Visita: Obama llega a una Cuba de dos caras
El presidente de EE.UU. arriba hoy a una isla dividida entre las reformas y el control político
LA HABANA.- Marité Bello Corredor ni lo quiere ni lo ha elegido, pero hoy se encuentra en medio de la encrucijada de las dos Cubas: la nueva, de las reformas económicas y sociales que recibe al presidente norteamericano, Barack Obama, y la vieja, que parece la de siempre, aquella que Fidel Castro sentenció al reconocer en una entrevista que "el modelo cubano ya no nos funciona ni a nosotros".
Los apuros económicos, perpetuos en la isla, empujaron a esta investigadora científica del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí a colocar una camiseta de la selección argentina en la ventana de su casa habanera.
Junto a la albiceleste, puso un cartel de "Se vende", como tantos miles que hoy pueblan edificios, casas y calles de la Cuba de los "cambios estructurales y de concepto".
Una década después de que Fidel depositara la conducción de la revolución en Raúl, obligado por su enfermedad, las llamadas "actualizaciones" del socialismo caribeño dibujan unos cambios que el "líder histórico" nunca quiso asumir, pero que su hermano menor siempre vislumbró.
Pocos días después, dos inspectoras de la Dirección Integral de Supervisión reclamaron a Bello su licencia de cuentapropista y, como no la tiene, fue multada con 1500 pesos cubanos.
Una enormidad, al menos dos meses de su salario, gracias a unos recientes incrementos. El sueldo medio del cubano fluctúa en torno a los 20 dólares, algo menos de 500 pesos cubanos, en una sociedad donde hoy el medio millón de cuentapropistas (trabajadores privados) conforma una clase emergente que se ha unido a la pudiente revolucionaria, a los que reciben remesas del extranjero y a los "bisneros" (negociantes), históricos especialistas en el boyante mercado negro de toda economía controlada.
Bello emprendió una lucha contra la injusticia, que no la llevó a ningún lugar pero que al menos ha sido reflejada por la prensa cubana, que desde el "lineamiento" de Raúl Castro sobre la crítica desde adentro del sistema, abre pequeñas ventanas en la prensa partidista para denunciar la burocracia y la corrupción. Su reclamación yace en alguno de los recovecos del laberinto nacional de las dos Cubas de contrastes extraordinarios.
El cubano de hoy ya puede comprar teléfonos celulares, conectarse a Wi-Fi en determinados puntos a precios casi prohibitivos, adquirir vehículos y departamentos, hospedarse en hoteles, cultivar en tierras repartidas por el Estado y vender sus productos en mercados directos, e incluso viajar al extranjero si tiene dinero para el pasaje y consigue la visa adecuada.
Es una larga lista de cambios que a los ojos del mundo son normales, pero que obligan a los cubanos a restregarse los suyos de vez en cuando para confirmar que sí se están produciendo y que ellos mismos son los protagonistas.
Cambios parecidos a los ocurridos en China el siglo pasado, que en la isla mayor de las Antillas dibujan el boceto de una nueva sociedad. Ello no ha evitado que 2015 haya batido de nuevo todos los récords de emigración ilegal, ante el temor de que Estados Unidos y su esperadísimo presidente anulen las ventajas de la ley de ajuste cubano y la famosa "ley de pies secos", exclusiva para los habitantes de la isla.
Migrantes
La crisis de los cubanos varados en Costa Rica amenaza con repetirse ante las nuevas oleadas de emigrantes hartos de buscar una nueva vida. Al menos 10.000 ya partieron en lo que va del año. Y los que faltan...
Si algo espera el cubano de esta visita, la primera de un presidente norteamericano desde 1928, es la puesta en marcha de una serie de nuevas ventajas económicas para que su vida no sea tan sufrida.
"Mira, chico, este pequeño milagro puede ser bueno para todos nosotros", exclama Reinaldo, pequeño vendedor ambulante en Nuevo Vedado.
"El presidente puede traer más y mejores productos y ayudarnos a nosotros, los cuentapropistas", añade, sabedor de las limitaciones que estos microempresarios privados sufren a la hora de abastecerse.
"El negocio es el negocio y tú lo sabes", predica el protagonista del filme independiente Cubano por cuenta propia, que escarba en la nueva realidad social del país.
Cuentapropistas
Taxistas, agentes de telecomunicaciones, relojeros, mecánicos, arrendatarios de viviendas, artesanos, fotógrafos, lavacoches y así hasta un centenar de pequeños oficios componen el embrión de capitalismo surgido en torno a los famosos cuentapropistas.
Casi 100.000 contribuyentes ya entregaron al Estado su declaración de impuestos, cuando faltan casi dos meses para el cierre del año fiscal.
"Este país no cabe en una canción", le gusta resumir al rapero Aldo Rodríguez, un mito viviente gracias a las rimas de sus Aldeanos. La isla perdida en el mar y en el tiempo quiere emerger a través de decisiones económicas sin abandonar el control social y político de su población.
El sistema de partido único es intocable para la revolución, así como la ausencia de la libertad de expresión y de medios independientes, todo sumado a las constantes embestidas contra los derechos humanos y políticos.
Marité Bello Corredor, la protagonista indirecta de esta historia, no cotiza como cuentapropista porque no lo es.
Ni siquiera podría ejercer como tal, pese a que la venta de ropa importada es uno de los negocios más lucrativos del momento. Estas pequeñas boutiques improvisadas en las viviendas no están permitidas, "en un país donde lo que no está prohibido es obligatorio", resume con sorna un emprendedor habanero que se mueve como pez en el agua en la venta y el alquiler de inmuebles.
Redes ilegales y "mulas" traen la ropa del exterior y la revenden en la isla. Sólo si se trata de confecciones propias artesanas, se pueden vender de forma legal.
Son historias para muchas novelas, como las del escritor habanero Leonardo Padura, quien vislumbró una luz al final del túnel tras conocer el deshielo entre los dos países que había comenzado en diciembre de 2014.
La llegada hoy de Barack Obama, 15 meses después, promete, por lo menos, más luz en busca de la salida.
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