El problema, según indican economistas locales, es que la mayoría de los índices de riqueza y prosperidad se basan en el PBI per cápita, lo que incluye inversiones externas que en muchos casos no se traducen en una actividad económica real en el país
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A juzgar por las listas que a menudo se publican, Irlanda es uno de los 10 países más ricos del mundo. Dentro de la Unión Europea (UE) suele aparecer solo por detrás de Luxemburgo.
Y según las estadísticas de su Banco Central, con un crecimiento del 5,5%, el PIB de Irlanda habrá recuperado los niveles previos a la pandemia antes de que acabe este 2021, lo que, a expensas del daño que pueda hacer la variante ómicron, lo convierte en una de las economías europeas que más rápido se recuperó. Pero todos esos datos tan halagüeños encubren una realidad llena de matices.
Es lo que ha venido a recordar Patrick Honohan, exgobernador del Banco Central de Irlanda, en un reciente artículo titulado: “¿Realmente es Irlanda el país más próspero de Europa?”.
“Irlanda es un país rico, pero no tanto como se suele pensar”, se responde a sí mismo Honohan, uno de los economistas más respetados del país. En 2010, cuando el país sufrió las consecuencias de la gran crisis financiera, advirtió de que necesitaría un rescate internacional para sostener su deuda, como finalmente sucedió.
Ahora advierte de que hay que tomar con muchas cautelas las cifras de Irlanda y señala las causas.
Por qué las cifras de Irlanda resultan engañosas
El problema, según indican Honohan y otros economistas, es que la mayoría de los índices de riqueza y prosperidad se basan en el Producto Interno Bruto per cápita.
El Producto Interno Bruto (PBI) es básicamente la expresión en valor monetario del conjunto de bienes y servicios de un país. Dividido entre los habitantes de ese país, resultaría el dato que coloca a Irlanda tan arriba en los índices globales y europeos.
“Generalmente, se admite que el PIB resulta muy equívoco en el contexto irlandés”, le dijo a BBC Mundo Kieran McQuinn, del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de Dublín.
“Se debe a que durante años se aplicó una política consciente de atraer inversiones externas y ahora tenemos un gran número de multinacionales en proporción al tamaño real de la economía, lo que hace que haya una gran diferencia entre el sector de las multinacionales y la verdadera economía local”, explica McQuinn.
Efectivamente, Irlanda se convirtió en los últimos años en la sede de una gran cantidad de multinacionales, especialmente del sector tecnológico, atraídas por un impuesto a las compañías significativamente más bajo que el que aplican la mayoría de otros países desarrollados.
Esa política de impuestos bajos atrajo a gigantes tecnológicos estadounidenses como Facebook y Google, aunque Irlanda es también la base de operaciones de un gran número de multinacionales farmacéuticas y compañías dedicadas al alquiler de aviones.
Los activos de estas compañías tienen como domicilio Irlanda, por lo que deben computarse al calcular su PIB, aunque en muchos casos no se traducen en una actividad económica real en el país.
“Probablemente, el PIB de Irlanda se comportó mejor en 2020 que el del resto de economías avanzadas. Esto consolidará la posición de liderazgo de Irlanda en Europa en PIB. Esta aparente fortaleza se debe al incremento continuado en la exportación de medicamentos y de artículos tecnológicos producidos por las multinacionales, y enmascara el colapso en el empleo y en la actividad económica en la mayoría de sectores”, explica el exgobernador Honohan en su artículo.
Este papel de las multinacionales tecnológicas en la economía irlandesa ya ha provocado distorsiones singulares en el pasado. En 2015, gran parte del aumento del PIB se debió a la decisión de Apple de domiciliar sus activos protegidos por propiedad intelectual en el país; el Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó que una cuarta parte de PIB irlandés pudo atribuirse a las ventas globales de Iphones.
Al peso de las multinacionales se suman los altos precios que deben afrontar los irlandeses en comparación con otros países europeos.
¿Cuál es entonces la situación de la economía irlandesa?
Para conocer realmente la situación de la economía en el país, Honohan propone como alternativa al PIB el uso de un indicador conocido como Consumo Individual Real, que aglutina el consumo de los hogares y del gobierno.
McQuinn, por su parte, recuerda que ya hay organismos oficiales que para producir sus estadísticas usan la llamada Demanda Interna Modificada, que engloba el consumo privado y público, y las inversiones, pero deja fuera los activos que suelen concentrarse en los sectores donde mayores distorsiones provocan las actividades de las multinacionales.
Si se atiende al Consumo Individual Real, Irlanda cae lejos de los primeros diez del mundo. En la Unión Europea, además de Luxemburgo, la adelantan Alemania, Austria, Dinamarca, Bélgica, Países Bajos, Finlandia, Suecia, Francia e Italia.
Y, sin embargo, aunque quizá no sea el país más rico de la UE, como parecería si se atiende solo al PIB, a la economía irlandesa le fue bien en la última década, en la que logró superar el rescate y dejar atrás los problemas más acuciantes de la crisis de 2008. “No hay que olvidar que hay una gran cantidad de multinacionales que tienen una actividad real en el país”, recuerda McQuinn. Es uno de los factores de que la economía haya crecido vigorosamente en los años previos a la pandemia.
Las amenazas
Irlanda se beneficia de ser una economía abierta, perteneciente a la Unión Europea, lo que la hace muy atractiva a la inversión. Y cuenta con una mano de obra en general altamente cualificada, angloparlante y flexible. Aunque también se dibujan problemas en el horizonte.
El gobierno irlandés suscribió el reciente acuerdo global para subir los impuestos a las grandes multinacionales, y no está claro qué impacto tendrá esto en la economía irlandesa cuando la medida se concrete.
El país sufre además un desequilibrio entre oferta y demanda en el sector inmobiliario que hizo dispararse el precio de la vivienda y está por ver cómo afectarán las medidas anunciadas contra el cambio climático a su sector agropecuario, que tiene gran peso en la economía nacional.
Pero las dos grandes amenazas para la prosperidad de Irlanda son la variante Ómicron del coronavirus, cuyo impacto es aún una incógnita, y las tensiones entre Reino Unido y la Unión Europea, no resueltas desde que los británicos votaron en referéndum a favor del Brexit.
Las discrepancias en torno a la aplicación del acuerdo para mantener abierta la frontera con la vecina Irlanda del Norte, que pertenece a Reino Unido, entorpecen los intercambios y, como recuerda McQuinn, “lo que menos le conviene a Irlanda es una guerra comercial entre la UE y Londres”. Sea cual sea el futuro de la economía irlandesa, no obstante, ha quedado claro que la mejor manera de evaluarlo no será centrándose solo en su Producto Interno Bruto.
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