo que más le preocupa ahora?
-Estoy muy preocupado por el crecimiento del euroescepticismo y del anti-europeísmo en los sondeos italianos, algo que no se justifica porque Europa está haciendo mucho por Italia. El otro día en un sondeo se le preguntaba a los italianos cuál es el país amigo y cuál el enemigo. Y los países amigos son China, Rusia y Estados Unidos. Países enemigos, Alemania y Francia. Por otro lado en sondeos que preguntan si uno quiere mantenerse en la UE, antes de la crisis era 70 por el sí, 30 por el no, ahora 50-50. Se trata de algo muy relacionado con la emotividad, porque al final, el hecho de darle siempre la culpa de todo a la UE hace que tenga una pésima imagen.
-¿Cómo juzga su rol en esta crisis?
-Creo que finalmente fue una señal muy positiva que se aprobara un "recovery fund" para enfrentar la emergencia. Ahora hay que ver qué pasa el 6 de mayo, cuando se presentará formalmente: será la clave para entender si efectivamente la respuesta europea será mejor que la del 2008-2012, o no. De todos modos es una situación económica preocupante y nos esperan meses muy difíciles.
-¿Por qué es tan difícil para la UE reencontrar una solidaridad común?
-Porque la UE, respecto a la Europa de la post-guerra, es mucho más amplia y formada por muchas diferencias -este-oeste, norte-sur- y en los últimos años se convirtió demasiado inter-gubernamental y demasiado poco inter-comunitaria. Debido a inercias, crisis precedentes, como la de los refugiados, los estados miembros se volvieron demasiado importantes y las instituciones comunitarias han perdido peso. Y esto explica por qué no funciona la UE cuando se le pide a todos solidaridad por un motivo muy simple: cuando todos están en dificultad, cada uno piensa en sus electores. Por eso creo que saldremos de esta crisis si los Estados miembros de la UE harán un paso para atrás en favor de las instituciones supranacionales, en favor de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo. Una cosa es cuando un país solo pide la solidaridad –como el caso de Irlanda en el Brexit-, otra cosa es cuando todos los países se encuentran afectados por el mismo problema. Y al final la inmediata e instintiva reacción es que cada líder piensa en sus electores. Por eso hay un problema de instituciones que deben ser reformadas.
-Hablando de liderazgos ¿para usted en este momento extraordinario hay líderes políticos a la altura del desafío? Pienso en Trump aconsejando inyectarse alcohol en gel...
-Es verdad, aunque creo que algunos líderes hay en el mundo y pienso en el Papa Bergoglio... Y otros líderes europeos que están actuando mucho mejor que Trump, Bolsonaro o Boris Johnson. Líderes europeos como Merkel, Macron, Sánchez, Costa o Conte actuaron mejor. Pero es verdad que estamos en un tiempo en el cual la política se ha debilitado, en el cual la competencia no es la característica principal para seleccionar a los líderes y hoy se pagan mucho las consecuencias de esto. Es necesario repensar la importancia de los liderazgos políticos y de la política, y la necesidad de una mayor formación de líderes políticos que estén a la altura. Creo que es una de las lecciones que salen de esta crisis, así como la relación de los políticos con los técnicos y científicos que ahora los asesoran: los políticos deben confiar en ellos, pero al mismo tiempo las decisiones que deben tomar son decisiones políticas: los cierres, las reaperturas, las fechas, cómo funcionan las escuelas, etc, son decisiones políticas. Es el momento en el que se les pide a los políticos que asuman sus responsabilidades.
-Por qué la popularidad de Emmanuel Macron en Francia está en baja y la de Giuseppe Conte en Italia en alza?
-Creo que es porque en Italia no tenemos la costumbre de un Estado eficiente y cuando hubo que salir a respaldar al Estado, representado por el primer ministro, Conte ganó una popularidad que no tenía. Macron, en cambio, es una figura divisiva en Francia, donde están acostumbrados a un rol del Estado muy fuerte y hay fuertes expectativas en cuanto al Estado. Y como se equivocaron en muchas cosas allí, la reacción ha sido no positiva. Es más, preveo que en Francia haya revueltas sociales.
-¿Qué piensa del rol de China?
-Mi impresión es que China es un actor esencial para el futuro, sobre todo porque China ha demostrado una voluntad de reforzar el multilaralismo que es fundamental, por ejemplo pienso en los Acuerdos de París sobre el Clima. Creo que es fundamental mantener a China adentro de este sistema de relaciones. Es evidente que el sistema político chino es muy distinto del nuestro, pero pienso que no debemos hacer que China se vuelva un chivo expiatorio ni debemos entrar en una nueva narrativa de Guerra Fría, con China que sustituye a la Unión Soviética. Pienso que sería totalmente equivocado.
Covid19 is the first crisis of the post-multilateralism world order. However only an effective multilateral order can deal with these dramatic economic and social consequences. Reshape multilateralism is a priority. @americamag the Jesuit Review https://t.co/Opvyv3zKq2&— Enrico Letta (@EnricoLetta) May 2, 2020
-¿Y Rusia?
-Ahí la situación es muy distinta. Rusia está en dificultad por la decarbonificación, que de todos modos se acelerará. La baja del uso de los fósiles será un drama para un país que no ha hecho la transformación de su economía cuando tenía el dinero para hacerla y hoy, entre el derrumbe demográfico y una economía basada sobre ingresos que se derrumbarán, Rusia ya no representa una amenaza. Lo veo como un sistema frágil y con muchas dificultades que emergerán claramente.
-Antes mencionó el liderazgo del papa Francisco...
-Sí, creo que creció mucho en esta fase. Su gran capacidad de empatía y de comunicación se ha exaltado en este momento de confinamiento, de gran dificultad. La potencia de sus imágenes en la Plaza de San Pedro vacía quedarán en la historia y la fuerza también de los mensajes que pudo lanzar, muy potentes, como que ‘nadie se salva solo’. Él, que es muy bueno comunicando, ha tenido la capacidad de vivir todo esto intensamente y esto en parte le permitió, en el fondo, y es una suerte para la Iglesia, superar un poco la imagen negativa que se construyó en los últimos años, con una marea de escándalos de pedofilia o financieros de la Iglesia. Esto volvió a llevar a la Iglesia a su liderazgo moral y me parece algo positivo.
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