El ex espía ruso fue asesinado con una sustancia radiactiva
Antes de morir, Litvinenko acusó a Putin
LONDRES.- En lo que las autoridades británicas describieron como "una muerte sin precedente" en el país, el ex espía ruso Alexander Litvinenko, que falleció anteanoche en Londres tras una lenta y espantosa agonía de 22 días, fue asesinado con una sustancia radiactiva llamada polonio 210.
Antes de morir, el antiguo agente de inteligencia acusó directamente de su asesinato al presidente de Rusia, Vladimir Putin, en una estremecedora carta que dictó a un amigo en su lecho de muerte.
Ayer a la mañana, la revelación de que Litvinenko había muerto a causa de un material radiactivo condujo al gobierno de Tony Blair a convocar de inmediato al grupo Cobra.
Se trata de un comité de emergencia formado por ministros y jefes de los servicios de inteligencia que se reunió tras los atentados de julio de 2005 y tras el descubrimiento de un plan para atentar contra diez aviones, este año.
Pocas horas después de ese encuentro el gobierno británico exhortó al Kremlin a colaborar con el esclarecimiento del crimen que conmociona a Europa. Desde Finlandia, el encargado de la respuesta fue el propio presidente ruso, Vladimir Putin, que condenó la muerte del ex espía, pero advirtió que las sospechas sobre su gobierno sólo responden a una "provocación política".
"Desafortunadamente, acontecimientos trágicos como la muerte se utilizan como provocación política", señaló en una rueda de prensa durante la cumbre Unión Europea-Rusia, que se celebra en Helsinki.
"Si la carta [en la que el propio Litvinenko acusó al mandatario] existe realmente, me pregunto por qué no fue publicada cuando estaba vivo", comentó el presidente ruso. "Si apareció después de su muerte, entonces ya no hay ningún comentario que hacer", arguyó.
Putin deseó igualmente que "las autoridades británicas no contribuyan a alimentar escándalos políticos que no tienen nada que ver con la realidad", y se dijo dispuesto a que "las autoridades rusas, si es necesario, propongan su ayuda para una eventual investigación".
Las últimas palabras de Litvinenko tienen características de un thriller de agentes de la Guerra Fría: "Los bastardos han dado conmigo, pero no podrán atrapar a todo el mundo", susurró a uno de sus allegados, el director de cine Andrei Nekrassov.
También, en una carta que se conoció ayer y fue dictada por el propio ex espía a su amigo Alex Goldfarb el martes pasado, Litvinenko se dirigió a Putin: "Has demostrado ser indigno de tu cargo, indigno de la confianza de los hombres y mujeres civilizados (...) Puede que logres silenciar a un hombre, pero el retumbar de las protestas de todo el mundo reverberará, señor Putin, en tus oídos durante el resto de tu vida".
Por ahora, el encargado de la investigación sobre la muerte de Litvinenko es Scotland Yard; sus detectives anunciaron ayer que se ha encontrado polonio 210 en la orina de Litvinenko, en un restaurante japonés, en un hotel de Londres en donde estuvo antes de enfermar y también en su domicilio particular.
La fuerte sospecha de que agentes enviados por el gobierno ruso fueron los encargados de eliminar a Litvinenko, de 43 años, no son infundadas y podrían desatar una crisis diplomática entre Londres y Moscú en las próximas horas. El ex espía fue siempre un feroz crítico de Putin, una postura que le valió vivir exiliado en la capital británica desde 2000. En las últimas semanas se había dedicado a investigar el reciente asesinato de Anna Politkovskaya, una periodista opositora al régimen de Moscú ultimada, presuntamente, por sus críticas al papel del gobierno ruso en la guerra de Chechenia.
Según el ex coronel de la KGB soviética Oleg Gordiyevsky, el servicio secreto ruso FSB "envió a un hombre con una pastilla tóxica a Gran Bretaña", para asesinar a Litvinenko. El presunto hombre de la pastilla, que desapareció sin dejar rastro, se llamaría Vladimir y se habría reunido con el ex espía el 1° de noviembre, el día antes de que comenzara a actuar el veneno.
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